CRUZADA ANTES DE LAS CRUZADAS (Barbastro)

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El papa ALEJANDRO II, acepta la petición de SANCHO I RAMÍREZ de Aragón y concede la correspondiente bula.


El papa ALEJANDRO II, acepta la petición de SANCHO I RAMÍREZ de Aragón y concede la correspondiente bula reuniéndose un ejército integrado por tropas pontificias, francesas, italianas, normandas, catalanas y aragonesas que, al mando de GUILLERMO de Aquitania , se dirige contra Barbastro (Cruzada de Barbastro y también denominada «Cruzada antes de las cruzadas»). En agosto de 1064, la ciudad de Barbastro se rinde, pero los vencedores no respetan los términos benignos de la capitulación, recogiendo un motín inmenso. Los castellanos no han podido intervenir ya que, pese a su pacto con el señor de Zaragoza, les es imposible enfrentarse a los cruzados. Conquistada la ciudad, su guarnición es puesta a las órdenes del conde ERMENGOL III de Urgell. Los andalusíes reconquistarán Barbastro al año siguiente. Estas acciones del papado y la Cristiandad motivarán la entrada de los almorávides en al-Andalus.

En abril de 1065, el rey de Zaragoza, Ahmad, con auxilio de tropas sevillanas de caballería cerca la ciudad de Barbastro y la recupera.


En abril de 1065, el rey de Zaragoza, Ahmad, con auxilio de tropas sevillanas de caballería cerca la ciudad de Barbastro y la recupera ya que había sido retomada por los cristianos en 8/1064, pasando a cuchillo a toda la guarnición, quedando nuevamente bajo el control islámico. Éste es un gran triunfo para el islam y Ahmad toma entonces el sobrenombre de al-Muqtádir billah, que significa «el victorioso por Dios». El regreso a Zaragoza es triunfal; en un solo año ha vencido a los aragoneses en Graus y a los cruzados en Barbastro. El rey de Zaragoza está en la cima de su poder y de su fama. Para celebrarlo construye el palacio de la Ajafería. El propio al-Muqtádir escribe unos versos sobre su palacio en los que dice: «¡Oh palacio de la alegría!, ¡oh sala de oro!. Gracias a ambas he conseguido la cima de mis anhelos. Y aunque no tuviera ninguna otra cosa en mi reino, no me importaría, pues sois cuanto puedo desear».