En España, la cuestión referente a la permanencia o salida de la Alianza Atlántica se ha convertido en tema de controversia en el plano nacional. Por un lado, los comunistas, ecologistas, pacifistas, la izquierda socialista y los sindicatos presionaban al Gobierno para que convocase el referéndum. Por otro, la oposición, encabezada por Manuel Fraga Iribarne, luchaban para que no se realizase y amenazaban con abstenerse si el Gobierno cumplía su compromiso electoral. En la Moncloa se lo pensaban. Los sondeos de opinión mostraban que la victoria correspondería a los partidarios de abandonar la Alianza Atlántica y que el Gobierno tendría que emplearse a fondo para tener alguna posibilidad de victoria. Ante el sombrío panorama, desde el poder se lanzaron globos sonda con la posibilidad de que el referéndum fuera meramente consultivo y no vinculante.

Decidida y clarificada definitivamente su actitud con respecto a la OTAN, González se dedica hábil y eficazmente a la búsqueda de apoyo para sus tesis, y ningún sitio mejor para ello que el XXX Congreso del PSOE celebrado en diciembre de 1984. Allí defiende la permanencia en la OTAN aludiendo a argumentos tan variados como la memoria histórica del partido que en 1949 había valorado positivamente la creación del Pacto Atlántico, o la crítica al romanticismo e idealismo de la izquierda socialista por su actitud neutralista. De la misma manera, en las conclusiones del Congreso se aportan una serie de argumentos en apoyo de la permanencia. Evidentemente, esta toma de posición es apoyada por el Departamento de Estado norteamericano y los países miembros de la OTAN, que acogen estas medidas con euforia.

Decenas de miles de personas participan en Madrid, Barcelona, Valencia y Zaragoza y otras ciudades españolas en manifestaciones contra la OTAN, con presencia del PCE, Comisiones Ibreras, UGT, y Juventudes Socialistas. El PSOE no toma parte en las movilizaciones. En Madrid se lee un manifiesto en el que se pide la salida de España de la OTAN, la celebración de una consulta popular «clara e inmediata» y que se preserve la neutralidad de nuestro país, procediendo al desmantelamiento de las bases militares norteamericanas. El documento también acusa la Gobierno de tener ya decidido mantener a España dentro de la Alianza Atlántica, de acuerdo con la derecha.

Sin embargo, durante el año 1985 España recibe presiones, con relación al tema de la OTAN, tanto desde los EEUU. como desde el Congreso de la Unión Europea Democristiana. Por otro lado, en España el PCE encabeza una fuerte movilización popular contra la OTAN mediante manifestaciones, declaraciones y actuaciones de las mesas por el referéndum. Estas presiones, tanto exteriores como interiores, vuelven a originar tensiones en el seno del Gobierno que desembocan en la destitución de Fernando Moran y su sustitución en la cartera de Exteriores por Fernández Ordóñez, de vocación mucho más atlantista que su predecesor. Esta medida, bien recibida por los países de la OTAN supone una consolidación de la figura de González al frente de la diplomacia española.

En abril de 1985, y acosado por las presiones externas e internas, González fija el mes de marzo de 1986 como fecha probable para la celebración del referéndum sobre la OTAN, aunque sin aclarar su carácter vinculante o consultivo. A partir de ese momento se desata una intensa precampaña que enrarece el ambiente político del país, con la multiplicación de artículos de opinión desde todos los ámbitos de la sociedad española e incluso la denuncia de maniobras para impedir la celebración del referéndum.

El día 2 de noviembre de 1985, es decir cinco meses antes del referéndum, El País publica un sondeo de Sofemasa que muestra claramente la actitud de los españoles en cuanto a la celebración del referéndum sobre la OTAN  (un 63% de los españoles desean el referéndum), y debe causar gran preocupación en el Gobierno en general y en Felipe González en particular: el 46 % de los encuestados es partidario de la salida, por sólo un 19 % de la permanencia mientras que el porcentaje de indecisos se eleva al 35 %.

El Gobierno del PSOE se moviliza de cara a la campaña electoral a fin de convencer a la opinión pública y cambiar su orientación. Una tarea poco sencilla para un partido que ha llegado al poder enarbolando la bandera anti-OTAN. Dicha tarea se realizó tanto a nivel institucional como personal. A nivel institucional se toman dos medidas de gran importancia. En primer lugar el PSOE elabora un documento titulado «Propuesta de una política de paz y seguridad», en el que se opta por la permanencia bajo una serie de condiciones como la no incorporación a la estructura militar, prohibición de instalación, almacenamiento o paso de armamento nuclear por nuestro territorio y reducción de la presencia norteamericana. Por otra parte, y en conexión con lo anterior, a finales de año comienza la segunda ronda de negociaciones con los EEUU. para la reducción de la presencia militar en España.

A nivel personal, destaca el papel de González, que aumenta notablemente su número de apariciones en los medios de comunicación. Como muestra de su estrategia, valgan las declaraciones que realiza a El país el 17 de noviembre de 1985 y que citamos por su importancia en contraste con la postura que ha defendido hace apenas cuatro años: «Creo que los intereses de España se defienden mejor permaneciendo en la Alianza. Nuestra anterior valoración sobre la Alianza y sobre su funcionamiento no era correcta (…) En la Alianza, de verdad, están los países que tienen mayor ejercicio de la soberanía popular del mundo, mayor nivel de desarrollo económico, de democracia, de libertades y de respeto a los derechos humanos y mayor nivel de paz». Esta chocante sinceridad del Presidente, en tanto que reconocimiento de sus errores, tendrá influencia en el cambio de opinión de gran parte de la sociedad española.

El 11 de diciembre de 1985, a pocos meses del referéndum sobre la OTAN en España, Alianza Popular, ya como Coalición Popular (CP), tras unirse con el Partido Demócrata Popular y el Partido Liberal, la intención de conseguir la integración total en la Alianza Atlántica se concreta en una Declaración Conjunta en la que se solicita la cancelación del referéndum aduciendo los intereses partidistas del gobierno del PSOE y las consecuencias negativas para el sistema político español. Se anuncia que en caso de celebrarse la consulta no participará en la misma.

Cuentan que lord Carrington, tras su visita a Madrid, efectuada en Enero, llegó a Londres totalmente obnubilado: «Vengo -se asegura que dijo- de un país surrealista: en el próximo referéndum, la izquierda, que está en contra va a votar a favor de la OTAN y la derecha, que está a favor, se va a abstener».