JULIANO -que tenía algunas razones para dudar del valor del cristianismo- abjura del cristianismo.


JULIANO a pesar de sus raíces cristianas, se inicia en los misterios de Eleusis y abjura del cristianismo por el mitraísmo e inicia una lucha encarnizada contra la religión que hasta entonces había parecido practicar. Pero JULIANO no echa mano de la persecución: quiere ser la suya una batalla moral e intelectual. En el fondo pretende que sea la misma Iglesia la que se destruya a sí misma a través de los enfrentamientos de las diferentes facciones, a tal efecto, decide permitir la vuelta a sus sedes de todos los obispos desterrados entre ellos ATANASIO que vuelve a entrar en Alejandría. Por su parte, trata, aunque inutilmente, de combatir personalmente la expansión del triunfante cristianismo, para ello vuelve a abrir los templos paganos, autoriza los sacrificios y excluye a los cristianos de los cargos públicos. JULIANO escribe «Contra los galileos» y «Los césares o El banquete». Por todo ello, se le conoce en la historia por JULIANO el Apóstata.