El 25 de agosto, STALIN rompe las conversaciones con occidente. Ese mismo día a las 15 horas HITLER ordena la invasión de Polonia para el día siguiente, corta las comunicaciones con el exterior, cierra los aeropuertos y prohíbe el paso de aviones extranjeros por cielo alemán. Diversas unidades navales alemanas han zarpado ya de sus bases y tomado posiciones en el Atlántico para entorpecer cualquier reacción franco-británica. Pero a las 16,30 h., es informado de que británicos y polacos van a firmar un tratado de defensa mutua, justo cuando MUSSOLINI le comunica que Italia no estará preparada para la guerra hasta 1943. Presa de un súbito temor, el canciller alemán anula la orden de ataque, mientras las emisoras de radio germanas difunden incesantes noticias sobre las atrocidades que los polacos están cometiendo contra la minoría alemana. Mientras ROOSEVELT llama a la paz y el papa pide que sigan las conversaciones.

Sin embargo, STALIN presiona a las desamparadas naciones de Estonia, Letonia y Lituania para que firmen pactos que permitan a las tropas soviéticas instalar bases en ellas. Así se hace, a fin de consolidar la posición soviética contra Alemania en caso de que HITLER se vuelva contra STALIN. HITLER sabe de esas actuaciones, pero tiene que terminar con las potencias occidentales antes de poder actuar.

STALIN preparándose lentamente para una inevitable guerra con la Alemania Nazi, se percata que la frontera finesa está a sólo 32 kilómetros de Leningrado, siendo una excelente base para una invasión germana. Por el pacto Molotov-Ribbentrop firmado el 23 de agosto de 1939, Finlandia queda en la esfera de influencia soviética. El 26 de noviembre ocurre el Incidente de Mainila (Rusia), en el que artillería soviética ataca varias áreas cerca de la aldea rusa de Mainila, anunciando luego que el ataque ha sido finés y que varios soldados soviéticos han muerto. Los soviéticos demandan que Finlandia replegue sus tropas 25 kilómetros atrás de la frontera y que pida disculpas por el incidente. Finlandia niega estar involucrada en el mismo y rehusa pedir disculpas.

Durante dos meses, la Unión Soviética ha sufrido humillantes derrotas a manos de los fineses, mientras Gran Bretaña y Francia, más preocupadas por golpear a los desfallecientes soviéticos que a los formidables alemanes, preparaban una fuerza expedicionaria para enviarla a Finlandia. Sin embargo, Noruega y Suecia, ansiosas por conservar su neutralidad, se niegan a permitir el paso de aquella fuerza. (En justa reciprocidad, STALIN no puede dejar de ver en británícos y franceses a sus enemigos, y por eso se aproxima a Alemania, algo que al cabo resultará perjudicial tanto para Occidente como para la propia Unión Soviética.)

Aproximadamente 22.000 agentes polacos han sido apresados por el Ejército soviético cuando éste ha invadido el este de Polonia en septiembre de 1939. Las autoridades polacas declararán que todos los prisioneros son asesinados, en la fecha, por orden de STALIN, aunque tan sólo se encontrarán e identificarán 14.000 cuerpos en una fosa común en Katyn, Mednoye y Kharkov, (posteriormente Ucrania). La búsqueda del resto seguirá 60 años después. Posteriormente se conocerá una carta de esta misma fecha, de Lavrenti Beria, jefe de la policía secreta soviética, recomendando la ejecución de los prisioneros de guerra polacos, a los que califica de “permanentes e incorregibles enemigos del poder soviético”. La carta lleva la firma, estampada con un lapicero azul, del líder supremo de la URSS, Iosif Stalin, con la palabra al lado “za”, que quiere decir “a favor”. Durante décadas, la Unión Soviética no ha reconocido su participación en la muerte de los oficiales polacos. Desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, la versión oficial soviética culpaba de lo sucedido a la Gestapo nazi. La llegada de la perestroika abrió el largo camino de la verdad.

A pesar de los informes de sus propios agentes de inteligencia, y de los británicos, sobre un ataque inminente, STALIN se niega a creerlos. La agencia rusa de noticias TASS emite, en la fecha, un comunicado que dice así: “Ante los absurdos rumores, los organismos responsables juzgan necesario afirmar que son pura propaganda lanzada por las fuerzas contrarias a la URSS y a Alemania, con el fin de extender e intensificar la guerra”.

Lenin ha proseguido con el espíritu de Catalina la Grande, otorgando a los alemanes una autonomía en el Volga y diversos “distritos alemanes”. Pero en agosto de 1941, STALIN hace lo que los zares no han llegado a hacer. Dos meses después de la invasión hitleriana deporta en pocos días a todos los alemanes -centenares de miles- de la República de los Alemanes del Volga que existe en la región de Saratov donde han gozado de un estatuto durante más de 200 años, a Siberia y Kazajistán.

Tras la invasión de la Unión Soviética por las tropas alemanas en 1941, el Komintern se ha convertido en un estorbo para las relaciones soviéticas con las potencias occidentales. Por ello, en la fecha, STALIN disuelve la organización.

Conferencia de Teherán: En la fecha, en una conferencia tripartita entre STALIN, CHURCHILL y ROOSEVELT se firma una declaración conjunta en la que se comprometen a castigar a los criminales de guerra nazis. Deciden que los crímenes serán juzgados, según las leyes locales, en los países donde hayan ocurrido. Por otra parte, se informa a STALIN de que los Aliados se proponen lanzar un asalto directo al corazón de la Europa dominada por Alemanía en mayo o junio de 1944. STALIN promete una ofensiva soviética coincidiendo con esa invasión. Fue la primera conferencia entre los tres grandes (la Unión Soviética, los Estados Unidos, y el Reino Unido) en la que Stalin estaba presente. Sucedió a la conferencia de El Cairo y fue seguida por la conferencia de Yalta y la conferencia de Potsdam.

En 1944, STALIN decide suprimir la república de chechenos e ingushes, en represalia por la presunta “colaboración masiva” de estos pueblos con los invasores alemanes. En efecto, durante la Segunda Guerra Mundial, los nazis invaden la zona y prometen reconocer su soberanía a cambio de obtener el respaldo de la población local. Pese a que no existen pruebas de que este apoyo llegue a materializarse, el dictador soviético Stalin acusa a los chechenos y a los ingushes de colaboracionistas. En la fecha, da la orden de deportación. Unos 387.000 chechenos y 91.000 ingushes con sus pertenencias son deportados a Asia Central. Su territorio y sus recursos se distribuyen entre los pueblos vecinos y los nuevos colonos rusos. Dos pueblos son arrancados de su tierra. Toda referencia a Chechenia es eliminada de mapas oficiales, libros y enciclopedias. Se calcula que el 45% de la población deportada muere durante la gigantesca operación y los años posteriores. La propia NKVT, policía secreta, reportará 144.704 muertos en la operación de deportación. Miles de cadáveres arrojados a los lados de las vías férreas serán el macabro vestigio de aquella operación.