El anticlericalismo que la República ha desatado se convierte en violencia callejera. Después de un enfrentamiento entre monárquicos y republicanos el día anterior, grupos de incontrolados incendian nueve iglesias, conventos y colegios en la capital -«quema de conventos»- sin que el Gobierno, desbordado por los acontecimientos, se atreva a emplear la fuerza para detenerlos. Cuando por fin se proclama el estado de guerra en Madrid, los disturbios se han extendido. Durante tres días, en Málaga, Sevilla, Córdoba, Cádiz, Alicante, Valencia y otras ciudades arden más de un centenar de edificios religiosos, con los que desaparecen verdaderos tesoros artísticos, y son asaltados periódicos y círculos recreativos relacionados con la derecha monárquica. Estos incidentes agrían las relaciones entre el Gobierno y el Episcopado. Manuel AZAÑA, futuro presidente de la República, dice ese día: «Todos los conventos de Madrid no valen la vida de un republicano». Los católicos toman este hecho como u grave afrenta y deslegitima -o al menos crea graves suspicacias- al nuevo régimen en un sector muy amplio de la población.

El acto fundacional de Falange Española, que tiene lugar en el Teatro de la Comedia de Madrid, reúne a fuerzas políticas muy diversas: tradicionalistas, monárquicos, miembros de la Unión Patriótica, militares y miembros de las JONS. Los principales propulsores de la nueva organización son JOSÉ ANTONIO primo de Rivera, hijo mayor del dictador Miguel Primo de Rivera y Orbaneja y el más importante ideólogo de la extrema derecha en España, Julio RUÍZ de ALDA, conocido por su participación en la travesía del «Plus Ultra» y el catedrático granadino Alfonso GARCÍA VALDECASAS. El mitin es calificado por la prensa de izquierdas de «fascista», una palabra que situa la empresa acometida como fuera del orden constitucional republicano. Los oradores no rechazan «el apellido», saludan con el brazo en alto, y proclaman su fe en el «fascismo». Una fórmula presentada como la más eficaz y moderna para hacer frente al comunismo pregonado desde Moscú.

Se inaugura la plaza de toros de las Ventas.

Fallece en Madrid el famoso médico SANTIAGO RAMÓN Y CAJAL (nacido en 1852). Sus trabajos científicos están dedicados, fundamentalmente, al estudio de las neuronas; en 1883 obtuvo la cátedra de anatomía en Valencia; más tarde, como catedrático de histología nerviosa y patológica en Barcelona, se dedica al estudio de la histoligía y a la exploración microscópica del sistema nervioso obteniendo importantes descubrimientos. Director del Instituto Nacional de Higiene, desarrolló, desde el año 1901, una importante investigación en el Laboratorio de Investigaciones Biológicas, que se había creado para él.

La música del «Cara al sol» fue compuesta por Tellería con el título «Amanecer en Zegama» en 1934, un año después de la fundación de la organización falangista e inspirándose en su pueblo natal y con cierto paralelismo con los primeros compases de «La Marsellesa». La letra fue elaborada posteriormente a lo largo de 1935 por el propio José Antonio y por personajes de su entorno como el aristócrata y diplomático Agustín de Foxá, el escritor y embajador José María Alfaro, el poeta Dionisio Ridruejo y Rafael Sánchez Mazas, que se reunían periódicamente en una taberna vasca de Madrid, la Or-Kompon. El himno falangista se estrenó en un mitin celebrado el 2 de enero de 1936 en el cine Europa de Madrid. Las elecciones dieron el triunfo al Frente Popular. Pero el «Cara al sol» se impuso tres años después, tras la Guerra Civil, con la victoria del general FRANCO. Los soldados de las tropas franquistas, por ejemplo, cantaban el «Cara al sol» cuando entraron en Barcelona.

En febrero de 1936 el Frente Popular ha ganado las elecciones, y Manuel Azaña es nombrado Presidente del nuevo gobierno en un momento de gran conflictividad política y social. La madrugada del 18 de julio de 1936, llegan a Madrid las primeras noticias del levantamiento militar de la guarnición de Melilla. Los sublevados pretenden una conquista rápida de la capital, y tratan de tomar los nudos de comunicación de la ciudad con el fin de poder enviar efectivos que se unan a las tropas rebeldes de la capital y terminar asi rápidamente con el gobierno del Frente Popular. La importancia que el control Madrid tiene en el momento de la sublevación militar para ambos bandos, proviene del hecho de que es la capital del estado y la sede del gobierno, lo cual le confiere un importante peso real y simbólico.

«El Partido Comunista os llama a la lucha. Os llama especialmente a vosotros, obreros, campesinos, intelectuales, a ocupar un puesto en el combate para aplastar definitivamente a los enemigos de la República y de las libertades populares. ¡Viva el Frente Popular! ¡Viva la unión de todos los antifascistas! ¡Viva la República del pueblo! ¡Los fascistas no pasarán! ¡No pasarán!» Traducción de la consigna utilizada en Verdún durante la Primera Guerra Mundial y pronunciada por Dolores Ibárruri.

Desde el principio se pone de manifiesto la resistencia del pueblo madrileño, que hace caer los focos de la sublevación de la capital. En los primeros momentos la prioridad es derrotar al ejército sublevado y para ello el pueblo reclama armas, viviéndose una jornada decisiva el dia veinte de julio, con la toma del cuartel de la Montaña, hecho que significa el triunfo de la reacción popular. Madrid se convierte desde ese momento en el objetivo mas codiciado por los rebeldes, y en su seno, la euforia popular se divide, entre la guerra y la revolución.

Desde octubre de 1936 Madrid está inmersa de lleno en el conflicto bélico. El 27 de agosto tiene su primera alarma antiaérea. Estos bombardeos inciden más sobre las zonas populares que sobre aquellas en las que viven posibles partidarios de Franco.

El 20 de septiembre de 1936, las columnas del ejército de FRANCO llegan a Santa Olalla, alcanzando Maqueda el 21 y Torrijos el 22. De hecho, la extrema dureza de los combates desmoraliza una vez más a los recién militarizados milicianos y, más temerosos de caer en manos de los moros que de las severas penas del Código de Justicia Militar, abandonan las posiciones, lo que le permite a Yagüe alcanzar las poblaciones indicadas. FRANCO ordena detener el avance hacia Madrid y desviar un importante número de fuerzas hacia Toledo, con el fin de tomar la ciudad y liberar el Alcázar. Esta decisión de FRANCO da a Madrid un respiro, facilitándole un tiempo precioso que le permitirá una mejor preparación de la defensa de la ciudad, de cara a su próximo asedio.