En la fecha, se firma la Declaración de Corfú, pacto que se publicará conjuntamente por un Comite yugoslavo en el exilio y por el gobierno serbio refugiado. En él se propone el ulterior desarrollo de un proyecto de formación de un estado en los Balcanes que agrupe a serbios, croatas, eslovenos y montenegrinos. De hecho, el concepto de la creación de una nación yugoslava, o sea, que agrupe a todos los eslavos del sur, surgió entre intelectuales croatas y eslovenos durante el siglo XVIII, concepto al que se incorporan los serbios. Pero son éstos quienes pasan a catalizar la idea de la creación de una nación yugoslava a la que se incorporarán croatas y eslovenos.

El punto undécimo de los famosos “Catorce Puntos” del presidente estadounidense Wilson está íntegramente consagrado a esa nueva Gran Serbia, que ve así recompensados sus esfuerzos bélicos en favor de los aliados: “Rumania, Serbia y Montenegro deberán ser evacuadas; los territorios ocupados deberán ser restaurados; a Serbia deberá garantizársele un acceso libre al mar; las relaciones entre los estados balcánicos deberán ser determinadas por un intercambio amistoso de opiniones basadas en sus elementos comunes tradicionales y nacionales, históricamente establecidos; deberán darse garantías internacionales de independencia política, económica y de integridad territorial en favor de esos diferentes estados”.

Se designa a la antigua familia real serbia -KARAGEORGEVIC- para que rija el nuevo Estado y se proclama rey a PEDRO I (1918-1921), bajo la regencia de su hijo ALEJANDRO. De hecho, la monarquia KARAGEORGEVIC querrá preservar el Estado mediante el autoritarismo real y con la creación de un falso nacionalismo yugoslavo que disimulará mal su profunda naturaleza panservia.

En la fecha, Belgrado, capital de Serbia, ha “completado su reorganización” para convertirse en el “Reino de los serbios, croatas y eslovenos”, (en 1929 este nombre se cambiará por el de “Yugoslavia”). No se hace mención sobre la amplia serie de minorías no eslavas: alemanes, húngaros, albaneses, italianos y griegos, que vivirá en el mismo territorio. Yugoslavia sobrevivirá como un solo Estado desde 1919 hasta 1941.

Los límites del “Reino de los serbios, croatas y eslovenos” quedan fijados en la Conferencia de la Paz (1919) y en posteriores acuerdos. Bosnia y Herzegovina también quedan incorporados a este Reino, así como una parte de Eslovenia y Montenegro (Se dibuja la futura Yugoslavia). Por otra parte, la provincia croata de Istria y Zadar (o Zara) sigue perteneciendo a Italia hasta 1945.

En el Tratado de Versalles se proclama el “Reino de los serbios, croatas y eslovenos”. Este nuevo Estado supone el sueño medieval de la Gran Serbia, que extiende así su dominio práctico sobre todos los eslavos del sur y que une, por primera vez, a pueblos que no han tenido nunca nada en común, ni lengua, ni alfabeto, ni religión, ni la manera de comprender el mundo en que viven, excepción hecha de sus remotos orígenes eslavos.

El hijo de Pedro I que hasta entonces ha actuado como regente, se convierte en el rey ALEJANDRO I. El “Reino de serbios, croatas y eslovenos” forma parte de la Pequeña Entente, con Rumanía y Checoslovaquia, pero internamente se halla en un estado de gran desorden. Continúa la tradición balcánica de eliminar la oposición política por el método directo del asesinato: por ejemplo, el rey sufre dos atentados contra su vida.

En el “Reino de los Serbios, Croatas y Eslovenos”, el heredero, ALEJANDRO, actúa como regente, pues su padre, PEDRO I, está incapacitado para reinar. PEDRO I muere el 16 de agosto de 1920.

Constitución de San Vito por la que prevalece el centralismo serbio. En efecto, en el “Reino de los serbios, croatas y eslovenos”, la nueva Constitución de tipo centralizador, provoca la aparición de un movimiento de oposición croata contrario a la política hegemónica de los serbios.

ALEJANDRO I tras infructuosas consultas con Macek, sucesor del asesinado primer ministro Radec y ante la situación política en el “Reino de los serbios, croatas y eslovenos”, da, en la fecha, un golpe de Estado desde el trono, disuelve el Parlamento, suspende la Constitución de 1921 e implanta una dictadura regia. Suspende todos los partidos políticos y gobierna por decreto. Una nueva administración que divide el país en banatos, sin tener en cuenta las nacionalidades. ALEJANDRO I cambia oficialmente el nombre del “Reino de los serbios, croatas y eslovenos” por “Yugoslavia” en un intento de unificarlo mediante la supresión de toda referencia a sus partes constitutivas. El país que está monopolizado políticamente por los serbios sufre una grave situación económica, el separatismo croata, las reivindicaciones búlgaras y el descontento albanés. En el exterior, donde parece ir configurándose una unión en contra del creciente peligro alemán, ALEJANDRO I se esfuerza en crear alianzas con Francia al tiempo que intenta el equilibrio en los Balcanes.