ALFONSO II el Casto, rey de Asturias, está en condiciones de negar el tributo de las “Cien doncellas” gracias a las continuas sublevaciones de los muladíes de Mérida y de Toledo, apoyadas por los beréberes y los mozárabes -su rito aún se conserva en una capilla de la catedral de Toledo y en otra de la de Salamanca-, que impiden a los cordobeses lanzar sus habituales campañas de intimidación. ALFONSO II vence a los árabes en numerosas batallas. Mientras tanto, en la zona oriental, los muladíes del Ebro y los ejércitos carolingios actúan con absoluta independencia tratando de mantener sus posiciones.

De temperamento batallador, ALFONSO II el Casto, inicia de nuevo, tras un período de convivencia cristiano-musulmana, la ofensiva contra los musulmanes. Saquea Lisboa en 793 pero sin ocuparla.

Elipando, arzobispo de Toledo, rechaza la decisión de Ratisbona. Se celebra un nuevo sínodo en Toledo en el que se declara que la doctrina del adopcionismo será obligatoria en toda la Igleisa mozárabe, bajo amenaza de excomunión a quien la rechace. FÉLIX, obispo de Urgell vuelve a la obediencia del primado y la apología del Beato de Liébana, contrario al adopcionismo, es condenada.

Los musulmanes, mientras distraen la atención de las tropas de ALFONSO II penetrando en Álava, se dirigen con un gran ejército hacia Oviedo, que sufre su primera conquista, saqueo e incendio. Cuando el ejército musulmán regresa victorioso, es derrotado en Lutos por los astures.

Se produce una rebelión de los bereberes en la serranía de Ronda, a causa de las marcadas desigualdades socio-económicas.

Los musulmanes han vuelto a la carga en Asturias para vengar la derrota sufrida en Lutos en 794. ALFONSO II les espera en Babias y se dispone a combatir en campo abierto. En la fecha, ALFONSO II es derrotado y debe retroceder. Los musulmanes saquean Oviedo y regresan a su tierra. Un segundo ejército musulmán que, de acuerdo con la táctica habitual, ha atacado Galicia es interceptado por los cristianos en su camino de regreso. Los sarracenos son derrotados y un gran número de ellos hechos prisioneros.

ALFONSO II de Asturias, comprendiendo que los duros ataques que está sufriendo no van a terminar fácilmente, decide establecer relaciones y acuerdos con CARLOS, rey de los francos, tal vez con el propósito de que los francos le ayuden en su lucha contra los sarracenos. Manda una embajada a LUIS I, que gobierna la marca que CARLOS tiene en la península. Así, en la fecha, se firma en Tolosa el pacto para combatir conjuntamente contra los musulmanes. En los años siguientes se producen diversos intercambios de embajadas.

Los musulmanes devastan las tierras que luego serán conocidas como Castilla la Vieja.

Al no producirse ningún ataque musulmán ni en 797 ni en 798, este último año ALFONSO II de Asturias pasa a la contraofensiva y, tras una marcha de centenares de millas su ejército ataca de nuevo Lisboa. La ciudad, totalmente desprevenida, cae en manos de los cristianos que consiguen un magnífico botín, con el que regresan victoriosos a Asturias.

Los francos conquistan las zonas de Cardona, Casserras y Alto Segre. Para establecer la defensa del territorio conquistado y fijar su estructura de dependencia política de Aquitania, los francos repueblan en los años 798 y 799 algunas de estas ciudades y crean el condado de Osona.