En China, con los reyes ZHOU irrumpe la identificación entre los mandatarios y el cielo. Son sus reyes quienes se autoproclaman “hijos del cielo”, legitimados por “el mandato del cielo”. Por supuesto, China sólo podrá ser el “Imperio celestial”. Para bien o para mal, el florecimiento registrado con la dinastía ZHOU imprime el carácter autocomplaciente del pueblo, que simpre se considerará único.

GONG WANG, rey de la dinastía de los ZHOU occidentales.

XUAN, rey (827-782 aC) de la dinastía de los ZHOU occidentales. Diversas incursiones de poblaciones nómadas del Norte, seguramente ya a caballo.

En China, la dinastía ZHOU queda dividida en dos zonas geográficas, fruto de la dinámica de confrontación entre los pueblos asentados: los ZHOU del Oeste, agrícolas y por lo general cultivados, y los ZHOU del Este, pueblos nómadas, más belicosos e ignorantes. Los del Este, en la fecha, desplazan a los del Oeste de su capital, sumiendo al país, durante varios siglos (770-221 aC), en una lucha entre principados que se disputan la hegemonía. Este período, durante el cual se suceden las hegemonías, se conoce como Chunquiu (primaveras y otoños), del nombre de los Anales del país de Lu, atribuidos a CONFUCIO.

China continúa dividida en reinos feudales. Alrededor de la fecha entra en la Edad del Hierro.

Aparecen en China varias escuelas éticas. Una supuestamente fundada por LAO-TSE (de quien nada se sabe que no sea legendario) aparece hacia el 565 aC. Se llama taoísmo, filosofía de liberación individual según el principio de Tao (=”la vía”). Prescinde de formalidades, rituales y ceremonias. Considera que sólo la recta existencia es importante.

Nace Kung Fu-tse (CONFUCIO) (551-479 aC). Enseñará moral y ética. (Resulta curioso que en este siglo surjan, independientemente, importantes reformas religiosas a lo largo de todo el mundo civilizado, desde China hasta Sicilia. Aparecen, en efecto, el confucianismo y el taoísmo en China; el jainismo y el budismo en la India; el zoroastrismo en Persia; el judaísmo en Judea; las religiones mistéricas en Grecia; el pitagorismo en Italia, y, en buena medida, la filosofía racionalista en Jonia).

CONFUCIO con 22 años funda la primera escuela particular de China, que llegará a contar con 3.000 alumnos.

Confucio no era príncipe, como Sidharta (Buda), pero sí, en cualquier caso, hijo de un alto funcionario. Después de haber accedido también él al funcionariado, fue despedido de su puesto a los 35 años por exponer con demasiada libertad lo que, en su opinión, no marchaba bien en el país -hace dos mil quinientos años los disidentes eran ya una espina clavada en el ojo de las autoridades-. Sin embargo, las intenciones de Confucio al criticar a su país eran buenas. Deseaba la creación de un imperio unido, con una autoridad central fuerte, sin luchas ni guerras civiles. Todos los habitantes de aquel imperio debían participar en la vida pública y contribuir a que la gente pudiese convivir en paz. Sus enseñanzas, que sólo transmitió oralmente, hablan principalmente de esa convivencia buena y pacífica. “Trata a todos como te gustaría ser tratado tú mismo”, dice uno de sus principios fundamentales.

QIN (capital en Xianyang) se convierte en el estado chino hegemónico.