En Irlanda, se empiezan a repartir miles de hectáreas entre presbiterianos de origen inglés y escocés.


Será en el siglo XVII, después de una serie de matanzas, cuando se empiezan a repartir miles de hectáreas entre colonos presbiterianos de origen inglés y escocés, para su colonización con el ánimo de hacer la vida imposible a los nativos y obligarles a emigrar sustituyendo físicamente de este modo a los irlandeses. Como los colonos son minoría, y con el tiempo pueden acabar deglutidos en la masa irlandesa, tal como pasó con los normandos, Londres rompe hasta el último de los puentes, y entre los autóctonos y los forasteros, entre católicos y protestantes, entre los gaélicos y los sajones, entre los explotados y los explotadores, no habrá el menor contacto y se castigará duramente cualquier aproximación. El odio entre colonizados y colonizadores era mayor por la diferencia de religiones siendo los irlandeses perseguidos no sólo por ser indígenas, sino también por ser católicos. Desde entones siempre ha estado mezclada -en este problema- la religión con la política.