La sociedad ibérica es compleja, las élites que antes atesoraban riquezas como el Tesoro de Villena, reinvierten parte de este excedente en actividades de representación, grandes monumentos funerarios y conjuntos escultóricos que reproducen un complicado imaginario religioso y social. Animales reales y fantásticos, figuras humanas en atuendo de guerrero, sacerdote o dama engalanada, se erigen en símbolo de la élite urbana y dan testimonio de sus formas de vida. Estas manifestaciones artísticas alcanzan su máximo nivel en el centro y sur del País Valenciano, habitados respectivamente, por las tribus de los edetanos y los contestanos, con muestras de tan alto valor como la denominada “Dama de Elche”. El uso del hierro, que es más fácil de conseguir que el bronce, representa una revolución económica, ya que permite mejorar la cualidad de las herramientas agrícolas.

El arte romano es subsidiario del arte mesopotámico, del egipcio y del griego; sin embargo, dos fenómenos le confieren gran importancia. En primer lugar, Roma aportó a las creaciones artísticas anteriores su gran sentido práctico y su impronta tecnológica (los romanos fueron antes ingenieros y urbanistas que arquitectos). En segundo lugar, Roma amplio el margen geográfico de las sociedades urbanas complejas al extender su imperio desde las islas británicas a los confines orientales de Anatolia, desde los ríos Rin y Danubio a los bordes fértiles del norte de África. El arte romano es ecléctico (estilo o corriente artístico que toma elementos de otros, mezclándolos). Es también un arte político, monumental y propagandístico.

Los muros interiores de las casas romanas se recubrían con estuco y se adornaban con pinturas murales de gran calidad técnica y estética. Las casas de Pompeya y Herculano, sepultadas por la erupción del Vesubio en el siglo I dC. permiten conocer todo el esplendor de la pintura romana. Es una pintura naturalista, de colorido vivo, con efectos de ilusionismo espacial y pincelada suelta. El mosaico se utiliza como pavimento de los locales públicos y de los hogares pudientes. Su técnica es depuradísima y su temática similar a la de la pintura (escenas mitológicas, de cacería, bodegones, paisaje,etc) La cerámica es menos refinada que la griega; no así la orfebrería y la joyería en general (camafeos).

Las obras de arte ibérico del noredeste de la península son de cualidad menor que las de otras zonas ibéricas más meridionales. Se conservan algunos relieves, cremadores de perfumes (en forma de cabeza femenina) y muchas piezas de orfebrería (pendientes y collares de oro). Destaca el denominado tesoro de Tivissa (del segle III o II aC.), encontrado en la zona ocupada por los ilercavones. Se trata de diversas piezas de clara influencia griega. Con referencia a la cerámica ibérica muy influida por la griega se han encontrado piezas decoradas con motivos geométricos o vegetales y alguno animal.

Se denomina arte paleocristiano a las manifestaciones tempranas del arte cristiano. Las primeras manifestaciones del arte paleocristiano son los enterramientos o catacumbas, que revisten poco interés artístico ya que son rudimentarios, pero en ellos encontramos las primeras muestras de los que será la Iconografía cristiana, el conjunto de temas que dominarán el arte occidental hasta, prácticamente, el siglo XIX: escenas del Antiguo y Nuevo Testamento, descriptivas o simbólicas.

Los pueblos germánicos se cristianizan y desarrollan un arte que se engloba dentro del paleocristiano. Pero las invasiones germánicas empobrecen Occidente también en lo artístico. Una excepción es la península Itálica, que no olvida la magnificencia romana (por ejemplo, la corte imperial en Rávena, con influencias bizantinas). En la península Ibérica, en la antigua Galia y en Aquisgrán, se conservan algunas muestras de su arte. Las artes suntuarias son ricas tanto en la península Ibérica como en el resto de Occidente. La ilustración de libros es también una práctica de este período.

El Imperio de Oriente se desarrollará desde la época de JUSTINIANO I (siglo VI dC) hasta su caída en 1453. Se pueden generalizar, por otra parte, algunas de las características del arte bizantino, aunque, lógicamente, un marco temporal tan amplio incluye variaciones y evoluciones en lo estilístico. Lo mismo sucede con el marco espacial. Como en el Occidente, se valorará más el interior de los edificios que el exterior; por esta razón los decorarán profusamente con mosaicos. Muestra peculiar del arte bizantino son los iconos, imágenes pintadas transportables (representan a Cristo, la Virgen, los santos, etc) Su soporte suele ser de madera. La iluminación de libros y otros artes suntuarios, alcanzarán un alto nivel en Bizancio.

Un elemento característico del arte musulman es la abundancia decorativa. Muros, arcos, entradas, etc. se cubren con decoración que jamás es figurativa, sino geométrica o caligráfica, y ello porque la tradición musulmana -no el Corán- prohíbe la representación de imágenes. La miniatura y la cerámica islámicas -cerámica vidriada que será la base de la riquisima cerámica ornamental o funcional que desde la estancia musulmana se practica en todos los rincones peninsulares- son de una variedad y belleza extraordinarias. El tejido es de una gran perfección; las cultura cristianas medievales fueron incapaces de emularlo y tuvieron que importarlo de Oriente. Aunque de menor calidad, tambien los productos Ándalusíes tienen amplia difusión en el empobrecido Occidente medieval. La cultura islámica destaca también en el trabajo de los metales y del marfil.

A partir del siglo IX, gentes cristianas asentadas en territorio Ándalusí emigran hacia el norte; el arte que producen al asentarse en la zona cristiana se denomina mozárabe o de repoblación. Tiene elementos visigodos, asturianos y musulmanes. Fue importante en esta época la reproducción e ilustración de libros. Los llamados “Beatos” son libros bellamente ilustrados que comentan el texto bíblico del Apocalipsis de S.Juan escrito en 776 por el Beato de Liébana.

En el terreno artístico, la orden benedictina renovada en Cluny impulsará el estilo románico con la construcción de la iglesia del monasterio, modelo que se extiende a otras edificaciones. Estos templos son sobrios, pero sólidos y permanentes (el material más empleado es la piedra) y desprovistos de ornamentación. Las iglesias románicas se convirtieron en “fortalezas de Dios”. Con el tiempo, una fiebre constructora se apoderará del Occidente cristiano, y las primeras catedrales se construirán siguiendo las premisas de un Románico más evolucionado.