ALFONSO XIII, al cumplir los 16 años, ya mayor de edad, se hace cargo, en la fecha, de la Corona de España (1902-1931). El primer acto público que el nuevo rey realiza es el juramento de la Constitución de 1876 ante las Cortes solemnemente reunidas y que mantendrá vigente hasta 1923. A continuación, su madre, la regente MARIA CRISTINA de Habsburgo-Lorena, le traspasa todos los poderes que, en su nombre, ha ejercido durante la minoría de edad. Su primer gobierno está presidido por el liberal SAGASTA.

ALFONSO XIII asiste, en la fecha, a su primer consejo de ministros. El presidente, SAGASTA, expone, en primer lugar, la dimisión de todo su gabinete liberal, el monarca lo ratifica, tanto a él como a sus ministros, en el cargo; así el rey acepta el turno de partidos dinásticos en el gobierno sin mostrar preferencias por ninguno de ellos.

El decreto del conde de ROMANONES por el que el catecismo ha de ser enseñado sólo en castellano en las escuelas de Catalunya, produce la dimisión en pleno del Gobierno liberal de Mateo SAGASTA.

Fallece en Madrid el político español Práxedes Mateo SAGASTA, protagonista con Cánovas del CASTILLO de la época de los partidos turnantes. Muerto SAGASTA, el partido liberal tiene como problemas esenciales la definición de un programa político y la tendencia al habitual fraccionamiento característico de los liberales desde el principio mismo de la Restauración. En este momento, además, la necesidad de introducir nuevos temas políticos en el programa del partido tiene como consecuencia una multiplicación de la tendencia dispersiva. De hecho así sucede con respecto a la cuestión clerical. En la práctica no hay un verdadero anticlericalismo entre los liberales, como el que se da en otras latitudes, principalmente en Francia, pero las rectificaciones que intentan introducirse en el Concordato vigente para disminuir la presencia de las órdenes religiosas, aunque no revisten verdadera trascendencia, constituyen un motivo para provocar el enfrentamiento por razones personalistas. En cambio, los liberales, no sabrán estar a la vanguardia de la reforma social, con la excepción, más adelante, de Canalejas, y serán, además, muy débiles a la hora de enfrentarse a los atentados a la pureza liberal de las instituciones.