Gran Bretaña persuade al resto de Europa para que acepte la independencia belga.


Los Países Bajos realizan algunos esfuerzos para obligar a Bélgica a volverse atrás en su decisión, pero tropiezan con la oposición de Francia y Gran Bretaña, de modo que la tentativa no puede tener éxito. El 17 de octubre, los holandeses bombardean Amberes, y tras este episodio ya no hay posibilidades de reconciliación. Gran Bretaña no desea que los belgas se vuelvan en busca de ayuda hacia la Francia nuevamente revolucionaria. Así, pues, persuade al resto de Europa para que acepte la independencia belga, aunque ello contravenga las decisiones del Congreso de Viena de 1815. Rusia que puede ser la más difícil de convencer, se encuentra muy lejos, y tiene sus propias dificultades en Polonia.