La tercera crisis tras la guerra del Golfo Pérsico tiene lugar a principios de noviembre de 1998, pero finaliza el 15 de ese mes cuando CLINTON renuncia a un nuevo ataque tras aceptar las garantías admitidas por el gobierno de HUSSEIN respecto de la actividad de los inspectores de la ONU, origen de la situación de enfrentamiento. HUSSEIN convierte esta decisión internacional en una nueva victoria de su régimen contra EEUU. De hecho, las inspecciones se interrumpirán.

La Administración Bush justifica un ataque a Irak porque está convencida de que esconde armamentos biológicos y químicos y que está preparando una bomba nuclear. A finales del pasado septiembre, el primer ministro británico, Tony BLAIR, presentó un informe con el que pretendió aportar las pruebas definitivas sobre la presencia de armas químicas y biológicas. El informe aseguraba que Bagdad trataba de adquirir uranio, a través de un país africano, para fabricar una bomba nuclear, con lo que podría convertirse en una potencia nuclear en uno o dos años. Cuando el régimen de Bagdad aceptó los términos del alto el fuego en la guerra del Golfo (resolución 687 del Consejo de Seguridad), Saddam HUSSEIN se comprometió a «desmantelar o inutilizar» todo su armamento de destrucción masiva. Pero siete años después, en diciembre de 1998, los inspectores designados por la ONU para supervisar la destrucción de los arsenales Irakíes pusieron fin a su investigación como protesta por las tácticas obstruccionistas del régimen de Bagdad.

A partir de la fecha, tras la retirada de Irak de las fuerzas de la ONU, EEUU. y Gran Bretaña llevan a cabo, la llamada «Operación zorro del desierto» bombardeando durante 70 horas el territorio Irakí matando a cientos de Irakíes, civiles y militares, dejando al país con las infraestructuras en estado caótico y haciendo casi inviable la extracción del petróleo. En igual o peor situación quedan los servicios de agua, sanidad y electricidad, lo que tiene un grave impacto directo sobre la salud pública. Todo esto ha llevado a la delegación de Cáritas que visita Irak a afirmar, como testigos de primera mano, que «el impacto de las sanciones sobre la población Irakí es descorazonador». Tras evaluar la situación en la que se ve inmersa la población Irakí, el informe de Cáritas Internacional asegura: «nadie sabe cuanta gente ha muerto como resultado de las sanciones, pero se cree que cada mes mueren miles de niños».

Francia, Rusia y China, todos miembros del Consejo de Seguridad de la ONU, protestan ante la ofensiva británico-estadounidense y critican el papel jugado por Richard Butler, jefe de la UNSCOM. El propio secretario general de la organización expresa sus reservas frente al estilo del diplomático australiano.

Pero el sanitario, aunque primordial, no es el único problema que afecta a Irak. La educación también se resiente. Muchos padres no pueden permitirse enviar a sus hijos al colegio y menos aún, comprarles material escolar. Hans von Sponeck, ex coordinador de la misión humanitaria de la ONU en Irak, estima que la tasa de alfabetización ha caído del 90 por ciento de antaño al 66 por ciento actual. Todo esto lleva a que los miembros de la clase alta Irakí, que reciben una educación de alto nivel, opten por emigrar en busca de un futuro que la actual situación de su país no puede ofrecerles. Así, ACNUR afirma que tras la ex Yugoslavia, Irak ocupa el segundo país en el ranking mundial en peticiones de asilo en Europa y EEUU.. El mejor resumen de la situación lo recoge Cáritas Internacional en las palabras de una mujer de Qarakosh: «No hay felicidad en la cara de la gente. Todo está por hacer y nadie ayuda».

Por escaso margen, el Consejo de Seguridad aprueba en diciembre de 1999 reanudar las inspecciones en Irak y la suspensión de las sanciones económicas en caso de que Bagdad coopere. Rusia, Francia, China y Malasia se abstienen de votar, lo cual significa un duro golpe para los intereses de EEUU. Y Gran Bretaña, que intentan enviar una señal inequívoca a HUSSEIN -incluso la resolución es minoritaria entre los miembros permanentes del Consejo de Seguridad-. Irak, que ya ha indicado que rechazará la resolución, aduciendo que se trata de un intento de EEUU. De imponer su «malvada» voluntad en el Consejo de Seguridad, se niega y exige el levantamiento de las sanciones. La negativa Irakí presagia un retorno a los conflictos.

Gracias al programa de «Petróleo por alimentos», a finales de 1999 el hambre ha desaparecido de Irak. Todo ciudadano recibe gratis 2.200 calorías al día. Los hospitales y las farmacias tienen ya buenas reservas de los medicamentos más utilizados. La moneda Irakí repunta desde los 3.000 a los 1.000 dinares por dólar y permanece bastante estable. Esos acontecimientos alivian grandes presiones populares… pero Irak desarrolla un sofisticadísimo sistema de contrabando de petróleo que ingresa en las arcas privadas del presidente; el gobierno Irakí empieza a revender los alimentos y las medicinas que recibe a través del programa «Petróleo por alimentos» e impone también un recargo sobre cada barril de petróleo vendido a través del programa. Se trata de una acción ilegal, pero la comunidad internacional se muestra indiferente ante este hecho.

Todos estos recursos, Irak los ha canalizado hacia las fuerzas armadas por lo que es evidente, en la fecha, que el control de SADDAM sobre sus fuerzas armadas ha quedado plenamente restablecido.

Hans von Sponeck, sucesor de Halliday en el cargo de coordinador general de ayuda de la ONU a Irak, desde 1998 a 2000, señala: «Estamos en el proceso de destruir un país entero. Es tan simple y tan aterrador como eso».

En Irak, el suministro de electricidad en los hospitales es muy pobre pero, debido a la posibilidad de «doble utilización», no se permite la entrada en el país de nuevos generadores lo que ha afectado, entre otros, a los aparatos de rayos X, incubadoras y al proceso de esterilización de material. Tampoco se permite, por el mismo motivo, la utilización de ambulancias. El número de casos de cáncer se ha multiplicado por seis, según Cáritas Internacional, que cita en su informe al doctor Mubarak. El incremento se atribuye a la «utilización durante la Guerra del Golfo de uranio enriquecido». Las palabras del ex Fiscal General de EEUU, quien afirmó que en la Guerra del Golfo «se esparcieron sobre Irak 900 toneladas de residuos radiactivos», resultan esclarecedoras.