En Canaán al final del tercer milenio existen pruebas abundantes de que la vida sufre un desgarro a manos de elementos seminómadas surgidos en el desierto al norte del país. Se ignora el nombre que estos nuevos pueblos se dan a sí mismos. Es, con todo, muy probable, que se trate de los amorreos (amorritas o amoritas). Ciudad tras ciudad son destruidas algunas con increible violencia. Sólo poco a poco se reiniciará el asentamiento y la reconstrucción de nuevos poblados.

En el territorio de Siria y también en Mesopotamia, presionan los mismos elementos seminómadas que presionan sobre Canaán. Parece que se trata de los amorreos. Los nuevos guerreros no reconstruyen ni habitan las ciudades que destruyen. Parece más bien que llevan durante algún tiempo un género de vida nómada en el borde exterior del territorio.

Pese a la fuerte organización de que la ha dotado UR-NAMMU y SHULGI, la III dinastía de Ur se ve constantemente amenazada, en el interior de Sumer por la oposición de los semitas, en todas partes más numerosos que los sumerios, y en el exterior por los elamitas y los amorreos. Estos dos pueblos, por estas fechas, invaden Sumer, tomando y devastando Ur y llevándose cautivo al último de sus reyes IBBI-SIN.

Los amorreos, cuya ubicación no se concreta a un solo espacio geográfico, van extendiéndose paulatinamente hacia el E. y hacia el S. Alrededor de 1815 aC, habían invadido la renacida Sumer, conquistan una pequeña ciudad llamada Bab-ilum y establecen allí su capital. (Bab-ilum = “puerta de Dios” en acadio) (Más adelante, los griegos llamaron a aquella ciudad Babylon, y la región que hasta entonces se había conocido como Sumeria pasó a llamarse Babilonia).

La caída de la III dinastía de Ur a causa de la coalición entre amorritas y elamitas reanima las luchas entre ciudades sumerias y facilita el asentamiento de nuevos elementos semitas procedentes principalmente del país de Amurru (Alta Siria). Mesopotamia, en consecuencia, se fracciona de nuevo en Ciudades-Estado gobernadas por reyes semitas que adoptan la cultura sumeria añadiendo algo de la suya propia.