ALFONSO II de Asturias, comprendiendo que los duros ataques que está sufriendo no van a terminar fácilmente, decide establecer relaciones y acuerdos con CARLOS, rey de los francos, tal vez con el propósito de que los francos le ayuden en su lucha contra los sarracenos. Manda una embajada a LUIS I, que gobierna la marca que CARLOS tiene en la península. Así, en la fecha, se firma en Tolosa el pacto para combatir conjuntamente contra los musulmanes. En los años siguientes se producen diversos intercambios de embajadas.

Oviedo, es transformada por ALFONSO II en una ciudad digna de su capitalidad. Emprende un esfuerzo constructor realmente inconmensurable. Levanta una serie de iglesias, construye un nuevo Palacio Real y dota a la ciudad de agua y de defensas. Oviedo intenta por todos los medios parecerse a Toledo y a Aquisgrán. El reino está, de este modo, entroncando con la tradición espiritual y jurídica gótica. En efecto, se resucitan algunas instituciones y cargos de aquel período y, lo que es más significativo, se reimplanta el código de Eurico (o Fuero Juzgo). Una política que será continuada por sus sucesores en el trono.

Al no producirse ningún ataque musulmán ni en 797 ni en 798, este último año ALFONSO II de Asturias pasa a la contraofensiva y, tras una marcha de centenares de millas su ejército ataca de nuevo Lisboa. La ciudad, totalmente desprevenida, cae en manos de los cristianos que consiguen un magnífico botín, con el que regresan victoriosos a Asturias.

La política franca apunta claramente a mantener una sólida presencia a lo largo de la cordillera Pirenaica (acuerdo de la asamblea de Toulouse de 798, a la que asisten delegados de ALFONSO II, rey de Asturias).

La respuesta de Córdoba a las incursiones de ALFONSO II, no se produce hasta el verano de 801, cuando Al-HAKAM, alarmado por las alianza que ALFONSO II ha establecido con CARLOMAGNO, forma un gran ejército y lo envía contra Álava y Castilla. El ejército musulmán es destrozado.

Aproximadamente en esta fecha, por causas que se ignoran, se alza contra ALFONSO II de Asturias algún noble rebelde. Tras ser destronado, ALFONSO II es recluido en el monasterio de Ablaña, en lo más intrincado de Asturias.

El nombre de vascones tiene un empleo habitual hasta el siglo IX. Igualmente se conoce vascones, bascones, basconcillos, vascois, bascos o vasconcellos. De todas estas referencias quedará el nombre universal de vascos para designar a los habitantes de Euskal Herria. Los vascones de Pamplona, como tribu más importante son los que darán a las demás tribus, el apelativo de vascas (el término vasco es una contracción medieval de la palabra vascón). Habiéndose consolidado el núcleo de Pamplona (Navarra), en el que aparecen mezclados los BANU QASI de Tudela y vascones, fuera de la órbita de la Monarquía asturiana, es urgente la consolidación de las comarcas extremas del reino de ALFONSO II. En efecto, coinciden las fuentes cristianas y musulmanas en señalar, en el extremo oriental del territorio asturiano, tres zonas, Vizcaya (que engloba el territorio de Vizcaya y parte de Guipúzcoa), Álava y Bardulia claramente definidas. En las tres la participación vasca es dominante en unos casos, importante al menos en otros. Al principio, estas zonas aparecen escasamente diferenciadas.

ALFONSO II hace labrar una cruz a dos desconocidos que se le ofrecen para esta tarea. Sale la obra tan admirable y es hecha en tan poco tiempo que corre la voz de ser dos ángeles los misteriosos artífices. (En la catedral de Oviedo se venerará la cruz de ALFONSO II el Casto llamada también Cruz de los Angeles).

Un grupo de fieles al rey ALFONSO II de Asturias, encabezados por el visigodo Teudano, liberan al rey y le reponen en el trono. A partir de este momento, ALFONSO II gobierna ya ininterrumpidamente, con autoridad indiscutida e indiscutible, hasta el momento de su muerte. ALFONSO II nunca llegó a casarse ni a tener hijos. En su temperamento o en su constitución debía haber alguna circunstancia de tipo sexual que le mantuvo célibe pero que de ninguna manera le apartó de sus obligaciones que nada pudo distraer. A ALFONSO II se debe el afianzamiento y la independencia de Asturias. Esto se refleja, en el plano económico, en la supresión del tributo de las Cien Doncellas; en el plano eclesiástico, en la independencia de la iglesia astur respecto a la toledana; y en el político, en la ampliación de la tierra de nadie a orillas del Duero, que separará durante siglos a cristianos y musulmanes.

Durante el reinado de ALFONSO II el Casto, se produce un nuevo ataque de los musulmanes a Asturias y del que apenas se registra nada en las crónicas.