Las ciudades romanas, que tienen una estructura derivada del campamento militar (castrum), se caracterizan por su perímetro amurallado. La muralla de Tarraco es construida en dos fases: la primera, levantada al final del siglo III o principio del II aC con bloques megalíticos, tiene un ancho de cuatro metros y una altura de seis y está reforzada con torres de planta cuadrangular. En una segunda fase, en la segunda mitad del siglo II aC, se aumentará el ancho a seis metros y la altura a doce.

Son nombrados gobernadores (prefectos) en Hispania, Tiberio SEMPRONIO GRACO para la Citerior y L.Postumio Albino para la Ulterior, las anexiones en la celtiberia obligan a los romanos a frenar su avance y consolidar estos dominios, llevando a cabo una explotación mas intensa del territorio.

Las monedas de los íberos se emiten bilingües (ibero y latín). Los temas acuñados son los de la moneda colonial y repiten el Pegaso o la esfinge. Las monedas llevan a menudo en el anverso la cabeza de una divinidad; el reverso, en cambio, varía mucho (caballeros con lanzas o palmas, caballos sin jinete o caballos marinos). Hasta el reinado de Nerón, los municipios hispánicos continuarán acuñando moneda propia.

Del 178 al 154 aC, son años de pocas noticias militares y fuerte explotación económica y tributaria en la Península Ibérica, fuertes quejas de los jefes indígenas que acuden al senado, el senado garantiza que no volverán a repetirse los abusos y dicta una serie de medidas: 1) fijación del precio del trigo. 2) el pago de tributos mediante una tasa fija mas una parte de la cosecha. En este periodo gran cantidad de emigrantes itálicos acuden a la península.

Fundación de Carteia (Algeciras/Andalucía) por el pretor Casuleyo, su fundación responde a una petición de los hijos de soldados romanos casados con hispanas, según la ley estos hijos de concubinas son esclavos pero los soldados desean legitimar su situación y mejorar la condición de esposas e hijos. El senado les concede habitar en Carteia, donde les otorgan tierras y estatuto de latinidad.

En medio de sus éxitos, el cónsil DECIO es llamado a la provincia de Hispania Citerior para apoyar a su pariente M. Emilio Lépido, y desde allí se dirigirá a Roma, donde celebrará un triunfo espléndido, en el año 136 aC., por sus victorias sobre los lusitanos y gallaeci.

Por estos años, en las montañas próximas a Cartagena y en Sierra Morena, trabajan unos 40.000 hombres, que producen, para los romanos, un equivalente a 25.000 dracmas de plata diarios. Más tarde, esta riqueza se acrecentará con los yacimientos auríferos gallegos y leoneses.

En unos setenta y cinco años Roma se ha adueñado de casi toda la Península Ibérica -Hispania-. No obstante, al norte del Duero y a lo largo de la cornisa cantábrica, permanece un amplio espacio poblado por tribus sin someter. Se trata, principalmente, de los vascones localizados en lo que hoy es Navarra, la provincia de Huesca hasta el Gállego y el este de Alava, los caristios en Vizcaya y Alava hasta el sur de Vitoria, los vardulos en Guipuzcoa y una parte de Alava, los berones el resto de Alava y los autrigones al oeste. Para los romanos, estas comarcas son tierras lejanas. Apenas si establecen diferencias entre unos pueblos y otros de los que se alinean a lo largo del litoral cantábrico. Tierras pobres y estériles, de robles y encinas, escasas en cereal y en donde, para horror de los latinos, se cuece pan de bellotas.

A través de esta buena relación, se asientan colonos romanos al sur de las tierras de estas tribus y en zonas mineras como las de Somorrostro en Autrigonia (Bizkaia) o en las llanadas de Aquitania, lo que dará lugar a las colonias romanas de la Novempopulania (nueve pueblos), Aquitania Prima y Aquitania Secunda, en lo que hoy en día se conoce como Aquitania o Gascuña. Unos asentamientos que darán lugar siglos después al surgimiento de las lenguas y culturas pirenaicas de origen latino fruto del mestizaje de vascones y latinos (castellana, navarro-aragonesa, dialecto occidental del catalán y dialecto gascón del provenzal u occitano).

El hecho de que tanto los romanos como las tribus vasconas tengan los mismos enemigos comunes, da lugar a un buen entendimiento. Mientras los romanos colaboran con las tribus vasconas en expulsar a los celtas de tierras pirenaicas, las tribus vasconas colaboran con los romanos en sus guerras contra los cántabros y astures de origen celta. Así, pues, como aliadas imperiales que son las tribus éuscaras, las zonas que son conquistadas por los romanos a los celtas, son posteriormente repobladas por población de estas tribus vasconas, lo que conlleva una extensión de las lenguas de la familia éuscara hacia el sur.