Ban Ki-Moon, hasta ahora Ministro de Asuntos Exteriores de Corea del Sur, es nombrado nuevo Secretario General de la ONU por el Consejo de Seguridad. La decisión deberá ser ratificada por el pleno de la Organización.

La negociación sobre el programa nuclear de Corea del Norte, entre EE. UU., Japón, Rusia, China y las dos Coreas, celebrada del 18 al 22 de diciembre, acaban sin alcanzar ningún acuerdo y sin una fecha fijada para retomarla. Las conversaciones a seis, reanudadas en Pekín tras permanecer 13 meses suspendidas, han estado marcadas por las acusaciones mutuas entre EE. UU. y Corea y con el bloqueo financiero de Washington sobre Pyongyang como gran escollo entre ambos. El negociador norcoreano no ha descartado nuevas pruebas nucleares, como la llevada a cabo el pasado octubre

El presidente de Corea del Norte, Kim Jong-il, recibe en su país a su colega surcoreano, Roh Moo-hyun, en la segunda cumbre entre ambas naciones, divididas desde la guerra que las enfrentó en los años 50. Los dos países siguen técnicamente en guerra desde que las hostilidades de la Guerra de Corea entre 1950 y 1953 culminaron con un cese de fuego. Previamente, en Seúl, Roh dijo que a partir de los logros de la primera cumbre Norte-Sur en el 2000 acelerará la lenta marcha de la reconciliación. Esta es solo la segunda cumbre en medio siglo. El Presidente surcoreano ha llegado desde Seúl por carretrea y ha cruzado a pie la frontera intercoreana. Roh apunta que el fin de este encuentro es “acelerar la lenta marcha” de la reconciliación y, si bien avisa de que hay “límites”, el político surcoreano también destaca la necesidad de ser pragmáticos. Fuentes oficiales norcoreanas informan que Kim Jong-il asegura sentirse “encantado” con el encuentro que tiene una importancia clave para avanzar en las relaciones encaminadas a la prosperidad mutua y la unificación de la patria”.

Corea del Sur se ha decantado por el candidato a la presidencia que parece más preparado para revitalizar su economía – la duodécima del mundo- y para exigir más contrapartidas a Corea del Norte, sin importar las sospechas de corrupción del elegido. Lee Myung Bak, el conservador ex alcalde de Seúl, ex presidente ejecutivo de Hyundai, que lidera el opositor Gran Partido Nacional (GNP) ha logrado el 48.7% de los votos, casi doblando a su inmediato seguidor, Chung Dong Young, del gubernamental Partido Democrático Unido que consigue el 26.2%. El tercer puesto ha sido para el independiente Lee Hoi Chang, ex líder del GNP, que recibe el 15.1% de los votos. El amplio margen conseguido por el ganador -el mayor en una elección directa desde hace 50 años- se achaca a la importancia que Lee ha concedido a la economía, en un momento en que Corea del Sur, pese a su crecimiento (5% este año), atraviesa momentos de incertidumbre a causa del paro, que afecta sobre todo a los jóvenes, y la burbuja inmobiliaria.

Corea del Norte cierra parcialmente su frontera con Corea del Sur y restringe el acceso al complejo industrial norcoreano de los trabajadores surcoreanos.

En la fecha, un submarino de Corea del Norte hunde una patrullera surcoreana que cumple una misión rutinaria en una de las muchas zonas marítimas en disputa. El ataque es premeditado y no obedece a ninguna provocación previa. Mueren 46 marinos a bordo del buque torpedeado. Desde el momento del incidente se especula con que Pyongyang está detrás de la misteriosa explosión que, en plena noche, lleva a pique a la patrullera Cheonan.

El dictador norcoreano, Kim Jong Il, expresa en un encuentro con el presidente chino, Hu Jintao, su disposición de reanudar las conversaciones con China, Rusia, EE.UU. y Corea del Sur sobre el desarme nuclear de su país, abandonadas en el 2009. Kim anuncia que colaborará con China “para crear condiciones favorables” al diálogo. Corea del Norte depende mucho de las ayudas económicas chinas. Kim Jong Il ha presentado un aspecto débil en su viaje, el primero desde el 2006.

La comisión internacional encargada de investigar el hundimiento de una patrullera surcoreana que provocó la muerte de 46 de sus marinos el pasado mes de marzo, confirma que la causa ha sido un torpedo norcoreano. El presidente surcoreano, Li Myung Bak, ha reaccionado indignado y ha anunciado una “acción contundente” contra Pyongyang. Estados Unidos habla de “un acto de agresión” que mina la paz en la península Coreana, y Japón califica el ataque de imperdonable. China, por su parte, pide calma y evita criticar a Pyongyang. Un portavoz militar norcoreano manifiesta que lo del torpedo es una invención y amenaza con “una guerra de justicia en múltiples frentes” si las Naciones Unidas imponen más sanciones. El cruce de acusaciones y las amenazas es previsible que mantengan un tono elevado durante unos cuantos días. Más allá de este ruido diplomático, sin embargo, parece difícil que los dos bandos deseen provocar una escalada militar. Pero el diálogo entre Seúl y Pyongyang tardará en recuperarse de esta tensión y, mientras tanto, las negociaciones sobre el arsenal nuclear norcoreano seguirán congeladas.

El régimen de Pyongyang cortará todos los lazos con Corea del Sur, tras las acusaciones del gobierno de Seúl por el hundimiento de la corbeta surcoreana Cheonan el 26 de marzo, que causó 46 muertos, y el anuncio de la suspensión de las relaciones comerciales por el presidente surcoreano, Li Myung Bak. Pyongyang califica de “farsa” la investigación del hundimiento, que Seúl atribuye a un torpedo norcoreano. El Comité para la Reunificación Pacífica de Corea anuncia en Pyongyang que no retomará el diálogo intercoreano durante el mandato de Li en Corea del Sur, se prohibirá el paso de barcos y aviones surcoreanos por su espacio territorial y se expulsará al personal surcoreano del complejo industrial de Kaesong, durante años un símbolo de la futura reunificación. El Gobierno de Seúl, por su parte, ha cerrado los puertos a los barcos norcoreanos. La agencia oficial norcoreana KCNA dice que “decenas de buques de guerra” surcoreanos entraron en sus aguas territoriales entre el 14 y el 24 de mayo y avisa de “medidas militares” si las violaciones continúan.

Ante esta escalada de tensión en una frontera protegida por casi un millón de soldados norcoreanos y unos seiscientos mil surcoreanos, las grandes potencias intentan desactivar la crisis. Tras su paso por la región, la secretaria de Estado estadounidense, Hillary Clinton, ha confirmado su apoyo al Gobierno de Seúl y ha pedido a China que colabore en disminuir la tensión en la península Coreana. La firmeza que reclama Clinton sitúa, por otra parte, a China en una posición incómoda. Pekín es el único vínculo que une a Corea del Norte con el mundo exterior. Las autoridades chinas no quieren enemistarse con la Casa Blanca, pero tampoco desean inclinarse por ninguna de las dos Coreas. China, con toda seguridad, evitará que la ONU castigue con más sanciones a Corea del Norte. Teme más que ningún otro país el hundimiento del régimen norcoreano, que podría provocar una oleada de refugiados y la presencia de tropas de EEUU. muy cerca de sus fronteras. Dos situaciones que Pekín quiere evitar a toda costa. El primer ministro chino, Wen Jiabao, viajará en breve a Seúl con el objetivo de buscar soluciones y desactivar la crisis.