Se acuerda que los Estados del Imperio procedan como mejor vean ante Dios y el emperador.


En el año de la fecha, en una nueva Dieta celebrada en la ciudad imperial libre de Espira, se acuerda que los Estados del Imperio, o sea, los príncipes y las ciudades inmediatamente sujetas al Imperio, procedan como mejor vean deben hacerlo ante Dios y la majestad imperial. (Cuius regio, eius religio). El acuerdo da pie para que los príncipes que han apostatado de la Iglesia implanten en sus territorios la iglesia luterana, erigiéndose ellos en cabezas de la misma. Este acuerdo tiene validez hasta que algún Concilio General pueda encararlo o pronunciarse sobre los asuntos religiosos suscitados por Martín Lutero. El ambiguo edicto aprobado en esta Dieta resultará en una suspensión temporal del Edicto de Worms y ayudará a la expansión del protestantismo. Estos resultados serán repudiados en la dieta de Espira de 1529.