CONSTANTINO I el Grande (César de Occidente 306-307) (Augusto de Occidente 307-337)

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Constantino I el Grande, fue Emperador de los romanos desde su proclamación por sus tropas el 25 de julio de 306, y gobernó un Imperio romano en constante crecimiento hasta su muerte.

El Palacio de Letrán se convierte en la residencia principal de los Papas durante casi mil años.


El Palacio de Letrán es un antiguo palacio construido durante el Imperio Romano en Roma que es cedido al Papa por CONSTANTINO I, convirtiéndose en la residencia principal de los Papas durante casi mil años. (Quedará situado junto a la Basílica de San Juan de Letrán que se convertirá en la catedral de Roma.

Primer concilio de Arlés que rechaza las acusaciones de “traditores” contra FÉLIX y CECILIANO.


Primer concilio de Arlés (La Galia) -promovido por CONSTANTINO. Este concilio -además de autorizar por primera vez la participación de los cristianos en la guerra- proclama nuevamente la tradicional tesis de la iglesia romana: “También los sacramentos conferidos por un ‘traditor’ deben considerarse válidos si se cumplen los requisitos exigidos”. También se trata sobre el donatismo. Posteriormente, el concilio de Nicea (325) también se ocupará de la problemática de los lapsos. El nuevo Papa, SILVESTRE no acude a Arlés, pero se le comunica sus decisiones, lo que supone un reconocimiento de su especial status.

A finales del siglo III ya consta la existencia de edificios expresamente construidos para fines litúrgicos.


En la segunda parte del Edicto de Milán, los emperadores CONSTANTINO y LICINIO han decretado la devolución de los lugares y centros de reunión que han sido confiscados a los cristianos. Una mirada retrospectiva al siglo II nos permite ver que en aquella época no había ninguna iglesia y que para las reuniones litúrgicas utilizaban los aposentos o salas que los creyentes acomodados ponían a disposición de la comunidad. Donde los cristianos eran pocos en número, parece ser que se seguía la misma práctica durante el siglo III. Sin embargo, el aumento constante del número de cristianos hizo necesario, ya a comienzos del siglo III, la adquisición de grandes edificios, que venían a ser propiedad, no ya de particulares, sino de toda la comunidad.

CONSTANTINO hace pesar su mano contra los donatistas y toma contra ellos severas medidas.


CONSTANTINO hace pesar su mano contra los donatistas -defensores de las ideas rechazadas en los concilios de Roma (313) y de Arlés (314)- y toma contra ellos severas medidas. Con todo el cisma no concluye. Es posible que CONSTANTINO aprecie sobre todo en el cristianismo, su universalidad que lo convierte en un elemento aglutinador de su vasto imperio que ve decaer su religión tradicional dividida en multitud de sectas nacionales venidas de los territorios conquistados. Tal vez sea éste el móvil que le lleve a vigilar con un celo casi exagerado las posibles divergencias que se dan en el seno de la Iglesia.

LACTANCIO es llamado por CONSTANTINO I a Tréveris, para confiarle la educación de su propio hijo CRISPO.


El apologista cristiano LACTANCIO, por estas fechas, es llamado por CONSTANTINO I a Tréveris, para confiarle la educación de su hijo CRISPO. LACTANCIO escribirá el tratado: “La muerte de los perseguidores” e “Instituciones divinas”, (en siete libros), exposición sistemática del pensamiento cristiano

Enfrentamiento entre Alejandro y Arrio. CONSTANTINO interviene trata de conciliar ambas posiciones.


ALEJANDRO, Obispo de Alejandría, condena el arrianismo en su “Epístola Encíclica”. ARRIO le contesta en términos similares. CONSTANTINO trata de conciliar ambas posiciones mediante cartas enviadas a los dos religiosos, y la mediación de Ossio de Córdoba. No en balde dice: “Considero la interna división de la Iglesia como más peligrosa que las guerras y las batallas”. Al fin, ALEJANDRO, convoca, en la fecha, un Concilio en Alejandría, con la asistencia de más de cien Obispos de Egipto. Este Concilio anatematiza a ARRIO junto con sus discípulos. La comunicación de esta sentencia, a la que acompaña una violenta censura de EUSEBIO de Nicomedia, personalidad muy querida y respetada, provoca una conmoción en la Iglesia de Asia menor y de ÁFRICA, que amenaza con extenderse a Europa. ARRIO, viéndose expulsado de Egipto, se traslada a Palestina y finalmente a Nicomedia, reclutando seguidores.

A partir del siglo cuarto la Iglesia y el Estado van estrechando sus relaciones.


Aunque ya en el 313, CONSTANTINO ha concedido la libertad de conciencia y de culto y las antiguas creencias van perdiendo influencia, éstas aún siguen vigentes. Dejando aparte Oriente, en la mayor parte de las regiones del Imperio los cristianos no llegan al 50%. La religión tradicional aún está fuertemente arraigada en los dos extremos de la escala social. Los ambientes senatoriales romanos y los intelectuales permanecen, por una parte, vinculados a la tradición cultural y política con su dimensión religiosa. El pueblo campesino, por otra, sigue practicando los ritos que aseguran la fecundidad de los campos y del ganado. Por ello, a partir del siglo IV la Iglesia y el Estado van estrechando sus relaciones. Los obispos y abades de monasterios en el ámbito de sus jurisdicciones religiosas reciben cierta autoridad política, y aún títulos de nobleza. La legislación, en suma, va siendo cada vez más desfavorable para la antigua religión. Por propia iniciativa y frecuentemente bajo la presión de los cristianos, los emperadores prohíben poco a poco los cultos paganos. Las prohibiciones se extenderán y se harán cada vez más duras.

Los cuarenta mártires (soldados cristianos) de Sebaste pertenecen a la XII Fulminata.


Debido al edicto de 312, suscrito por CONSTANTINO y LICINIO, hay abundantes cristianos enrolados en las filas del ejército. Pero, en lenguaje de Eusebio, el ambicioso LICINIO «se quita la máscara» e inicia en Oriente una cruenta persecución contra los cristianos. San Gregorio de Nisa, apologista, nos relata el martirio de 40 de estos soldados. Sitúa el lugar del martirio en Armenia, cerca de la actual Sivas, en la ciudad de Sebaste. Es en el año 320 y en un estanque helado, dice que de la XII Fulminata, cuarenta hombres aguerridos prefirieron la muerte gélida a renunciar a su fe cristiana. Sobre el hielo y hundiéndose en el rigor del agua fría, los soldados, con sus miembros yertos, se animan mutuamente orando: «Cuarenta, Señor, bajamos al estadio; haz que los cuarenta seamos coronados». Quieren ser fieles hasta la muerte… pero uno de ellos flaquea y se escapa; el encargado de su custodia –dice el relato–, asombrado por la entereza de los que mueren y aborreciendo la cobardía del que huye, entra en el frío congelador y completa el número de los que, enteros, mantienen su ideal con perseverancia.

CONSTANTINO intenta impedir la evasión impositiva de los ricos prohibiendo se conviertan en clérigos.


Casi desde el principio, el Estado trata de limitar el aprovechamiento del privilegio clerical para eximirse del pago de los gravámenes civiles, o más bien de usarlo con fines seculares. Ya en el año 320, y nuevamente en 326, CONSTANTINO intenta impedir la evasión impositiva de los ricos mediante edictos que prohiben a los decuriones, sus descendientes y otros grupos acomodados convertirse en clérigos; el sacerdocio debe estar abierto sólo para «los que poseen fortunas pequeñas y no están sometidos a los servicios municipales obligatorios».

Eliminan todas las restricciones legales para que el cristianismo oficial posea toda clase de propiedades.


Un edicto de CONSTANTINO I del año 321 elimina todas las restricciones legales que finalmente permite al cristianismo oficial poseer toda clase de propiedades. Las dotaciones se multiplican a partir de entonces llegando a ser común que los hombres y las viudas adineradas dejen un tercio de su propiedad a la Iglesia; se enseña a los cristianos comunes a tratar a la «esposa de Cristo» como un hijo más incluido en el testamento.