Una de las primeras disposiciones de LUIS de Requesens es abolir el “Consejo de la Sangre” y otorgar una amplia amnistía a los herejes arrepentidos y el perdón general a los rebeldes. Aunque los gobernadores que sucedieron a Alba fueron más hábiles y trataron de armonizar las medidas de fuerza militar con las soluciones políticas, la mala imagen dejada por el gobierno de Alba era imposible de borrar de la mente de los holandeses. Y si FELIPE II apenas había dejado al duque de Alba la facultad de decidir sobre el terreno y sobre la marcha de los acontecimientos, tampoco iba a darle plenos poderes a REQUESENS

Ante la amenaza de motín de las tropas españolas en los Países Bajos, FELIPE II firma en Madrid las patentes e instrucciones por las que releva del cargo de gobernador de las Provincias Unidas de los Países Bajos al duque de ALBA y en su lugar nombra al catalán (¿aragonés?) LUIS DE Requesens (1573-1576). El fracaso de la política de sangrienta represión llevada a cabo por el duque de ALBA es el factor que determina este cambio, aunque el de ALBA había escrito a FELIPE II dándole razón de su cansancio -sin gloria-, rogándole mandase en breve a otra persona para hacerse cargo de la “pacificación” de esta Europa del norte. LUIS de Requesens tiene fama de moderado y de llevar a cabo una política de transigencia.

LUIS de Requesens toma a comienzos del verano la mayor parte de las ciudades de Holanda y se dispone a hacer lo mismo con Zelanda. Las tropas de GUILLERMO de Orange retroceden y avanzan alternativamente sobre las lagunas, deltas y tierras pantanosas, y el ejército español sufre un progresivo deterioro y desgaste.

Fallece, en la fecha, LUIS de Requesens a causa de una fiebres malignas. Éste, ha sido más conciliador y diplomático que su antecesor el duque de ALBA, pero peor estratega pese a sus éxitos en la batalla del golfo de Lepanto contra los turcos, no ha logrado los objetivos de pacificación por él propuestos y su muerte, obliga a FELIPE II a nuevas y costosas decisiones. Por problemas financieros se tarda tres días en dar sepultura al gobernador fallecido. (Sus restos fueron trasladados a Barcelona a primeros de setiembre de 1577 y sepultados en la capilla del Palau en la calle del mismo nombre.)