La muerte, en la fecha, del líder de los separatistas chechenos, Aslan MASJADOV, en una operación antiterrorista de los servicios secretos rusos en el pueblo de Tolstoi Yurt, a 14 km de Grozny, la capital chechena, ha provocado expresiones de satisfacción en el Kremlin, que habla de un gran triunfo sobre el terrorismo. Esa muerte también parece satisfacer, aunque por razones diferentes, al grupo guerrillero radical del islamista Shamil BASAIEV, responsable de los atentados más sangrientos registrados en la capital rusa, que ve abierta una nueva era en su guerra contra Moscú tras la desaparición de su gran rival, el cual apostaba por el diálogo como solución al problema de Chechenia. MASJADOV y sus hombres han sido sorprendidos en una casa de esa localidad, en la que había construido un bunker donde se ocultaba el líder checheno.

En Chechenia, el principal señor de la guerra, el terrorista número uno, Shamil BASAIEV, ha sido el primero en anunciar el sucesor de Aslan Masjadov al frente de los separatistas, el saudí de origen checheno Abdul-Jalim SAIDULAIEV. Es un comandante de la rama radical que, a su vez, goza de autoridad religiosa. SAIDULAIEV representa a los que han elegido la guerra santa contra los rusos pretendiendo la creación de un estado islámico bajo las ideas del wahabismo. Se encuentra, por tanto, en el extremo opuesto a Masjadov. SAIDULAIEV ha formado parte del Comité de la Sharia o tribunal de la ley islámica, sin cuyo consentimiento ningún comandante guerrillero puede tomar ninguna decisión importante.

Los paramilitares del primer ministro checheno, Ramzan Kadirov, matan a tiros al jefe guerrillero Abdul Halim Saidulayev, llamado presidente por los independentistas tras la muerte de Aslan Masjadov, el primer presidente reconocido de Chechenia, muerto en el 2005 en una operación de los servicios secretos rusos. Según Kadirov, “los terroristas están decapitados, pues han recibido un golpe del que nunca podrán recuperarse”. Con la muerte del guerrillero, Kadirov ha vengado una vez más la muerte de su padre, el presidente de la Chechenia prorrusa Ahmad Kadirov, asesinado en mayo del 2004. Pero al mismo tiempo, el hombre fuerte de Chechenia, de sólo 29 años, ha logrado con ello reforzar su poder, ya que aspira a la presidencia, que ocupa Alu Aljanov.

Basaiev ha muerto, en la fecha, en Ingushetia, una república vecina de Chechenia en el Cáucaso ruso. El líder independentista formaba parte de un grupo de militantes islámicos que estaban preparando un «acto terrorista» en esa región, coincidiendo con la cumbre del G-8 que se celebrará el próximo fin de semana en San Petersburgo. Los rebeldes chechenos esperaban «poner presión política sobre el liderazgo» del G-8, pues durante este año a Rusia le corresponde presidir este exclusivo club de líderes mundiales. Putin asegura que lo sucedido es lo que muchos deseaban para Basaiev por los muchos crímenes cometidos, y anuncia condecoraciones para los agentes del FSB que han participado en la operación. «Ésta es la retribución deseada contra los bandidos por nuestros niños en Beslan, en Budionnovsk y por todos los atentados que cometieron en Moscú y en otras regiones, incluidas Ingushetia y Chechenia».

El ex espía ruso Alexander Litvinenko, hospitalizado en Londres tras un probable envenenamiento, ha muerto, en la fecha, en la UCI en la que estaba internado. A Litvinenko no le faltaban enemigos, teniendo en cuenta que había acusado al Estado ruso no sólo del asesinato de Anna Politkovskaya, asesinada el pasado octubre, sino de orquestar la serie de explosiones en apartamentos rusos que en 1999 mató a cientos de personas para atribuírselas a separatistas chechenos, de haber sugerido que la masacre de hace dos años en la escuela de Beslan fue perpetrada por el propio FSB y de afirmar que el número dos de Al Qaeda, Ayman al Zawahiri, es un ex agente del KGB. Al presidente Putin tampoco le ha agradado especialmente que el antiguo espía huyera tras haber sido arrestado tres veces, se pusiera a las órdenes del MI6, recibiera la nacionalidad británica y se moviera en los círculos londinenses de otro célebre exiliado, el oligarca Boris Berezovsky.

Fallece el ex presidente de Rusia, Borís Yeltsin. Con su subida al poder, el ex mandatario ruso marcó una nueva era después del colapso de la URSS y el fin del comunismo. Controvertido y contradictorio, con Yeltsin se asomó la democracia a Rusia tras siete décadas de comunismo, la propiedad privada y la libertad de mercado, la libertad de prensa y las elecciones libres. Pero en sus ocho años en el poder (1991-1999), el hombre que se subió a un tanque para evitar que las reformas se frenasen en seco no pudo hacer efectivas las esperanzas creadas. Las condiciones de vida de los rusos de a pie empeoraron, en ocasiones el gobierno no pudo hacer frente al pago de salarios y pensiones, comenzó el capitalismo más salvaje, las guerras de Chechenia y el fenómeno de los oligarcas. El 31 de diciembre de 1999 dimitió de forma inesperada y dejó el poder a su primer ministro, el actual presidente de Rusia, Vladimir Putin. Recibirá sepultura mañana, en el cementerio del monasterio de Novadievichi.