Una de las preocupaciones más notables de los barceloneses del primer tercio del siglo XIX hace referencia al proveimiento de agua a la ciudad. El crecimiento de la población y un notable progreso de las ideas sanitarias llevan al interés colectivo para que no falte el agua pública a Barcelona. En la fecha, empieza a llegar el agua desde la mina de Montcada después de llevar a cabo un proyecto que ha tardado un año en realizarse. La primera conexión es a la fuente del obelisco de Santa Eulalia, en la plaça del Pedró. Muchas personas hacen cola para probar este agua que se anuncia como muy buena y que ha de resolver por mucho tiempo los problemas de proveimiento que tiene la ciudad.

Para conseguir el dinero necesario para pagar el empedrado de las calles de Barcelona, se pone en funcionamiento, en la fecha, una rifa. Es la que se llama «rifa dels empedrats» y que consigue mucha popularidad. Con el cebo de la suerte se consigue la contribución de los ciudadanos a las mejoras públicas. La rifa funciona con regularidad hasta el año 1881 que es suprimida por orden de Madrid para que no estorbe la Lotería Nacional.

La navegación submarina española se cobra su primera victima en el catalán Cervó quien estaba experimentando con su nave submarina. Falleció al intenar sumergirse con su aparato en el puerto de Barcelona.

La tradicional industria textil algodonera catalana ha empezado su modernización a finales del decenio del 1820. Las medidas proteccionistas adoptadas por el gobierno español a partir de 1827, que prohibían la importación de manufacturas de algodón extranjeras, estimulan este sector. Así, entre 1832 y 1833 se instala en Barcelona la fábrica Bonaplata, Vilaregut, Rull y Compañía, la primera de España que utiliza el vapor para hacer mover la maquinaria. De este modo, Catalunya empieza un proceso de transformación económica y tecnológica que la convertirá en la primera región industrial del estado. Una de las empresas más importantes es la España Industrial.

En la fecha, Francisco Palau viste el hábito de carmelita teresiano en el convento de San José de Barcelona.

La «Renaixença», además de su dimensión cultural y literaria, mantendrá una estrecha vinculación con las reivindicaciones políticas de la época, el catalanismo político y la reivindicación nacional. La «Renaixença» se rige por la concienciación nacionalista lograda por la burguesía a raíz de los cambios provocados por la revolución Industrial. Aparece fundamentalmente en la ciudad de Barcelona, pero progresivamente se extenderá por todo el país. Después de tres siglos de decadencia cultural catalana, agravada a raíz del decreto de Nueva Planta (1716) y la política centralizadora de los Borbones, este proceso experimenta un cambio importante a partir del año 1833 gracias a las voces de Ballot, Puigblanch y Bonaventura Carles Aribau, que empiezan a reclamar el uso de la lengua catalana.

En este año, se inaugura la Plaza de S.Jaime tal cual ahora la conocemos. También se inaugura la primera plaza de toros de Barcelona -el Torín- en el huerto de Bacardí en la Barceloneta.

En 1834, la Societat Econòmica Barcelonina d’Amics del Pais se reorganiza y se convierte en una gran defensora del proteccionismo arancelario y de la educación de las clases populares. La burguesia catalana representada en esta sociedad está especialmente interesada en potenciar la educación de las clases populares. Considera la educación un elemento fundamental de regeneración moral y social.

El teatro es uno de los pasatiempos preferidos de las diferentes clases sociales de la época. Durante el Trienio Liberal se destaca el teatro popular y desenvuelto de Josep Robrenyo. La muerte de Fernando VII y la revolución liberal favorecen la representación de obras de carácter romántico, especialmente a partir de 1835. El teatro más importante de Barcelona, al menos hasta la construcción del Liceo (1847), será el de la Santa Creu o Principal, pero hay otros locales que funcionan como teatro, como el de la calle Jonqueres, el de la Barra de Ferro, el de Trentaclaus y el de la plaça de Boters, en la Barceloneta. En las casas particulares, especialmente de la nobleza y la burguesía, son frecuentes las representaciones teatrales en dias señalados (onomásticas y aniversarios).

Se funda la Associació de Teixidors de Barcelona que alcanza de inmediato los tres o cuatro mil asociados. La asociación recoge cuotas y con ellas paga jornales a sus asociados que se encuentran en huelga. A continuación son fundadas otras organizaciones obreras con la misma finalidad principal, tanto en Barcelona como en otras poblacios.