En el año 1051, la latente hostilidad de la Iglesia de Constantinopla hacia Roma hace crisis. CERULARIO acusa a la Iglesia occidental de herejía judaica por utilizar pan ácimo en la Eucaristía, comer carnes sofocadas, suprimir el aleluya en Cuaresma, ayunar el sábado, no llevar barba los sacerdotes, etc y amenaza con el cierre de las iglesias latinas de Constantinopla que no adopten el rito griego. La tensión va en aumento y la incomprensión se vuelve áspera. El emperador CONSTANTINO IX que es aún partidario de la alianza con Roma, pide al papa LEÓN IX que envíe sus legados a Bizancio, para resolver la cuestión.
