La inquietud local en Britania, las incursiones sajonas a lo largo de la línea costera y el estado de disolución en que se halla el imperio en el reinado de HONORIO, provocan una serie de proclamaciones imperiales. Como resultado de las cuales, el usurpador Flavio Claudio CONSTANTINO III, abandona Britania, cruza las Galias y establece su corte en Arlés siendo reconocido coemperador por HONORIO ya que no tiene fuerzas para combatirlo. Tras la marcha de CONSTANTINO III, Britania ya nunca se recuperará como provincia romana. Estará gobernada por hombres que las fuentes romanas describirán como «tiranos», esto es, reyezuelos locales más o menos continuadores del poder romano.
CONSTANTINO III (Coemperador romano de Occidente, usurpador)(409-411)
Total de piezas: 4
CONSTANTINO III el Usurpador entra en Italia para desposeer a HONORIO, pero es vencido y ejecutado.
CONSTANTINO III el Usurpador entra en Italia con un poderoso ejército para desposeer a HONORIO, pero se revela su propio general GERONCIO. Derrotado por las legiones de HONORIO, CONSTANTINO III es ejecutado.
Fallece HERACLIO. Sube al trono CONSTANTINO III, hijo de su primera esposa.
Fallece el emperador de Bizancio HERACLIO I. Su magna reconquista resultará estéril. El trono vuelve al hijo de su primera mujer, CONSTANTINO III.
Martina -segunda esposa de Heraclio I- envenena a CONSTANTINO III. Accede al trono CONSTANTE II.
Martina -segunda esposa del difunto Heraclio I- hace envenenar a CONSTANTINO III, pero, como consecuencia de una sublevación apoyada por el senado, Martina y su hijo Heracleonas (Heraclio II) son desterrados. CONSTANTE II el Barbudo, hijo de Constantino III, accede al trono (641-668). Combatirá a los lombardos en Italia, a los árabes y a los germanos. El sucesor de Heraclio en el trono imperial, CONSTANTE II, retira la Ekthesis, pero promulga otra nueva fórmula de fe en los mismos términos, que se llama Typus. Algunos obispos que rechazan el Typus, serán perseguidos e incluso martirizados, como Máximo, el confesor, y Anastasio, bibliotecario, pero una vez más la mayoría de los obispos de Oriente obedecerán al emperador.