Los combatientes del gueto de Varsovia acaban su lucha organizada. Desde entonces, los judíos se esconden en los refugios que han construido, aunque centenares son capturados. Muchos se suicidan, y algunas mujeres detonan granadas que tienen escondidas bajo su ropa cuando son arrestadas. Conociendo que el final del levantamiento se acerca, la población civil se aglomera en las puertas del gueto, más que todo por curiosidad, porque el anti-semitismo y el miedo a los nazis han ahogado cualquier simpatía hacia la causa judía. El gueto continúa siendo arrasado diariamente, el general Jürgen Stroop relata en su diario como «familias enteras se arrojan por las ventanas de los edificios incendiados». El 6 de mayo apunta que ha capturado a mil quinientos judíos y ha asesinado a 365 combatientes, a los que Stroop califica como bandidos.

Ese mismo día los alemanes capturan el cuartel general del ZOB, siendo ejecutados inmediatamente todos los que se encontraban allí. Mordechai Anielewicz y su novia se suicidan antes de la llegada de los alemanes, también lo hacen la mayoría de los líderes. Otro dirigente, Marek Edelman, logra escapar gracias a un camión de la Armia Krajowa, que espera camuflado en una alcantarilla a las afueras del gueto. Los alemanes deciden que ya es hora de acabar con la lucha y empiezan a quemar el gueto, los sobrevivientes se esconden en las alcantarillas, padeciendo un hambre y sed atroces. Sin municiones, no pueden suicidarse, por lo que piden a sus compañeros que los maten. Para evitar que el incendio pase los límites del gueto, los bomberos de Varsovia son desplegados afuera.

Debido a las tácticas de guerrilla de las que hacen uso los judíos, los alemanes dejan de atacar por la noche. Los insurgentes judíos y polacos aprovechan para intentar romper el cerco alrededor del gueto, pero fracasan. Para el 8 de mayo se totalizan 20 días de combates continuos, en este punto los edificios del gueto son unas ruinas humeantes, y en sus sótanos se encuentran escondidos los supervivientes, que comparten el refugio con los cadáveres de los caídos, que a su vez son devorados por las ratas.

Los alemanes capitulan en el norte de África el 13 de mayo de 1943. En total, han perdido más de 200.000 hombres en las campañas en esa región, y los británicos, otros tantos. Pero ahora el territorio lo domina los Aliados. Rommel consigue escapar.

Tras la invasión de la Unión Soviética por las tropas alemanas en 1941, el Komintern se ha convertido en un estorbo para las relaciones soviéticas con las potencias occidentales. Por ello, en la fecha, STALIN disuelve la organización.

A mediados de 1943, el Mando de Bombardeo concentró 43 incursiones sobre la principal zona industrial alemana del Ruhr. El ataque más osado es el que lleva a cabo el escuadrón 617, conocido como los «Dambusters». El objetivo de la incursión es destruir las presas de Moehne, Schelme, Eder y Sorpe, que suministran la mayor parte de la electricidad de la región. Sólo lo consiguen de Moehne y Eder,

Para el 16 de mayo, Stroop declara, en el gueto de Varsovia, que la batalla ha terminado y la sinagoga de la calle Tlomacka es demolida como símbolo del fin de la existencia judía en Varsovia. Los colaboracionistas polacos inician la persecución de los supervivientes del gueto, y le ponen un nombre a la misma: la caza del judío. Sin embargo, muchos logran escapar, viviendo escondidos hasta el alzamiento de 1944, donde las fuerzas alemanas también triunfaron.

Las pérdidas de los submarinos U aumentan de forma alarmante, y el gran almirante alemán Karl Dönitz admite la derrota en la batalla del Atlántico con la retirada de los submarinos de las conflictivas aguas. Una combinación de bombarderos de largo alcance, grupos de radar y cazadores de sumergibles han hecho del Atlántico un lugar peligroso para los submarinos U.

A los tres años de la entrada alemana en París, Charles de Gaulle se proclama jefe de la Francia libre y, en Argel, donde traslada sus cuarteles e incorpora las tropas francesas que hay en las colonias del norte de África a su movimiento, se proclama presidente del Comité Francés de Liberación Nacional, por lo tanto, jefe de la resistencia nacional contra el invasor y presidente del Gobierno provisional llegando a ser considerado el símbolo de la Francia libre.

El general Sikorski, jefe del gobierno polaco en el exilio durante la Segunda Guerra Mundial, muere cuando vuela a Londres desde la base británica de Gibraltar. Wladyslaw Sikorski ha denunciado la autoría soviética del crimen de Katyn de 1941 –que Moscú atribuye a Alemania–, sin que británicos y estadounidenses quieran reconocerla a fin de no dañar la alianza con Stalin para acabar con el Tercer Reich. La muerte del general Sikorski es envuelta en un halo de misterio que se prolongará durante los decenios que se demorará el reconocimiento de la matanza por parte de Moscú. ¿Accidente o asesinato? Diversas hipótesis y numerosos testimonios contradictorios han alimentado teorías de la conspiración que señalan tanto a Stalin como a Churchill, e incluso a adversarios polacos de Sikorski. Aquel 4 de julio, Sikorski despega de Gibraltar a las once de la noche en el cuatrimotor B-24 Liberator, de fabricación estadounidense, que se estrella en el mar a menos de un kilómetro de la costa cuando apenas ha alcanzado la altitud de vuelo.