Entre el año -900 y el -600, los fenicios se expanden por el Mediterráneo y fundan algunas colonias en las costas andaluzas: Gades, Majaca, Sexi, Abdera (es decir: Cádiz, Málaga, Almuñécar, Adra en Almería) y una serie de factorías o fábricas cuya lista se va ampliando a medida que progresan los estudios arqueológicos (Aljaraque, Toscanos, Morro de las Mezquitillas, Guadalhorce…). Por lo general se trata de pequeños poblados situados junto a la desembocadura de un río. Estos enclaves cumplen la triple función de servir de atracadero y base a los buques de carga, de fábrica de algunos productos y de centro de almacenamiento y de distribución. Los fenicios no explotan directamente las minas. Se limitan a suministrar a los jefes indígenas la tecnología necesaria y a monopolizar el comercio del metal extraído. El interlocutor indígena que aparece en los textos relativos a la Península Ibérica es Tartessos.

El mayor suministrador de materias primas de los fenicios es el legendario reino de Tartessos que se extiende por el Levante y el sur de la Península Ibérica. Allí hay de todo en gran abundancia: filones de plata, minas de cobre, vetas de estaño. Es un gran reino que sobresale por sus riquezas naturales en productos agrícolas y mineros, por su comercio e industria, por sus leyes y gobierno de sus reyes. El comercio de los metales se complementa con el de otros productos igualmente valiosos, principalmente pieles, esclavos y esparto.

¿Qué es Tartessos?. Lo que los autores antiguos mencionan es un río cercano a Gadir (Cádiz) en la Península Ibérica, un río “de raíces argénteas” (seguramente el Guadalquivir, que discurre al pie de sierra Morena, rica en plata; pero también pudiera ser el Guadalete o incluso el Tinto). Luego hablan de un reino y de una región llamados Tartessos, nunca de una ciudad. Tartessos seguramente nunca pasará de ser una asociación de régulos o caudillos locales en torno a una dinastía algo más fuerte que representará al grupo ante los fenicios. Gadir (Cádiz) llegará a ser el imperio de los metales. La plata y el plomo argentífero de Tartessos, el estaño que a través de las costas atlánticas llegará desde Bretaña y el oro que los barcos tartessos traen de las costas africanas allí se almacenan para ser exportados a los confines del Mediterráneo.

Se inicia la etapa de apogeo del territorio tartésico (700-550 aC). De constituir modestos poblados de cabañas, habitados por una población relativamente dispersa, los asentamientos se transforman a partir del siglo VII aC en grandes ciudadelas, dotadas de una urbanística regular y organizada en torno a grandes viviendas rectangulares de piedra, lujosamente decoradas por el interior. La densidad poblacional en todo el bajo Guadalquivir y en Huelva es entonces considerable -síntoma de prosperidad y de una economía equilibrada- Suministran cobre, plata y oro. Fueron los mismos factores económicos y comerciales los que, más tarde, generaron la crisis de Tartessos: cambios en la demanda de materias primas por parte del mercado mediterráneo, agotamiento por sobreexplotación de los filones de plata y de oro.

Los Cartagineses -herederos de la obra de los fenicios- se establecen en la isla de Ibiza donde fundan la colonia de Ebessus. El interés por dominar esta isla radica, sin duda, en el valor estratégico de su posición que permite obstaculizar el comercio tartesso (al sur de la Península Ibérica) con el griego e intentar controlar el Mediterráneo central donde fundarán pequeñas factorías de distribución de ánforas como la d’Aldovesta en el valle del Ebro.

Después de brillar durante siglos, de pronto, en el espacio de muy pocos años, Tartessos desaparece del mapa. ¿Qué ha sucedido? Parece que Tartessos se esfuma porque se ha quedado sin mercados.

El el año de la fecha, después de un asedio de trece años, los asirios (NABUCODONOSOR II) conquistan Tiro, la ciudad fenicia que controla casi todo el comercio tartésico.

El hueco que deja Tiro lo ocupan en seguida los avispados griegos foceos que llevan siglos compitiendo por el mercado de los metales. El Creciente Fértil no puede quedar privado de sus suministros de estaño. ¿De dónde procede casi todo el estaño?. De Bretaña y las islas Británicas. Los griegos foceos se hacen cargo de la cartera de clientes de los fenicio-tartesios y derivan el estaño por la ruta del Ródano y Saona hacia Massalia (Marsella), su gran emporio comercial. También los etruscos se apresuran a participar en el Mediterráneo. La tensión va creciendo. Pero la euforia durará poco porque los cartagineses, considerándose legítimos herederos de Tiro, arremeterán contra ellos y recuperarán sin contemplaciones los mercados perdidos. La malhumorada reacción cartaginesa dejará elocuentes huellas arqueológicas: en Sicilia y el Levante español se encontrarán numerosos rastros de poblados griegos destruidos a finales del siglo VI. En algunos casos el grueso estrato de cenizas probará que el saqueo ha sido seguido de incendio.

Griegos y cartagineses/etruscos, después de la batalla naval de Alalia, en la fecha, establecen sus respectivas zonas de influencia: los griegos comerciarán con el norte de la Península Ibérica y los cartagineses con Levante y el sur. Con ello queda interrumpida la expansión griega y la colonización ya no prosigue. Los cartagineses destruyen las ciudades tartésicas y algunas colonias griegas, como Maineke, apoderándose de todo el imperio tartesso que se extiende por Andalucía y Murcia, para la explotación de las mayores minas de plata de la antigüedad. Los cartagineses recuperan los mercados de la Península sin contemplaciones y bajan los humos de los caudillos y reyezuelos que han aprovechado el eclipse fenicio para comerciar por su cuenta. La frase “Non plus ultra” expresa el cierre del estrecho de Gibraltar por los cartagineses a fin de impedir la presencia de otros navegantes.

Por estas fechas desaparecen los testimonios escritos que hacen referencia a los tartessos.