Felipe González, presidente del Gopbierno español, asegura su propósito de abandonar la OTAN -Alianza Atlántica- si el pueblo español así lo decide en referéndum.

Como resultado de los esfuerzos del Gobierno se produce un giro en la opinión de buena parte de los españoles con relación a la permanencia en la NATO, giro recogido en una encuesta realizada por el Centro de Investigaciones Sociales (CIS) en febrero y que muestra una notable división de la opinión pública (32 % a favor de la permanencia, 32 % en contra y 36 % que no contestan). Esta división a nivel popular, también se refleja entre las distintas fuerzas políticas, como se pone de relieve en el Debate sobre la Política de Paz y Seguridad, celebrado los días 4 y 5 de febrero de 1986 y en el que la oposición rehusa, por distintos motivos, apoyar al Gobierno.

El punto culminante en el proceso de legitimación de la adhesión de España a la OTAN tiene lugar, en la fecha, cuando se celebra el referéndum. Pero lo que propone Felipe González es continuar en la Alianza, no salirse de ella. Este es el preámbulo y la pregunta que se ofrece al electorado español: «El Gobierno considera conveniente para los intereses nacionales que España permanezca en la Alianza Atlántica y acuerda que dicha permanencia se establezca en los siguientes términos: 1º La participación de España en la Alianza Atlántica no incluirá su incorporación a la estructura militar integrada. 2º Se mantendrá la prohibición de instalar almacenar o introducir armas nucleares en territorio español. 3º Se procederá a la reducción progresiva de la presencia militar de los EEUU. en España. «¿Considera conveniente para España permanecer en la Alianza Atlántica, en los términos acordados por el Gobierno de la nación?»

Ni los partidarios del abandono de la OTAN, ni la oposición dirigida por Fraga han mostrado su conformidad con ese texto; los primeros, por considerarlo capcioso; los segundos, porque se consuma la convocatoria al no deseado referéndum. De cualquier forma, aquéllos se han aprestado a la lucha para hacer triunfar su deseo, mientras que la derecha ha pedido a sus miembros que no acudan a la convocatoria. «La forma en que se ha planteado la pregunta se considera crucial. Varios sondeos han demostrado que si la cuestión se hubiera planteado directamente para un «sí» o un «no», la consulta se podría perder por un margen de dos a uno» (The New York Times)

La postura contraria a la permanencia en la OTAN está capitaneada por la Plataforma Cívica para la Salida de la OTAN y la Coordinadora Estatal de Organizaciones Pacifistas (CEOP). La postura de las organizaciones antiOTAN se resumen perfectamente en un manifiesto que la CEOP ha publicado como alternativa al Decálogo de González cuyos principales puntos son: 1) La presencia en la OTAN aumenta el peligro de guerra, reforzando los bloques militares. 2) Aumenta el peligro de instalación de armamento nuclear en España. 3) Restringe la capacidad de maniobra de España en asuntos internacionales, especialmente en el Tercer Mundo. 4) Favorece la industria armamentística en detrimento de otros más necesarios. 5) Incrementa los gastos militares.

Ante el referéndum de la OTAN, el Partido Comunista ha adoptado una postura radicalmente contraria a la permanencia, participando activamente en las movilizaciones de la sociedad española en base a argumentos rescatados de la anterior campaña: denuncia de la política de bloques y del imperialismo yanqui, el aumento del riesgo de guerra y de crisis nucleares en nuestro territorio, la carrera de armamento y sus elevados costes económicos, etc. En este sentido ha presentado un documento llamado «La paz es posible. Una propuesta de política exterior y de defensa fuera de la OTAN», que propugna una alternativa de Defensa Neutral Integrada dentro de un marco global de neutralidad en política exterior.

Contrariado por las condiciones de la permanencia y por la convocatoria del referéndum, Coalición Popular ha adoptado ante el mismo, una postura abstencionista, recomendando la abstención a sus votantes en una clara intención de perjudicar y castigar al Gobierno, privándole así de un número de votantes importante. Esta actitud ha sido no sólo poco comprendida por los socialistas, sino ampliamente criticada por sus votantes, los conservadores europeos y representantes de los países miembros de la Alianza.

La Iglesia ha manifestado sus reparos al referéndum de la OTAN en un comunicado de la Conferencia Episcopal Española. La Iglesia ha aludido en este sentido a la complejidad que la formulación de la pregunta representa para muchos españoles, así como a las interpretaciones y valoraciones que el Gobierno pueda hacer de los resultados y que califica de dudosas.

En el referéndum celebrado en España para tratar sobre el tema de la OTAN, en contra de lo que hasta última hora auguraban los sondeos, termina venciendo el «sí», con un porcentaje del 52,5%, mientras que el «no» obtiene el 39,85%. La participación fue del 59,7% y la abstención del 40,7% del censo electoral. Hubo un 6,5% de votos en blanco. Esto quiere decir que sobre un censo global de casi 29 millones de ciudadanos, sólo algo más de 9 millones expresaron su apoyo a la política gubernamental. Además en las nacionalidades históricas como el País Vasco y Catalunya, así como en Navarra y Canarias, los partidarios del «no» ganaron cómodamente.

La historia tiene un epílogo tan sorprendente como todo lo anterior, o más aún: la llegada de Javier SOLANA, íntimo colaborador de Felipe GONZÁLEZ, al puesto de Secretario General de la OTAN, al puesto «número 1» de una Organización que él también, claro, había combatido y demonizado, como había demonizado SOLANA la hegemonía imperial de los EEUU. y hasta les había avisado, en 1981, a propósito de las bases militares norteamericanas en España, advirtiéndoles de que «si hace falta, mandaremos a Washington un ejemplar de la Constitución, para que sepan lo que es un país soberano».