FLORENCIA

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FlorenciaCapital de Italia entre 1865 y 1871 durante la Unificación italiana, en la edad media fue un importante centro cultural, económico y financiero. Conoció su época de mayor esplendor tras la instauración del Gran Ducado de Toscana bajo el dominio de la dinastía Médici.

LEONARDO pasó de Florencia a Milán. Florencia resultaba para él demasiado literario y clasicizante.


LEONARDO pasó de Florencia a Milán. Florencia, a pesar de todo su esplendor, resultaba para él demasiado literario y clasicizante. Entre los florentinos él era juzgado como un hombre sin cultura porque no le interesaba el latín y todavía menos el griego, y prefería aprender directamente a partir de la naturaleza y de la experiencia. En cambio, en Milán, todo lo contrario de Florencia, las matemáticas y la mecánica eran tenidas en gran estima. Fue su elección la típica de un científico. Un pintor que se hubiese considerado únicamente como tal hubiese permanecido en Florencia. Sin embargo cobraba poco y tarde y ello le reportaba, lógicamente, muchos problemas.

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La prodigalidad de Lorenzo pone en peligro la fortuna de los Médicis y la economía de Florencia.


La excesiva dedicación de LORENZO de Médicis a los asuntos políticos y artísticos y, sobre todo, la escasez de oro, debida al desvío de éste, procedente del Sudán, por los portugueses, son causa de la ruína de sus factorías de Londres, Brujas y Lyon. Su prodigalidad pone en peligro la fortuna de los MÉDICIS y vinculada su fortuna personal a la economía florentina, lleva a su ciudad a la bancarrota.

Pronto la fama de predicador de SAVONAROLA, de la Orden de los dominicos, se extiende por el norte de Italia.


Pronto la fama de predicador de SAVONAROLA, de la Orden de los dominicos, se extiende por el norte de Italia y llega a oídos de LORENZO de Médicis, quien tiene los resortes del poder en la república de Florencia. “El Magnífico” reclama a SAVONAROLA y el general de la Orden, que tanto debe a los Médicis, lo envía allí para que actúe como lector en el convento de San Marcos, que lo acoge el mayo de 1490. LORENZO de Médicis encarna para SAVONAROLA no el esplendor cultural de aquel momento -esplendor que SAVONAROLA menosprecia- sino el poder y la tiranía.

Lorenzo de Médicis, arquetipo del goce de la juventud, empieza a tener achaques por la gota hereditaria.


LORENZO de Médicis, arquetipo del goce de la juventud, empieza a tener achaques a partir de 1491: violentos dolores en el estómago y molestias articulares en todo el cuerpo. No es nada difícil para los médicos formular su diagnóstico: gota hereditaria.

Fallece Lorenzo de Médicis tras un estúpido tratamiento médico de acuerdo al prestigio del enfermo.


La gravedad de LORENZO de Médicis se conoce en toda Italia y LUDOVICO el Moro, duque de Milán, se cree en la obligación de enviarle a su médico de cámara, que es el fantástico y dilapidador Lazzaro di Pavia. Este prescribe a LORENZO un remedio supremo compuesto de diamante pulverizado y perlas trituradas. La estúpida y fastuosísima mixtura corresponde a la gloria resplandeciente del duque de Milán, a la fama de su médico y al prestigio del paciente. Tiene la virtud de apresurar su muerte, que ocurrirá el 9 de abril, a los dos días del tratamiento. LORENZO, a pesar de no haberse captado la amistad de SAVONAROLA, cuando, en la fecha, se encuentra en el lecho de muerte es a Fray Jerónimo SAVONAROLA a quien requiere para recibir la última absolución. A su lado están dos de los personajes más plenamente renacentistas de la Florencia del siglo XV: Pico della Mirandola y Angelo Poliziano.

Con Pedro de los Médicis, empieza a declinar la estrella de la familia.


Tras la muerte de LORENZO de Médicis, la estrella de los MÉDICIS, representada por su hijo, el mediocre PEDRO, empieza a declinar. “La paz de Italia ha concluido” exclama el papa INOCENCIO VIII ante la noticia de la muerte de LORENZO el Magnífico. (Lorenzo de Médicis además de PEDRO, tiene otro hijo, JUAN, que llegará a ser el Papa León X y JULIANO, duque de Nemours)

SAVONAROLA intenta un régimen teocrático que imponga la moral pública desde el poder.


SAVONAROLA intenta un régimen teocrático que imponga la moral pública desde el poder. Se prohiben todos los pasatiempos que han deleitado a la Signoria de los MÉDICIS y han hecho de Florencia una refinada meca del hedonismo cosmolita.

Los florentinos dejan de acicalarse, de pintarse los labios, de maquillarse los ojos y hasta de bañarse considerándolo un acto de lujuria.


Los florentinos dejan de acicalarse, de pintarse los labios, de maquillarse los ojos y hasta de bañarse considerándolo un acto de lujuria y una añagaza del demonio. SAVONAROLA durante unos meses dirige los hilos de la política exterior de Florencia, del mismo modo, en definitiva, que su antecesor y aborrecido enemigo LORENZO de Médicis, sin ostentar ningún cargo, pues estos corresponden siempre al Gonfaloniero mayor, a la Signoria, al Tribunal de los Ocho, al Consejo de los Diez y al Consejo Mayor.

En Florencia se prohiben las apuestas, los bailes, las carreras de caballos. Los contraventores incurrían en penas severísimas.


En Florencia se prohiben las apuestas, los bailes, las carreras de caballos. Los contraventores incurrían en penas severísimas, que eran pronunciadas después de extenuantes interrogatorios, a menudo acompañados de tortura. Se arrancaba la lengua a los blasfemos y no se reservaba mejor suerte para los homosexuales de los que, según parece, estaba llena la ciudad en aquellos tiempos… de hecho los alemanes apodaban a la homosexualidad “el vicio florentino”. Una red de informadores y de espías que tenía por nombre “Compañía de la esperanza” y que estaba constituida en su mayor parte por adolescentes y niños piadosos y malignos que espiaban y denunciaban la posible impiedad de los vecinos e incluso de sus padres y familiares vigilaban la vida privada de los florentinos y denunciaban la más mínima infracción al fraile (Girolamo Savonarola), quien a su vez la denunciaba a la Signoria.

Esta pieza también aparece en ... GIROLAMO SAVONAROLA • HOMOSEXUALIDAD

PEDRO, el hijo de LORENZO de Médicis, en lugar de defenderse, trata de comprar a CARLOS VIII.


Florencia está en el camino hacia Roma de la invasión de Italia que este nuevo azote de Dios, CARLOS VIII, ha iniciado. A la noticia de la invasión de los franceses, PEDRO, el hijo de LORENZO de Médicis, en lugar de prepararse para la defensa, trata de comprar a CARLOS VIII -que ha decidido entrar en Florencia no como enemigo sino como aliado- con doscientos mil florines, y lo consigue de momento. Pero los florentinos no perdonarán aquella cobardía y PEDRO será expulsado de Florencia.