La acción de gobierno del Regente Espartero es poco acertada. Su liberalismo le impulsa a liberalizar el comercio de tal modo, que perjudica gravemente a la industria nacional, que no puede resistir la competencia extranjera. La ruina del ramo textil catalán, a causa de las importaciones de Inglaterra, desencadena una rebelión en Barcelona que es violentamente reprimida. En efecto, el propio general ESPARTERO se traslada a Barcelona y ordena el bombardeo de la ciudad desde el castillo de Montjuïc. En trece horas caen 1014 proyectiles sobre la ciudad que provocan una treintena de víctimas y la destrucción de varios edificios. El general castiga duramente la ciudad después de la rendición incondicional, obligándola a pagar una multa de doce millones de reales y los costes de rehacer la Ciudadela. El hecho provocará consternación en toda España y esto acarrea el descrédito del general, que poco después se verá obligado a abandonar el cargo de regente y huir a Inglaterra.

Granada se subleva en 1843 contra el gobierno de Espartero.

El sentimiento de superioridad de pertenecer a un país que se industrializaba en una España que permanecía atrasada, lleva a los catalanes a no resignarse a la inferioridad política y a la dependencia cultural de la España castellana o castellanizada. El desarrollo económico que diferenciaba a Catalunya, fue la sólida base material sobre la que se edificó la Renaixença, que favorecida por el romanticismo, no se agotó con él sino que continuó después, alentando literariamente al catalanismo político.

El gobierno de Joaquín María López, a quien ESPARTERO confía el poder en un intento de atraérselo, acaba también chocando con el regente y dimite en mayo de 1843. La disolución del Congreso conduce a la insurrección abierta, no contando ESPARTERO más que con el apoyo de ciertos sectores del Ejército y especialmente de los “ayacuchos”.

PRIM, descontento de la política que sigue ESPARTERO como regente, a pesar de que en su momento lo ha votado, se añade al movimiento antiesparterista. En 1843 y en su Reus natal, PRIM, juntamente con Milans del Bosch, se pronuncia contra el Regente de España, Baldomero ESPARTERO, Duque de la Victoria. PRIM se ha enemistado con ESPARTERO y su gobierno a los que acusa de favorecer los tejidos ingleses con el fin de arruinar la industria textil catalana y tener más sometido el territorio catalán.

Mientras tanto, en Madrid, se reúne una Junta Central integrada por todas las juntas que se han formado en el estado para derribar a Baldomero ESPARTERO. Ya en Madrid, Serrano incumple todas las promesas hechas a la Junta de Barcelona, especialmente la de organizar la Junta Central.

Ya ESPARTERO es sólo “el ayacucho” (alusión a su papel colonial bien poco glorioso). La agitación crece en las ciudades; los moderados (generales NARVÁEZ y CONCHA) vuelven del exilio y derrotan a las tropas esparteristas de Seoane en Torrejón de Ardoz, cerca de Madrid. ESPARTERO, en la fecha, se embarca para Londres, no sin antes bombardear Sevilla. La revolución triunfante, priva a ESPARTERO de todos sus títulos y honores. Con la caída del regente, se liquidan las consecuencias inmediatas del final de la guerra civil y el liberalismo español emprende una nueva experiencia mucho más regresiva. A la caída de ESPARTERO, sigue un intervalo de desconcierto político con Joaquín Mª López, Salustiano de Olózaga y González Bravo sucesivamente nombrados jefes de Gobierno.

MARÍA CRISTINA que, desde París, y con el apoyo de Luis Felipe, ha intrigado sin descanso contra ESPARTERO, regresa a España haciendo su entrada en Madrid, en la fecha, pocos meses después de haber sido jurado reina su hija ISABEL. Durante los primeros años del reinado de su primogénita, MARÍA CRISTINA intervendrá activamente en los asuntos de gobierno.

ESPARTERO regresa de Londrés en 1848 y se retira a Logroño.

Esta peligrosa situación hace temer a ISABEL II la instauración de un estado anárquico e incontrolable, decidiendo llamar a gobernar, en la fecha, al ídolo de los más radicales, el general ESPARTERO, que se encuentra retirado en Logroño. Vuelve, pues, al poder el Partido Progresista (liberal). “Bienio progresista” o “Bienio esparterista” (1854-1856).