En Sudán, a diferencia de los rebeldes del S., en su mayoría cristianos y animistas en lucha contra el poder central islámico, el conflicto de Darfur no tiene una raíz religiosa: el conflicto enfrenta sólo a musulmanes. Y aunque las comunidades enfrentadas tiene diferente origen -unas son de origen africano y otras son de origen árabe- más que de una disputa entre árabes y africanos, es una rebelión de grupos étnicos reprimidos por el poder central: Jartum ha beneficiado siempre a las comunidades de origen árabe y discriminado a las de origen africano. De hecho, los dos grandes grupos armados rebeldes de Darfur -el Ejército de Liberación de Sudan y el Movimiento por la Justicia y la Igualdad- no buscan la independencia, sino una mayor descentralización y un trato justo por parte de Jartum hacia las comunidades de origen africano.

El Consejo de Seguridad de la ONU amenaza al Gobierno sudanés con sanciones a su sector petrolero.

Los beneficios de las riquezas petroleras de Sudán, situadas en el sur, serán compartidas a partes iguales, según lo acordado. La producción estimada es de unos 320.000 barriles al día y se espera que la pacificación favorezca esta industria. La ley islámica o charia regirá sólo en el norte, y ya no podrá imponerse en los diez estados que forman el sur, como había pretendido el Gobierno central. Una cláusula estipula que el poder central será compartido, de modo que Garang se convertirá en el primer vicepresidente de Sudán, cargo ocupado ahora por el hombre con el que ha negociado la paz, y dirigirá el Ejecutivo autónomo del sur. En tres meses, Garang formará un gabinete, después de aprobar una Constitución de transición.

Las tensiones aumentan en la zona oriental de Chad a medida que los refugiados de la atribulada región de Darfur en el Sudán cruzan la frontera en busca de seguridad. Se calcula que hay alrededor de 203.000 personas que viven en la actualidad en 11 campamentos superpoblados de Chad, y muchos más podrían llegar debido a que la crisis en Darfur continúa sin resolverse. Este flujo de personas ha puesto al límite de su capacidad los recursos en Chad y muchos pobladores que viven cerca de los campamentos dicen que ellos también sufren escasez de alimentos y de agua. También hay informes sobre enfrentamientos étnicos y la presencia de grupos rebeldes del Sudán.

Aunque la guerra entre los dos Sudán se inició tras la independencia del país, en 1956, cobró violencia en los años 80 causando más de dos millones de muertos, más de cuatro millones de desplazados internos (algunos ya han regresado), más de 350.000 asilados en países vecinos y la ruina del país, al margen del otro conflicto armado que afecta al país en el área de Darfur. Este largo conflicto se dio por acabado el pasado enero, al alcanzarse un histórico acuerdo de paz entre el Norte árabe musulmán -suní- del presidente Omar Al Bashir que ha venido ostentando el poder y el Sur cristiano animista del líder rebelde John Garang. El pacto entre ambas partes, firmado el pasado 9 de julio en la capital Jartum, consiste básicamente en el fin del conflicto armado, el reconocimiento del pluralismo político y la tolerancia religiosa, el reparto de las rentas del petróleo y una presidencia colegiada entre Al Bashir, presidente, y Garang, vicepresidente. Éste, un hombre duro y carismático, fundador del Movimiento Popular de Liberación del Sudán (SPLM), héroe de la lucha del sur, ex marxista de formación cristiana, apoyado por EEUU. y financiado por las iglesias evangelistas norteamericanas.

John Garang, vicepresidente de Sudán, muere, en la fecha, en un accidente de helicóptero, apenas tres semanas después de haber vuelto a Jartum en loor de multitudes. Será enterrado, el seis de agosto, con exequias de jefe de estado en Juba, la capital del sur sudanés. La inevitable sospecha de que su muerte pueda tratarse de un asesinato, aunque de momento todo indique que la causa del accidente aéreo fue el mal tiempo, ha hecho tambalear el acuerdo de paz y ha causado sangrientos tumultos con más de 130 muertos en Jartum y Juba. Las Naciones Unidas y Washington buscan salvar el acuerdo apoyando una investigación a fondo sobre el accidente. Al Bashir promete respetar el acuerdo “al pie de la letra” y la viuda de Garang y el delfín del líder desaparecido, Salva Kiir, unen sus voces para llamar a la calma y proseguir con el proceso que dentro de seis años debe culminar en un referéndum de autodeterminación para el sur del país. Todo, como es fácil adivinar, demasiado frágil para tanta mala suerte.

Acuerdo de paz – amparado por EEUU.- firmado en la fecha entre el Gobierno de Sudán y el grupo insurrecto mayoritario, el Ejército Popular de Liberación de Sudán (EPLS). En el 2004 ya se alcanzó un acuerdo similar e inmediatamente fue violado. No hay motivo para pensar que el actual tratado saldrá mucho mejor parado, especialmente porque las otras dos fracciones mayoritarias lo rechazan.

En Sudán, los ataques a los campos de Darfur continúan, ante la pasividad de la policía sudanesa y la impotencia de las tropas de la Unión Africana (UA), que no tienen mandato para combatir. En el Darfur de las sequías y hambrunas los enfrentamientos y conflictos entre agricultores y ganaderos por la utilización de la tierra se han repetido a lo largo de la historia. Esta vez han sido manejados por el poder central y la crueldad ha superado anteriores episodios. La autoridad legitimó a los janjawid mediante una ley que permite la actuación de la fuerza popular de defensa. “Los milicianos montados en sus camellos o caballos quemaron y arrasaron muchos de nuestros poblados, mataron a civiles, violaron sistemáticamente a las mujeres, obligándonos a huir…”, explican, en los campos, esas gentes que perdieron sus escasísimas pertenencias.

Las tropas de la Unión Africana (UA), en efecto, son unas patrullas inoperantes, ya que los 7.000 soldados de la UA destinados en Darfur no tienen permiso para utilizar las armas. Incluso han sufrido bajas en sus propias filas, sin responder. La comunidad internacional sostiene que deberían desplegarse en Darfur tropas de la ONU, algo que no acepta de momento el Gobierno de Jartum. Este panorama dificulta el retorno de los dos millones de desplazados a sus pueblos, el de los 200.000 o más refugiados en Chad y, en definitiva, la pacificación de Darfur.

Actualmente en Sudán, hay en Juba un Gobierno autónomo del sur de Sudán, y en Jartum un “gobierno de paz” formado por el partido islamista del presidente al-Bashir y por el MPLS. La paz Norte-Sur sigue siendo precaria, a causa de la persistencia de la guerra en Darfur (y en las regiones de los bejas del Este) y por la desconfianza entre las partes. Los incidentes son frecuentes en la capital nacional, donde viven varios millones de desplazados, privados de elecciones y sometidos a la sharia.