Thomas Hamilton, de 43 años, irrumpe en una guardería de Dunblane (Gran Bretaña) y mata a 16 niños y a su maestra, y se suicida.

La hija de Bernadette Devlin, Roísín McAliskey, que parece seguir su estela, es encarcelada estando embarazada. Esto llevará a Bernadette a hacer un periplo internacional, exigiendo su puesta en libertad, por razones humanitarias, llamamiento que desatiende el gobierno inglés. El parto tuvo lugar en un hospital psiquiátrico de Londres, y posteriormente será de nuevo privada de su libertad, en una «cárcel de hombres».

El IRA rompe la tregua después del fracaso de las conversaciones. Atentado con la explosión de una bomba en los Docklands de Londres, en el Canary Whaf, con un balance dos muertos. Será su último asesinato. El Sinn Fein es excluido de las conversaciones sobre el futuro del Ulster.

Divorcio del príncipe Carlos de Inglaterra, hijo de Isabel II, y lady Diana Spencer. La inestabilidad mental de la princesa ha motivado y seguirá motivando serios quebraderos de cabeza a la casa real, culminados con su muerte accidental en 1997.

Este año, tras las bombas de los Docklands y Manchester y el final del alto el fuego, el clima en el Ulster es de mucha mayor intransigencia y ambas partes han endurecido sus posiciones. Tras la negativa de la policia a dejar que la Orden de Orange desfile, como es habitual en esta fechas, por los barrios católicos de la ciudad de Portadown, decenas de familias católicas han sido arrojadas de sus casas por fanáticos unionistas que han prendido fuego a viviendas, negocios, iglesias y automóviles. El primer ministro británico John MAJOR exhortó a todos los líderes políticos y religiosos del Ulster a que hagan lo posible por desconectar la bomba de relojería en que se ha convertido esa provincia del Reino Unido

Los unionistas, más divididos que nunca (como se demostró en las últimas elecciones) y recelosos de que el Reino Unido vaya a «abandonarles» y a «entregar» la provincia a la República de Irlanda, han convertido el desfile por Portadown en un casus belli, en una demostración de su intransigencia y una afirmación de su compleja identidad

La policia de Irlanda del Norte, la Royal Ulster Constabulary, que durante cinco días ha estado defendiendo los derechos de la minoría católica, se cambia repentinamente de bando y se pone con la mayoría, recurriendo al manido argumento de que de otro modo podría haberse producido «un baño de sangre de consecuencias imprevisibles». El Gobierno de Londres dice que no sabe nada de la decisión, pero todo el mundo sabe que a John MAJOR le hacen mucha falta los votos unionistas del Ulster para seguir en el poder. Unos mil quinientos caballeros de la sección local de la Orden de Orange hicieron de inmediato un primer recorrido por las calles del barrio católico de Garvaghy Road de Portadown, apenas conocida la noticia

El Sinn Fein, brazo político del IRA, el Partido Social Demócrata y Laborista (SDLP) del Ulster, nacionalista pero contrario a la violencia, y el primer ministro Irlandés John Bruton se han unido para lamentar la decisión de permitir el desfile de los protestantes por los barrios católicos del Ulster y pronosticar sus nefastas consecuencias para el proceso de paz. Los católicos vilipendiados y con su orgullo por los suelos, tienen deseos de justicia y venganza, y el IRA probablemente ha encontrado el pretexto que necesitaba para reanudar la campaña de violencia en la provincia

El ritual de las marchas que hacen los protestantes en esta fecha y que sigue siendo aproximadamente el mismo que se seguia el pasado siglo es el siguiente: Hombres adornados con cintas anaranjadas, llevando banderas del mismo color, marchan con aire de triunfo por las calles, precedidos de tambores, pífanos y de bandas de música, tocando canciones destinadas a recordar las hazañas de sus padres. Para que su actitud sea suficientemente provocativa, cuando pasan por barrios católicos lanzan insultos al aire que son respondidos por los católicos, por ejemplo: «¡Al infierno el papa!». Respuesta: «¡Al infierno el rey Guillermo!».

El gobierno británico puede cansarse en cualquier momento de las bombas del IRA y de los miles de millones de libras que le cuesta subvencionar al Ulster. El amor fanático de los unionistas al Reino Unido no es necesariamente correspondido. La mayoría de los ingleses, según las encuestas, desprecia su fanatismo religioso y encuentra ridículo su apego a tradiciones centenarias, como los desfiles de la Orden de Orange.