Se reúne en Córdoba (Argentina), la XXX cumbre de Mercosur -Argentina, Brasil, Paraguay, Uruguay y el nuevo miembro Venezuela- con Cuba y Bolivia como invitados. Esta cumbre está marcada por el color de los gobiernos de izquierdas, que hoy ocupan el poder en la mayoría de los países de Iberoamérica y el Caribe. Quizá de ahí provengan las reticencias que se observan al norte, en Washington, donde se constata que mientras el Mercosur se reconstruye y avanza, el Área de Libre Comercio de las Américas se esfuma. Está por ver cuál será el peso específico de Venezuela, pero son de sobras conocidos las pretensiones políticas del presidente venezolano, empeñado en que el mercado común de Iberoamérica y el Caribe se transforme en un bastión independiente y unido, frente a la “influencia” norteamericana.

Icono casi perpetuo de dictadores, en un continente donde los déspotas abundan, el ex general paraguayo Alfredo Stroessner ha fallecido, a los 93 años, en un hospital de Brasil. En octubre del 2003 un juez penal de Asunción (Paraguay) ordenó a la Interpol su detención, sin que ésta llegara a ser efectiva. Ahora ya no es necesaria. El general paraguayo instrumentó su anticomunismo hasta convertirlo en un rentable y pingüe negocio, vía préstamos internacionales, que le permitieron emprender faraónicas obras públicas. Mientras, la oligarquía y las corporaciones internacionales, cuando no los carteles del tráfico de drogas y de armas, eran generosamente alimentados, a cambio de un complacido apoyo político. Durante los años más duros de la guerra fría, el dictador sirvió con eficacia la estrategia de Washington para la región. Paraguay ha sido también tranquilo refugio para nazis de la catadura de Josef Mengele y de dictadores derrocados como Anastasio Somoza.