ULSTER (Actividad en Irlanda del Norte)

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El IRA destruye -o más bien inutiliza- todo su arsenal.


El IRA, la Comisión Internacional de Desarme y los gobiernos de Londres y Dublín, ponen oficialmente el sello de «final feliz» a la guerra civil del Ulster, y aceptan como bueno el certificado de que la banda armada a destruido -o más bien inutilizado- todo su arsenal, como la organización prometió el pasado julio. Los únicos que han aguado la fiesta han sido los unionistas, advirtiendo que es demasiado pronto para cantar victoria y la película todavía puede tener un giro trágico. Este escepticismo protestante al aparente final de unos troubles que se han cobrado cerca de 4.000 vidas en 36 años de conflicto noha sido, sin embargo, suficiente para empañar la euforia de un Tony Blair que ve la pacificación de Irlanda como elemento clave de su legado.

Los gobiernos de Londres y Dublín han agotado todos los recursos para conseguir la paz en el Ulster.


Hace ya tiempo que los gobiernos de Londres y Dublín han agotado todos los tópicos en el intento de empujar a unionistas y republicanos para que concluyan el proceso que debe servir de paraguas político a la paz en la calle, y restablezcan las instituciones autónomas que deben liberar a Westminster de la gestión de los asuntos locales del Ulster. Se ha hablado de «fin del camino», «encrucijada decisiva» y «hora de la verdad», sin que sirva para nada. Tony Blair ha puesto hoy la fecha tope del 24 de noviembre, y asegura que se trata de «un ultimátum».

Llega la certificación oficial, de que el fin de la violencia es irreversible en Irlanda del Norte.


Han transcurrido doce años desde el primer alto el fuego del IRA, pero finalmente hoy ha llegado la certificación oficial, de la comisión independiente formada al efecto, de que el fin de la violencia es irreversible y la banda no podrá regresar a la lucha armada ni aunque quiera. Ha dejado de adquirir material bélico y reclutar soldados, ha desmantelado sus estructuras militares, ya no amenaza a sus víctimas ni considera «blancos legítimos» a las fuerzas de seguridad. La conclusión sólo puede ser una: esta vez sí que «la guerra ha terminado». El cese de la violencia es ya desde hace años una realidad en Irlanda del Norte, que atraviesa un boom económico impulsado por la paz política y cuyas nuevas generaciones se desentienden de las batallas tribales y atávicas de sus mayores. Los coloristas murales de la Shankill Road siguen siendo parte del circuito turístico, pero el pulso de Belfast está en los centros comerciales, los cines y pabellones deportivos donde se reúnen los adolescentes, en vez de dedicarse a quemar coches o tirar cócteles molotov. Ahora una comisión independiente ha puesto el sello a esos cambios, proclamando que no hay marcha atrás posible. Los troubles son historia.

El Sinn Fein ha dado un sí cualificado al plan de los gobiernos de Londres y Dublín.


El Sinn Fein ha dado un sí cualificado al plan de los gobiernos de Londres y Dublín para la reanudación de las instituciones autónomas del Ulster, y ahora sólo falta la aprobación de los unionistas del reverendo Ian Paisley para cerrar el último capítulo del proceso de paz norirlandés y dar por concluido un conflicto que se ha cobrado más de 3.500 vidas entre paramilitares, soldados, policías y civiles. El primer ministro irlandés Bertie Ahern ha declarado para presionar que un noventa por ciento de las bases del Partido Democrático Unionista (DUP, la fuerza que dirige Paisley y la más votada de la provincia) apoya la iniciativa de Saint Andrews, como se conoce a las propuestas de «o lo tomas o lo dejas» presentadas a los partidos en ese club de golf escocés el mes pasado, bajo la amenaza de suspender definitivamente el gobierno y el parlamento de Stormont si no eran asumidas antes de este viernes.

Elecciones en Irlanda del Norte. En caso de que los partidos opten por el sí, se tendrá que optar por un referéndum o por elecciones.


Para el reverendo Paisley, conocido como el Doctor No del Ulster, esta vez resultaría más difícil y costosa que nunca una negativa a compartir el poder con los republicanos, ya que el gobierno de Londres retiraría de la mesa la oferta de un plan de 50.000 millones de libras para la modernización de Irlanda del Norte a lo largo de una década. Además, la clausura del Parlamento de Stormont acarrearía el final de los sueldos y prebendas que los representantes de todos los partidos han seguido disputando en los cuatro años de hibernación (las instituciones autónomas fueron suspendidas en octubre del 2002). En caso de que los partidos opten por el sí y se resuelvan los últimos flecos, la decisión habrá de ser ratificada ya sea mediante un referéndum o a través de elecciones.

Blair y el primer ministro irlandés, Bertie Ahern, han tratado a los políticos del Ulster como niños.


Blair y el primer ministro irlandés, Bertie Ahern, han tratado a los políticos del Ulster como niños, amenazando con quitarles los caramelos de sus sueldos, coches oficiales y demás prebendas si no alcanzaban un acuerdo. Y los interesados han respondido también como niños, ignorando el plazo de ayer, sabiendo que tienen la sartén por el mango. El Sinn Fein se limitó a dar un sí cualificado al plan de Saint Andrews, pero sin concesiones, y los unionistas, a cumplir el expediente con una declaración etérea que ni acepta ni rechaza la iniciativa, sino todo lo contrario. En esta línea de ambigüedad premeditada, Londres y Dublín han decidido considerar ambos pronunciamientos «la base de un acuerdo político» y empezar a dar los «pasos necesarios» para que dentro de quince días se designe al primer y al viceprimer ministro del Ulster, y en marzo haya un gobierno y un Parlamento autónomos.

En Irlanda del Norte, Unionistas y republicanos siguen dando largas.


En Irlanda del Norte, Unionistas y republicanos siguen dando largas y ganando tiempo antes de aceptar las condiciones para la conclusión definitiva del proceso de paz, pero a pesar de ello Londres y Dublín han fijado la fecha del 7 de marzo para la celebración de elecciones a la Asamblea Autonómica de Stormont, que determinarán la composición del próximo gobierno del Ulster. Hasta el 7 de marzo, cuando se celebren las elecciones, funcionará en Stormont una Asamblea de transición meramente simbólica, sin poderes efectivos, que debatirá los temas mientras las decisiones se toman en Londres.