AURELIANO, oficial de la más alta categoría, es nombrado nuevo emperador romano (270-275). Cuando los godos se enteran que Claudio II ha muerto, creen que pueden reanudar impunemente sus correrías por el Imperio, pero AURELIANO los derrotará tan decisivamente como lo hiciera su antecesor.

Los godos serán considerados como el pueblo germánico más romanizado, debido principalmente a haberse convertido en una especie de ejército federado de Roma. Así, por ejemplo, en 332, firman un pacto según el cual lucharán para los romanos allá donde se les necesite. Los “bárbaros” habían atravesado las fronteras ocasionalmente y en calidad de pueblos devastados. Ahora se trata de algo cualitativamente distinto: la federación. Una realidad que los romanos ya han ensayado con los francos y que va a vertebrar los últimos años del otrora esplendoroso Imperio, testimonio, además, de la necesidad que el Estado de Roma alberga de reunir a otras instancias para prolongar su agonía. Es, pues, la federación una alternativa, funcional, provisional, momentánea, a la gran decadencia romana, amenazada ya de muerte.

Los godos inician, por estas fechas, su división en dos importantes grupos: visigodos -o godos del Este- y ostrogodos -o godos del Oeste-. Las noticias sobre los godos son cada vez más y más frecuentes por sus pequeñas incursiones en su incansable búsqueda de un lugar acogedor donde establecerse.

Con la decadencia del imperio romano, en los albores del siglo V, y con su definitiva caída, una serie de pueblos germánicos se sucederán en la isla de Sicilia. Primero la ocupan y saquean los vándalos (439 -468) y por algunos años el dominio efímero de los godos. Los vándalos, desde África, se transformarán en audaces piratas, formando un imperio insular que abarcará pronto, además de las tierras continentales africanas, Baleares, Córcega, Cerdeña y Sicilia.