En la sesión anual de nueve días que celebra el Congreso Nacional del Pueblo -el Parlamento Chino- aprueba la llamada «Ley Antisecesión de Taiwán». Fundamentalmente se trata de una respuesta legislativa a la nueva constitución con la que el presidente de Taiwán, CHEN SHUI BIAN, quiere borrar el histórico vínculo formal que une a la isla con China desde que los derrotados nacionalistas se refugiaron en ella en 1949. Con la nueva Ley Antisecesión, China dispondrá de un medio legal para invadir la isla si los preceptos en ella contemplados son violados. Es evidente que la invasión de Taiwán no depende de leyes sino de potencia militar, de la que China carece manifiestamente, pero lo que hay que recalcar es que sea cual sea su texto, la ley no es una iniciativa agresiva, sino una reacción, frente a la actuación de CHEN, que quiere que su nueva Constitución independentista entre en vigor en el 2008, cuando Pekín esté volcado en los Juegos Olímpicos.
CHINA
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CHEN SHUI BIAN, presidente de Taiwán, se niega a reconocer que la isla de Taiwán es parte de China
CHEN SHUI BIAN, presidente de Taiwán, se niega a reconocer que la isla de Taiwán es parte de China. A partir de tal reconocimiento, todo sería negociable para Pekín que ofrece a Taiwán la fórmula «un país, dos sistemas» aplicada con éxito en Hong Kong. Taiwán podría conservar su sistema político y económico, e incluso sus fuerzas armadas, según dijo en su día Deng Xiaoping. Es decir, la reunificación supondría para Taiwán aceptar la bandera de China, dejar que Pekín manejara la política exterior y poco más. Que existe una sola China y que Taiwán forma parte de ella lo reconocen casi todos los países del mundo, empezando por EEUU. (desde el comunicado de Shanghai, firmado por Kissinger y Chu Enlai en 1972) y la Unión Europea, España incluida, países que no mantienen relaciones diplomáticas con Taiwán, donde están representados únicamente por oficinas gestoras de intereses (bajo la forma de centros culturales, cámaras de comercio, etcétera). La excepción la constituyen una docena de pequeños países de África o de América Central, cuyos presupuestos Taiwán abastece de manera generosa.
El Dalai Lama, está dando significativos pasos de acercamiento al Gobierno chino.
Reuelto a morir en Tíbet, y no en el exilio indio de Dharamsala, donde se encuentra desde 1959, el Dalai Lama, premio Nobel de la paz y líder religioso de Tíbet, que cumplirá 70 años este 2005, está dando significativos pasos de acercamiento al Gobierno chino. Su declaración en una entrevista al South China Morning Post de Hon Kong, rebaja un peldaño la escala de la reivindicación. Su discurso que en su día fue independentista, que en 1988 promovía un gran Tíbet que incluía trozos de otras cuatro provincias chinas, además de la región autónoma de Tíbet y que hace cuatro años clamaba por un autogobierno tibetano genuino, pone ahora por delante una contundente declaración de lealtad a Pekín. Esa evolución viene determinada por una política de modernización y desarrollo china que está cambiando Tíbet hasta lo irreconocible.
En Tíbet, queda ya muy poco de aquel estado clerical, con la religión situada en el centro de todo.
En Tíbet, queda ya muy poco de aquel estado clerical, con la religión situada en el centro de todo. Hoy, la juventud tibetana mira hacia otra parte, y eso se nota hasta en el cuartel general del gobierno en el exilio de Dharamsala. La estrategia de Hu Jintao de integrar Tibet a través del desarrollo está siendo un éxito rotundo, explica en Katmandú una fuente que ha observado en directo la evolución de los últimos años. En Lhasa, los jóvenes ya no miran al Dalai Lama como la única referencia, la mayoría de los jóvenes monjes que huyen de Tibet y llegan a Dharamsala para ser enviados a EEUU. a estudiar, lo primero que hacen al llegar allá es colgar los hábitos e imbuirse de la vida moderna, dice. Unos años más, y los avances de la laicidad, el consumismo y la emigración china acabarán con la pequeña representatividad del gobierno tibetano en el exilio.
Este es mi mensaje a China -dice el Dalai Lama-: no estoy a favor de la separación. Tíbet es parte de la República Popular China.
«Este es mi mensaje a China -dice el Dalai Lama-: no estoy a favor de la separación. Tíbet es parte de la República Popular China. Es una región autónoma de China. La cultura tibetana y el budismo son parte de la cultura china. A muchos jóvenes chinos les gusta la cultura tibetana en su calidad de tradición china», declaró el Dalai Lama, que está perfectamente al corriente de lo que ocurre en Tíbet… y no sólo en Tíbet. China, donde la ideología preocupa a los dirigentes mucho más de lo que se sospecha, sufre una «crisis de valores». Como ideología niveladora y de desarrollo, el comunismo se ha disuelto en las ciudades chinas tanto, o más, que la religiosidad en Tíbet. Las autoridades de Pekín han contestado a estas manifestaciones exigiéndo al Dalai Lama que reconozca explícitamente que Tíbet y Taiwán son parte de la República Popular China.
El mismo diario que en la fecha ha entrevistado al Dalai Lama, también lo ha hecho al joven Panchen Lama.
El mismo diario que en la fecha ha entrevistado al Dalai Lama, también lo ha hecho al joven Panchen Lama en su primera entrevista concedida, algo imposible sin autorización expresa de Pekín. Otra señal de deshielo. El autor de la entrevista era el mismo en ambos casos, el abogado y orientalista británico Laurence Brahm, muy bien relacionado en Pekín, que se encontró con el adolescente, que es la segunda autoridad del budismo tibetano, en el monasterio de Tashilumpo. Además de tibetano, con fuerte acento shigatse, el undécimo Panchen Lama habla mandarín y un perfecto inglés con acento americano, explica Brahm. \»Deseo que los tibetanos de aquí y del extranjero amen a su país y a su ciudad natal, que colaboren en el desarrollo para elevar el nivel de vida y el desarrollo de su país\», dice el joven. Sobre el mundo actual, el Lama considera reprobable que \»muchos países gasten tanto dinero en armas de destrucción masiva\». \»Así es como fortalecen su poder, pero causan perjuicio al mundo\», dice. \»Es un gasto enorme y tremendo que si se usara para el desarrollo de los países y nacionalidades pobres, si se dedicara a los impedidos, a los estudiantes y a promover la investigación médica, contribuiría a la paz\», dice.
En un proceso que comenzó en 1999, China mantiene la iniciativa ante Taiwán con una ley agresora.
En un proceso que comenzó en 1999, China mantiene la iniciativa con una ley agresora. Pero en lo económico, la reunificación con Taiwán va a todo tren. China es el primer comprador de productos taiwaneses y absorbe la cuarta parte de las exportaciones de la isla. Cada año Taiwán invierte en China más de 3.000 millones de dólares y sólo en la región de Shanghai, primera fábrica de China, viven y trabajan medio millón de taiwaneses. Sin interferencia exterior, el asunto estaría cantado, pero conforme China se crece, aumenta el valor de la carta de Taiwán en Washington y, por lo visto, en Tokio. Taiwán es una cuestión de importancia mucho mayor que su territorio y su población, y no debe permitirse que siga el camino de Tíbet.
Ley Antisecesión aprobada por China, que prevé el uso de medios -no pacíficos- ante posibles iniciativas independentistas de Taiwán.
La ley Antisecesión aprobada ayer por China, que prevé el uso de medios «no pacíficos» ante posibles iniciativas independentistas de Taiwán, ha puesto en guardia a Taipei, que ha advertido a China de que esta modificación del statu quo «amenaza la paz y la estabilidad en la zona». EEUU. y Rusia también han advertido de que la medida pone en peligro la estabilidad en la región. Según el portavoz de la Casa Blanca, Scott McClellan, la nueva ley contrarresta los avances logrados en los últimos tiempos en las relaciones entre las dos chinas. El presidente del Consejo de Asuntos Chinos de Taiwán, Joseph Wu, asegura que esta ley supone un peligro para la seguridad de todo el Asia Oriental y hace un llamamiento a la comunidad internacional para que se una a los taiwaneses en su oposición a dicha norma.
Desde el fin de la guerra fría, EEUU. ha venido haciendo todo lo posible para inducir y acelerar el rearme japonés frente a China.
Desde el fin de la guerra fría, y especialmente con George W. Bush, EEUU. ha venido haciendo todo lo posible para inducir y acelerar el rearme japonés. Esa política promueve la hostilidad entre China y Japón, las dos superpotencias regionales, sabotea la posible solución pacífica de los problemas de Taiwán y Corea del Norte y crea las bases de un posible conflicto chino-norteamericano. El proyecto de EEUU. es convertir Japón en \»la Gran Bretaña de Asia\», es decir, en el chico de los recados en la región, siempre dispuesto a participar en las aventuras militares del jefe. Hasta hace dos años, Japón fue el mayor socio comercial de China, pero, desde el 2004, la UE y EEUU. le han superado y el plan de Corea del Sur es relegar a Tokio al cuarto puesto. La prosperidad de Japón depende en gran parte de China, pero la de China puede sobrevivir sin Japón. Un estudio oficial americano sobre la valoración del poderío militar chino concluyó el año pasado que la correlación de fuerzas militares, tanto global como en Asia, continuará siendo favorable a EEUU. los próximos veinte años. Eso no impide continuas declaraciones de altos funcionarios sobre el \»peligro militar chino\». Parece una contradicción si se tiene en cuenta que China, con el grueso de sus reservas colocadas en bonos del tesoro americano, es el segundo sostenedor mundial del dólar y de la deuda americana.
El levantamiento del embargo de armas a China, forma parte de la general apuesta por la multipolaridad.
El levantamiento del embargo de armas a China, forma parte de la general apuesta por la multipolaridad. De Brasil, a India, de la UE a China, de Rusia a Irán y Canadá, todos los que cuentan en el mundo, en América, Asia y Europa, menos EEUU. e Israel, apuestan por ella, lo que incluye el diálogo de civilizaciones como alternativa a su conflicto. Rice lo ve de otro modo. Existe inquietud sobre el alto gasto militar chino, así como por el potencial poder militar que pueden alcanzar y su grado de sofisticación, dijo ayer. Para la secretaria de Estado, la UE no puede contribuir a que la modernización militar china se aproveche de la tecnología europea. Desde EEUU. se ha dicho: Hemos estado ayudando a Asia durante mucho tiempo, hemos librado allá tres guerras y queremos mantener nuestras garantías de seguridad. Este embargo fue establecido por la UE en 1989 en respuesta a la represión del movimiento de Tiannanmen.

