PAÍS VASCO (Hasta España de las Autonomías) (...... - 11/1/1980)

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La primera fase de la guerra carlista se identifica con el mando del carlista Tomás ZUMALACÁRREGUI.


La primera fase de la guerra, hasta el verano de 1835, se identifica con el mando del carlista Tomás ZUMALACÁRREGUI. Su proyecto de apoderarse de Vitoria para, desde allí, pasar a la Meseta, se ve truncado por la decisión de CARLOS V, que le impone la conquista de Bilbao porque necesita de su posesión como garantía de un préstamo exterior. También se ha dicho que deseaba disponer de una capital más adecuada que Estella, en donde solía residir la corte carlista. La empresa, sea cual sea la razón, probablemente excede de las fuerzas disponibles. De todas formas ZUMALACÁRREGUI no puede comprobarlo porque morirá, en el mes de junio, como consecuencia de una herida sufrida en el sitio de Bilbao. La causa carlista, no volverá a hallar un jefe militar de su misma talla. Durante el cerco de Bilbao, los soldados de D.CARLOS llaman a sus oponentes «guiris», es decir, señoritos, mientras que éstos responden llamándolos «chapelgorris-, boinas coloradas. Bilbao sigue siendo liberal.

En la Primera Guerra Carlista, comienza el segundo cerco de Bilbao, más empeñado que el primero.


En la Primera Guerra Carlista, el segundo cerco de Bilbao, más empeñado que el primero, comienza el 22 de octubre de 1836. Durante un mes la ciudad, que ha perdido los fuertes que la protegían, sufre un intenso bombardeo. Escasean los víveres y crece el sentimiento de odio de los habitantes hacia los sitiadores absolutistas.

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Baldomero Espartero, liberal, nombrado general, vence a los carlistas y pone fin al sitio de Bilbao.


Baldomero ESPARTERO, nombrado general en jefe del ejército liberal del Norte se encuentra enfermo y en cama. En la fecha, tiene lugar la batalla de Luchana. Baldomero ESPARTERO, al enterarse de la crítica situación del campo de batalla se persona allí al frente de sus tropas liberales vence a los carlistas y pone fin al sitio de Bilbao, decidiendo la resolución de la Primera Guerra Carlista. De hecho, conforme avanza la Primera Guerra Carlista, entre los combatientes vascos se intensifica la conciencia de que están luchando por su tierra y no por los derechos de un determinado príncipe.

En Vizcaya son suprimidas las instituciones forales y se procede a una reforma de la Constitución.


En Vizcaya son suprimidas las instituciones forales (Juntas Generales y Diputación Foral) y se procede a una reforma de la Constitución.

Victoria carlista en la Batalla de Oriamendi que tuvo lugar en el monte del mismo nombre.


Victoria carlista en la Batalla de Oriamendi que tuvo lugar, en la fecha, en el monte homónimo, situado en las inmediaciones de San Sebastián, durante la Primera Guerra Carlista en el que el ejército carlista derrotó al cristino. Según cuenta la leyenda, tras la derrota de las tropas liberales, los carlistas entraron en el campamento cristino, tomando como botín de guerra, armas, uniformes y, también, la partitura de una marcha militar compuesta por un músico inglés y arreglada por un liberal donostiarra, sin letra, para conmemorar la victoria de los cristinos, y a la que los carlistas pusieron letra.

Esta pieza también aparece en ... PRIMERA GUERRA CARLISTA (1833-1840)

Los moderados quieren la confirmación de los Fueros sin condiciones.


La Ley del 25 de octubre de 1839, con la que se materializa el Convenio de Vergara, no enfrenta a liberales y carlistas, ausentes de las Cortes, ni tampoco a los notables vascongados con el Gobierno, sino a los moderados, que quieren la confirmación de los Fueros sin condiciones, y a los progresistas, mayoritarios en el Congreso, que no consienten su confirmación sin subordinarla a la «unidad constitucional». El art. 1º de esta Ley confirma los Fueros «sin perjuicio de la unidad constitucional de la Monarquía española». En el art. 2º dispone el proceso de su modificación: el Gobierno, «después de oir» a las Provincias, debe de presentar un proyecto de arreglo definitivo de Fueros a las Cortes, «resolviendo entre tanto provisionalmente dudas y dificultades».

Provisionalmente, el Gobieno de Madrid restablece las instituciones forales suprimidas en 1837.


Provisionalmente, y para demostrar su buena voluntad, el Gobierno de Madrid restabece inmediatamente por real decreto, y de acuerdo con el Convenio de Oñate del mes de agosto, las instituciones forales suprimidas en 1837 (Juntas Generales y Diputación Foral).Esto no sería posible sin la complicidad de los gobiernos moderados. Más allá del pragmatismo y de la falta de visión de Estado con que tratan la cuestión foral, no es difícil de explicar su condescendencia. Por un lado, los fueristas vascongados se convierten en uno de los pilares más firmes de la monarquía isabelina. Por otro, siempre han visto en el modelo social y político vascongado «la utopía de la España conservadora», una réplica auténtica del modelo inglés; la combinación armónica de una sociedad comercial individualista con una comunidad tradicional ordenada jerárquicamente en torno a una aristocracia respetada por un pueblo religioso, trabajador, sumiso e inmune a cualquier novedad.

Bilbao y las otras ciudades vascas se convierten en la cabeza del incipiente desarrollo industrial.


La Primera Guerra Carlista favorece un impulso económico que, estimulado luego por las condiciones impuestas por el moderantismo y por la penetración de capitales europeos, hará de Bilbao, y de las otras ciudades vascas, un elemento de cabeza para el incipiente desarrollo industrial. Pero este desarrollo crea implicaciones que rompen los esquemas limitados de una sola región para extenderse a todo el territorio de la Monarquía. De todas formas la cuestión de los Fueros conserva su carga sentimental. Muchos vascos no saben muy exactamente en que consisten las diferencias jurídicas y administrativas pero les basta con que existan para adherirse a ellas y defenderlas.

La guerra carlista no ha sido una guerra foral.


La guerra carlista no ha sido una guerra foral. Ni los carlistas o tradicionalistas han luchado por los Fueros ni los liberales lo han hecho en contra. No ha sido un problema de patrias, sino el conflicto entre dos modelos de una única patria española. Si mediada la guerra han aparecido alusiones a los Fueros en el bando carlista ha obedecido a la intención de atraerse a los notables locales, que sí estan muy interesados en conservar unos Fueros que institucionalmente les permiten el control de la provincia y son los que más se benefician de una fiscalidad privilegiada.

El final de la guerra carlista brinda a los notables locales del País Vasco la gran oportunidad.


El final de la guerra carlista brinda a los notables locales la gran oportunidad. Si al comienzo de la contienda protestaron por cualquier identificación de los Fueros con los insurrectos, al final de la misma les interesa con machacona insistencia presentar la guerra como foral para condicionar la paz al reconocimiento de los Fueros. Para ello, presionan sobre unos carlistas, mucho más interesados en la paz y el reconocimiento de grados y sueldos que por los Fueros, pero, sobre todo, cuentan con el apoyo imprescindible del Gobierno moderado de Madrid. Éste, ante un carlismo dividido, en quiebra financiera y en franca retirada militar, desea evitar un final de la guerra con el triunfo del general Baldomero ESPARTERO y, ante la radicalización democrática, busca una transacción con los carlistas para poder templar el régimen con principios tradicionales y forzar la reforma de la Constitución de 1837.