SEGUNDA GUERRA CARLISTA (1846-1849)

Total de piezas: 7

La idea de que Carlos VI se case con ISABEL II fracasa dando paso a la Segunda Guerra Carlista (1846-1849).


La idea de CARLOS MARÍA ISIDRO es que su hijo contraiga matrimonio con ISABEL II y así termine con el porblema entre carlistas e isabelinos. El fracaso de este intento favorece el estallido, en septiembre de 1846, de la Segunda Guerra Carlista (1846-1849) desarrollada en Aragón, Burgos, Toledo, Navarra, Guipúzcoa y, fundamentalmente, en Catalunya, donde será conocida como «Guerra dels Matiners». Iniciada por los seguidores del pretendiente carlista Carlos Luis de Borbón y de Braganza a los que se unen partidas de republicanos y progresistas contrarios a la política conservadora y centralista de NAEVÁEZ. La revuelta comienza con el levantamiento de mossèn Benet Tristany en Solsona y de Pitxot en el Camp de Tarragona.

La crisis económica permite movilizar un importante número de hombres.


La crisis económica y la situación del campo catalán, que ha visto aumentar el bandolerismo («trabucaires»), permite movilizar un importante número de hombres. En efecto, las consecuencias de la centralización administrativa de los moderados al volver a establecer las quintas, o sea, la obligatoriedad de hacer el servicio militar lejos de casa, y al poner en marcha el «consum», un impuesto muy elevado sobre el precio de los productos como el aguardiente, el aceite de oliva, la carne, la cerveza y el jabón, facilitan el mantenimiento y el carácter accidentalmente carlista de la lucha. Y eso sin olvidar el tributo que más odia la gente: «el dret de portes» (tener que pagar la entrada a las ciudades de determinadas mercancías).

Esta pieza también aparece en ... CATALUNYA (Región española) (1716-1979)

La crisis general que se está padeciendo incrementa las filas carlistas.


La crisis general que se está padeciendo y que provoca que haya mucha gente sin trabajo, incrementa las filas carlistas. En efecto, los rebeldes llegan a contar con 10 ó 20 veces más hombres que las partidas de guerrilleros de la primera guerra.

Donde se desarrolla la Segunda Guerra Carlista o «Guerra de los Matiners» se establece una dura represión.


La capacidad de movimiento de las tropas carlistas y el soporte que reciben de las poblaciones contrastan con la represión de un ejército impotente, a pesar de las diversas políticas de los capitanes generales Bretón, Manuel Pavía, Fernando Fernández de Córdoba y Manuel Gutiérrez de la Concha. En efecto, en la zona donde se está desarrollando la Segunda Guerra Carlista o «Guerra de los Matiners», se establece una dura represión oficial ordenando, incluso, la ejecución de todo aquel que porte armas o ayude a un rebelde.

El general Pavía anuncia la pacificación de Catalunya tras el fusilamiento de Tristany.


A finales de 1847, el general Pavía anuncia la pacificación de Catalunya tras el fusilamiendel sacerdote y guerrillero español Benito Tristany. También otro cabecilla, Bartomeu Porredon es asesinado a golpes de bayoneta en su propio lecho. Muertos los cabecillas parece que el alzamiento está acabado pero proseguirá todavía hasta el año siguiente. En 1822 Tristany dirigió una partida absolutista que ocupó Solsona. Destacado por su fanatismo y crueldad, combatió en la primera guerra carlista, siendo nombrado por el pretendiente Carlos V mariscal de campo. En 1846 inició el levantamiento que condujo a la segunda guerra carlista.

Terminada la Segunda Guerra Carlista, el carlismo entra en una especie de letargo.


Terminada la Segunda Guerra Carlista, el carlismo entra en una especie de letargo. Consolidada la Monarquía isabelina, bendecida por la Iglesia y con un liberalismo político de mínimos, el carlismo parece condenado a desaparecer. No es así. Una nueva función histórica le espera: la de convertirse en la reserva espiritual y fuerza movilizadora de las clases más conservadoras.

Diversas circunstancias permiten el aplastamiento del movimiento carlista en mayo de 1849.


La Revolución Francesa de 1848 reanima a progresistas avanzados, demócratas y republicanos, que levantan partidas en colaboración circunstancial con las carlistas recuperadas ahora por Ramón Cabrera, el Tigre del Maestrazgo, que vuelto de Francia, intenta transformar las partidas guerrilleras en un ejército capaz de enfrentarse con garantías a las fuerzas isabelinas. Sin embargo, la liquidación de la guerrilla de izquierdas («Fracaso de la conspiración de Montjuïc») y la política de subordinación dirigida a algunos cabecillas carlistas (Bep de l’Oli), juntamente con el proceso de recuperación económica y el cansancio del país, permiten el aplastamiento del movimiento en mayo de 1849.