Se descubre la piedra de Rosetta, que posibilitará descifrar los jeroglíficos egipcios.


El hallazgo de la piedra Rosetta es el hecho más importante de la expedición napoleónica a Egipto ya que posibilitará descifrar los jeroglíficos egipcios. El 19 de julio de 1799, mientras los franceses cavan trincheras en torno a la fortaleza medieval de Rachid, o Rosetta, para prevenir un desembarco británico, un soldado da con el pico en una piedra de gran dureza. Al extraerla ven que es de basalto, de tamaño considerable (114 x 72 cm), y con inscripciones en tres bloques de distintos signos: jeroglífico, demófico y griego. El oficial que dirige aquel contingente, Bouchard, ordena sacar copias de las inscripciones. Se trata de una sentencia del rey Tolomeo, fechada en 196 aC. Al rendirse los franceses en 1801, los británicos se hacen con la piedra y la envían a Londres. Hoy se conserva en el Museo Británico. Las copias, sin embargo, llegarán a Francia.