Un joven monje del monasterio de san Saturnino de Tabernoles, Félix, expone la idea del adopcionismo.


Por estas fechas, un joven monje, FÉLIX, del monasterio pirenaico de san Saturnino de Tabernoles, deseoso de hacer comprender a los musulmanes, a los cristianos mozárabes influidos por aquellos, y a los paganos indígenas de las zonas fronterizas del Pirineo urgeliano que los cristianos no son politeistas, expone la idea de la adopción de Cristo por Dios Padre, recordando alguna fórmula de la liturgia visigoda que usaba la voz «adoptivo» aplicada a la persona del Hijo (adopcionismo). Con ello renueva antiguos errores cristológicos emparentados con el nestorianismo, el priscilianismo y el arrianismo. El éxito del monje le permite ser elegido obispo de la diócesis de Urgel, y con las facultades que le proporcionará el cargo, perseverará durante diez años en sus actuación apostólica. Propagará el adopcionismo de tal manera que convencerá incluso a Elipando, el nuevo arzobispo de Toledo (784).