Los comunionistas, en cambio, salen mejor parados del cambio de régimen e incluso consiguen mantener el diario Euskadi, censurado pero no prohibido, así como a sus representantes en las corporaciones locales. Para ello, sin embargo, ha sido necesaria una previa muestra de absoluta sumisión al régimen y la renuncia a planteamientos políticos. Así, el Consejo Regional de Guipúzcoa no tiene problemas en ofrecer en un comunicado publicado en Euskadi (15.3.1924) este «sacrificio para que en la medida más colmada posible se den las aspiraciones de España hacia su legítimo engrandecimiento, coincidente con el apogeo de las sanas libertades del pueblo vasco».
PAÍS VASCO (Hasta España de las Autonomías) (...... - 11/1/1980)
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El nacionalismo vasco aprovecha el escaso margen de maniobra dejado por el dictador para promover un auténtico renacimiento cultural vasco.
Aunque tras esta adecuación a la nueva situación la política no desaparece del todo de la agenda de los nacionalistas vascos -debate sobre la universidad vasca, la autonomía o la Constitución Confederal de España-, la verdadera importancia de este intervalo dictatorial no radica en el ámbito político, sino en el cultural. El nacionalismo vasco aprovecha el escaso margen de maniobra dejado por el dictador para promover un auténtico renacimiento cultural vasco. Es durante estos años cuando pintores como Arteta, los hermanos Zubiaurre o Árrúe presentan sus obras llenas de homenajes al hombre vasco. Músicos como Guridi, Sorozábal o Usandizaga alcanzan grandes triunfos. Asimismo, la editorial Pizkundia da nuevos impulsos a la publicación de libros en euskera, que consiguen notables éxitos de movilización popular.
La historia del nacionalismo vasco entre 1923 y 1930 puede resumirse en un activismo cultural base del proceso de concienciación nacional,
Así, pues, las claves que podrían resumir la historia del nacionalismo vasco entre 1923 y 1930 son la del activismo cultural como base del proceso de concienciación nacional, una reducida y (auto)censurada labor política carente de resultado práctico alguno, así como algún aislado conato de resistencia más simbólica que real. Como es sabido, esta impotencia política -obligada, pero también resignadamente consentida- no es patrimonio exclusivo del nacionalismo vasco, sino el destino también compartido por otras fuerzas políticas y sociales opuestas al régimen primorriverista, con el que alguna -la socialista- incluso llegará a colaborar abiertamente.
El nacionalismo vasco ya ha sentado las bases para el espectacular auge que va a vivir en los años venideros.
Por estas fechas, el nacionalismo vasco ya ha sentado las bases para el espectacular auge que va a vivir después. Ha salvado una parte importante del aparato del partido (de la Comunión), ha mantenido la cohesión y la movilización de su gente sobre todo gracias a la amplia red de sus organizaciones socioculturales y ha impulsado el proceso de concienciación nacional a través de la cultura. Falta restablecer la unidad perdida en 1921 y recoger los frutos de toda esta labor.
Los nacionalistas vascos, no han aceptado la invitación para reunirse en San Sebastián con los republicanos.
En 1930 los nacionalistas vascos son mayoritariamente católicos conservadores que recelan de un futuro régimen republicano por su carácter laico o anticlerical y por el temor a una posible revolución social. Por eso, no han aceptado la invitación del socialista bilbaíno Indalecio PRIETO para sumarse al Bloque antimonárquico del País Vasco y no hacen nada por la instauración de la República, en la cual no creen. Además de la enorme distancia ideológica que separa al nacionalismo de las izquierdas en el año 1930, hay otro motivo que explica su ausencia en el «Pacto de San Sebastián»: desde la caida de la dictadura del general MIGUEL PRIMO de Rivera en enero de 1930, el nacionalismo vasco se desentiende por completo de la coyuntura política de transición que vive España y se dedica exclusivamente a su propia reorganización interna.
En la Asamblea de Bergara, el PNV aprueba unas bases que sintetizan la doctrina de Sabino ARANA.
Desde 1921 el movimiento nacionalista en el País Vasco se halla dividido en dos partidos aranistas: la moderada Comunión Nacionalista Vasca y el radical PNV o Aberri (Patria), que resultan ineficaces contra la dictadura. Su proceso de reunificación en el de nuevo denominado Partido Nacionalista Vasco es complicado y se dilata casi todo el año 1930, pues no culmina hasta la Asamblea de Bergara del 16 de noviembre. En ella se aprueban unas bases que sintetizan la doctrina de Sabino ARANA, con su lema «Dios y Ley Vieja» o Fueros, por considerarla inmutable. Los criterios son predominantemente autonomistas.
Nace en Bilbao ANV, una izquierda nacionalista moderada, inexistente en la Restauración.
Este estancamiento ideológico provoca que un grupo minoritario y reformista se escinda y funde Acción Nacionalista Vasca (ANV) en Bilbao el 30 de noviembre (Manifiesto de San Andrés). Con ella nace una izquierda nacionalista moderada, inexistente en la Restauración, cuyos principales rasgos fundacionales, que le diferencian del PNV, son la aconfesionalidad en materia religiosa (separación Iglesia-Estado) y la apertura a alianzas políticas con los republicanos y socialistas que luchan por el cambio de régimen en España.
El intento del PNV de lograr un Estatuto clerical cuenta con la oposición de las derechas antirrepublicanas.
El intento del PNV de lograr un Estatuto clerical cuenta con la oposición de las derechas antirrepublicanas. Además, el proyecto está condenado al fracaso por su flagrante inconstitucionalidad y porque los partidos de derecha, tienen mayoría en las Cortes Constituyentes, en las que naufraga el proyecto de Estella. Así se pierde todo el año 1931.
El sistema vasco de partidos en la República es un sistema ideológico y no pragmático.
El sistema vasco de partidos en la República es un sistema ideológico y no pragmático (La Palombara), como demuestra el predominio de los aspectos políticos y religiosos sobre los sociales y económicos en los programas de los partidos y durante las campañas electorales. Así, el tema religioso incide mucho más en la política vasca que la problemática socioeconómica, a pesar de la gravedad de la crisis industrial y del paro obrero en la Euskadi de la preguerra, sobre todo en Vizcaya. Esto mismo se confirma en el caso de los partidos nacionalistas. Así, la escisión de ANV no se debe a la cuestión social, sino sobre todo al problema religioso. ANV se desmarca del clericalismo del PNV y es un partido aconfesional, pero no anticlerical, a diferencia de los republicanos. Inicialmente no se dota de un programa económico. Su indefinición en este terreno da lugar a tensiones internas y polémicas en su diario Tierra Vasca.
ANV se ha unido al Bloque antidinástico y se ha presentado con él a las elecciones municipales.
ANV se ha unido al Bloque antidinástico y se ha presentado con él a las elecciones municipales del 12 de abril. Gracias a esa alianza, ANV dispondrá de algunos concejales en Guipúzcoa y bastantes en Vizcaya, entre los que sobresaldrán los siete de Bilbao y los cinco de Baracaldo, sus focos de mayor implantación.

