JULIO CÉSAR (Dictador romano)

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Los asesinos del César creen que el pueblo los tomará bajo su protección. Nada más lejos de la realidad.


El cuerpo de CÉSAR queda tendido en el atrio desierto durante un tiempo. El médico Antistio analiza el cadáver y revela que de las 23 heridas que presenta, sólo una ha sido mortal. Poco después llegan tres esclavos que lo cargan en una litera para llevarlo a casa. Los conjurados no han tenido el coraje de arrojar sus restos al Tíber, como estaba planeado, y esta humana debilidad les hace perder la partida, pues es justamente el uso político y emotivo de aquel cadáver lo que permite el contraataque de los cesarianos. César yace muerto. Sus asesinos creen que el pueblo, satisfecho por la muerte del tirano, los tomará bajo su protección. Nada más lejos de la realidad. Los senadores y el mismo Marco Antonio, atemorizados y perplejos, se dispersan y en Roma comienza a reinar el pánico. Los conjurados, por su parte, se retiran al Capitolio para dar gracias a los dioses del Estado. No tenían otros planes que acabar con el tirano y restaurar la libertad.

JULIO CÉSAR ha sido asesinado por lo que era, no por lo que habría podido llegar a ser.


JULIO CÉSAR ha sido asesinado por lo que era, no por lo que habría podido llegar a ser. La dictadura perpetua había alejado toda esperanza de retorno a un gobierno constitucional, de modo que para los conspiradores el presente era intolerable y el futuro sin esperanza. Era, pues, necesario actuar deprisa y acabar con el tirano, antes que el paso del tiempo y los beneficios de la paz y el orden calmasen los resentimientos contra él. «Hombres de honor», Marco Bruto y sus aliados se han convertido en asesinos para suprimir a un aristócrata, amigo y beneficiario suyo, en aras de la dignidad y los intereses de su propia clase (cuya hegemonía colectiva en Roma a través del Senado se veía amenazada por la dictadura de César. JULIO CÉSAR ha sabido imponerse con autoridad en un momento de transformaciones sociales y políticas, acabando con el régimen republicano, anacrónico e incompatible con el poder absoluto, que exigen los tiempos, iniciando la época imperial. Y es que Roma, orgullosa de su tradición republicana, no está madura para semejante cambio.

El Senado romano diviniza a Julio Cesar.


El Senado romano diviniza a JULIO CÉSAR.

Esta pieza también aparece en ... ROMA (REPÚBLICA) (509 aC - 27 aC)