Alessandro Octaviano de Médicis es coronado papa con el nombre de LEÓN XI (10.4.1605 – 27.4.1605). Su encendida defensa de la Contrarreforma y el ser partidario de san Felipe Neri le valen a Alejandro de Médici el nombramiento de pontífice a pesar de la oposición manifiesta del rey español FELIPE III, en un cónclave de sesenta y dos cardenales dividido en tres facciones: la española, la francesa y la de los cardenales nombrados por el papa anterior. El candidato de los cardenales es César Baronio, pero habiendo criticado los métodos de la administración española en el sur de Italia, su nombre es rechazado por el rey. Apoyado por los españoles y por los cardenales franceses, resulta elegido. En su elección tiene singular importancia el apoyo financiero de 300.000 escudos que el rey francés ENRIQUE IV, quien tras su boda con María de Médici se ha convertido en pariente de Clemente, le presta. Su papado dura pocas semanas. ALEJANDRO de Médicis, es hombre de gran pureza de sentimientos, humilde y erudito. Su elección es bien acogida por la cristiandad.

Fallece el papa LEÓN XI. Las expectativas que se tienen puestas en este nuevo papa se ven defraudadas muy pronto porque LEÓN XI muere de un resfriado a los 26 días de pontificado. Su breve pontificado, de tan sólo veintisiete días, vale para que los florentinos le apoden Papa Lampo (Papa relámpago), se caracteriza por la gran defensa de la independencia eclesiástica respecto a Francia y la lucha contra el nepotismo. Su trabajo consiste en mantener buenas relaciones entre ENRIQUE IV, Roma y restablecer la paz con el rey español FELIPE III, establece una red de espías para la Santa Alianza, que se mantendrá hasta el reinado de Napoleón. Las profecías de San Malaquías se refieren a este papa como Undosus vir (El varón ondulado), cita que al parecer hace referencia a la duración de su pontificado, tan breve “como una ola”.