Finalmente, en los primeros días de febrero los guerrilleros chechenos que han resistido el asedio de Grozni, en número inferior a los 1.000, abandonan la capital y se retiran hacia las montañas del sur de la república. Una vez que se ha terminado con toda resistencia en Grozni, el grueso de las tropas rusas es enviado al sur con el fin de aplastar a los guerrilleros que se hacen fuertes en las montañas. El gobierno ruso, ante la destrucción masiva sufrida por Grozni decide trasladar la capital a Gudermés. Durante las semanas siguientes se multiplican las denuncias de asesinatos de civiles, pillajes y desapariciones acontecidos durante el asalto ruso a Grozni.

Es manifiesto el fracaso en Chechenia de la empecinada política de “normalización” del Kremlin, con la familia KADIROV como agentes venales.

Como conclusión de lo que será probablemente su última visita oficial a Moscú, el presidente norteamericano, Bill CLINTON se dirige a la Duma, la Cámara Baja del parlamento ruso. Esta ha sido la primera vez que un mandatario estadounidense tiene ese honor. La mayoría de los presentes escucha con atención a CLINTON, que alaba la política económica del presidente ruso Vladimir PUTIN, critica la actuación de Rusia en Chechenia y aboga por la entrada de Rusia en la Organización Mundial del Comercio.

Una cadena de ataques con camiones repletos de explosivos contra objetivos militares rusos en Chechenia causan en una semana 33 muertos según el Kremlin, 500 según los chechenos.

Con paradero y desenlace personal inciertos, MASJADOV ha anunciado una larga guerra de guerrillas cuyos sucesivos episodios de emboscadas y atentados suicidas, extraordinariamente mortíferos para las fuerzas federales, han cuestionado la proclamada victoria rusa y han dañado la imagen del Gobierno de PUTIN. El 7 de julio la dirección político-militar separatista, compuesta por el Gobierno, el Parlamento y el Comité de Defensa de Chechenia, le concede poderes extraordinarios mientras dure la guerra.

Rusia desde octubre de 1999 se ha hecho presente en más de un 75% del territorio de Chechenia, mientras que en la zona montañosa del sur la guerra campa a sus anchas. En la zona ocupada por los rusos, se registran atentados casi a diario. Hasta principios de verano de 2001, el número de rusos muertos en Chechenia desde octubre de 1999, ha sido de 3.100 soldados. Desde entonces, el mando ruso no facilita ninguna cifra de bajas.

En mayo de 2002, el subsecretario de Estado para Europa, Steven Pifer, exige a PUTIN que negocie con MASJADOV, niega la existencia de «lazos importantes» entre los chechenos y Al Qaeda, y, aunque reconoce los excesos de los chechenos, critica duramente las violaciones de derechos humanos por Rusia en su segunda guerra en Chechenia.

Los independentitas chechenos derriban un helicóptero y mueren 120 personas, la mayoría soldados

Un comando checheno secuestra a 700 personas en el teatro Dubrovka de Moscú donde se está representando el musical Nord-Ost. El Kremlin, debe decidir entre cesar la guerra en Chechenia o resignarse a una matanza en su propia capital. El propio Mijaíl Gorbachov, ex presidente soviético y líder del Partido Socialdemócrata, se ofrece a mediar “como garante del cumplimiento de las condiciones para poder liberar a los rehenes”.

Una operación relámpago de las fuerzas rusas de seguridad libera a centenares de rehenes cautivos de terroristas chechenes en el teatro Dubrovka de Moscú y pone dramático final a una crisis que ha tenido tres días en jaque al Kremlin. El asalto de madrugada se lanza “cuando los terroristas empiezan a matar rehenes” según las autoridades. 129 rehenes y 41 guerrilleros perecen en las dramáticas dos horas escasas que tarda en completarse la operación, según datos oficiales. Unidades especiales “spetsnaz” y de otros cuerpos de élite con máscaras antigás ponen punto final a un infierno que ha mantenido en vilo durante casi 60 horas a toda Rusia y ha conmocionado a la comunidad internacional. La operación evita el holocausto con que los terroristas han amenazado en caso de que el presidente Vladímir PUTIN no cumpliera la exigencia de poner fin a la guerra de Chechenia. Pero aunque no se ha consumido la peor de las variantes, con un baño de sangre de enormes proporciones, que se ha comparado anticipadamente por analogía con el 11 de septiembre en EEUU., las cámaras de televisión han mostrado unas escenas terribles.