El zar Boris Godunov no sólo se ve atormentado por los inquietos boyardos, sino por la aparición de alguien que afirma ser Demetrio, un hijo de Iván IV el Terrible y María Fiódorovna Nagaya, la última de sus ocho esposas o novias. En realidad, Demetrio ha muerto en 1591, pero en estos tiempos no hay fotografías, y por tanto existen escasas posibilidades para el pueblo llano de ver a personalidades importantes. Así pues, la impostura resulta sencilla: uno sólo tiene que declararse persona real, y cualquiera que esté insatisfecho con quien ostenta el poder en ese momento, creerá aquella declaración.

Al iniciarse el siglo XVII, las relaciones internacionales siguen manteniendo las mismas coordenadas que en el Quinientos. La Casa de Habsburgo, aunque separada en dos ramas, mantiene una presencia hegemónica en todo el Continente europeo, en cada uno de cuyos frentes tiene intereses que defender. Francia no pierde de vista el principal objetivo de su política exterior, la ruptura del cerco de los territorios de los Habsburgo, que le lleva a una serie de enfrentamientos directos o indirectos contra sus rivales agravando progresivamente su rivalidad. Las Provincias Unidas continúan la búsqueda de su independencia, tanto de España como del Imperio. Inglaterra persigue convertirse en una gran potencia económica y comercial. En el área nórdica, Dinamarca y Suecia se disputan la hegemonía en la zona con éxito para la segunda, sin que ni Brandeburgo ni Rusia puedan optar a una presencia relevante. En la Europa oriental, Polonia-Lituania mantiene una presencia dominante, pese a todos los síntomas de decadencia, del mismo modo que el Imperio otomano, en plena crisis interior, continúa siendo el gran peligro por el Sur.

Boris Godunov muere luchando contra el «falso Demetrio» en 1605, y otros dos impostores aparecen poco después. Con esos «Demetrios» en escena, que tan fácilmente ganan seguidores, con la rivalidad de las familias boyardas y con la constante interferencia de suecos y polacos, este período lo ha denominado la posteridad rusa «la época de los desórdenes».

En Moscú, los boyardos realizan una gran matanza de polacos

Por un momento, Polonia (bajo SEGISMUNDO III) parece aumentar su fortaleza, pero sólo se debe a que Rusia está cayendo en la anarquía. Polonia obtiene de ello todas las ventajas, y, en la fecha, sus fuerzas entran temporalmente en Moscú y ocupan el Kremlin. Segismundo llegará a nombrar zar a su hijo Ladislao (que más adelante le sucederá).Pero cuando Gustavo Adolfo lucha contra Polonia, ésta se ve forzada a retroceder por el Oeste, a la vez que una recuperación rusa la fuerza a hacer otro tanto por el Este.

La entrada de las tropas polacas en Moscú han generado en el pueblo ruso un sentimiento de xenofobia que estalla en 1612: los polacos que no logran huir de Moscú son aniquilados. Al mismo tiempo Polonia es atacada por el oeste por Suecia. Así, pues Polonia abandona definitivamente su aventura en Moscú.

En Rusia, en 1612 una asamblea nacional elige zar a Mijaíl Fiódorovich Románov, MIGUEL I (1612-1645), primo segundo de Iván el Terrible. Miguel sólo cuenta 16 años y siempre ha estado dominado por su familia, pero Rusia está ya cansada de tanta anarquía y apoya al zar. Ello permite a Miguel (o a quienes le controlan) incrementar la autoridad del zar, sometiendo casi a los boyardos, y reforzando la condición servil del campesinado.

Comienza el reinado de la dinastía de los Romanov en Rusia con el nombramiento de Miguel I Romanov.

Fracasa la invasión polaca de Rusia; el ejército invasor es derrotado junto al Kremlin. Como consecuencia de ello será entronizado en Rusia, al año siguiente, Miguel I Romanov, que iniciará una dinastía de tres siglos.

En Rusia, la familia Romanov ha ganado influencia durante el Gran Interregno generada por la muerte de Iván IV (1584). Una asamblea nacional nombra zar  -en la fecha-  a MIGUEL I (1612-1645), primo segundo de Iván el Terrible. MIGUEL I sólo cuenta 16 años y está dominado por su familia, pero Rusia está cansada de tanta anarquía y apoya al zar. Ello permitirá a MIGUEL (o a quienes le controlan) incrementar la autoridad del zar, sometiendo casi a los boyardos, y reforzando la condición servil del campesinado.