Tras la muerte de Atila, los ostrogodos -dirigidos por TEODOMIRO- aliándose con sus antiguos vasallos y rivales, los gépidos -al mando de Arderico-, logran vencer a las fuerzas hunas comandadas por los hijos de Atila en la batalla de Nedao. Destruyen el imperio huno en las llanuras de Panonia y matan a Elac, hijo y heredero de Atila. Los hunos no pueden resistir este ataque y prácticamente desaparecen de la historia sin haber conseguido su sedentarización ni la asimilación de una organización social. Los restos de las hordas hunas -según algunos historiadores-se repliegan a la parte meridional de la estepa rusa donde fundarán, junto a los uigures, el kanato (= reino) búlgaro.
