DUCADO DE NEOPATRIA (1319-1390) /Gran Companyia Catalana de Oriente

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Los almogávares desde Atenas piden ayuda al rey de Aragón para defenderse de sus enemigos.


En la fecha, algunos catalanes que se mantienen en Atenas desde principio del siglo XIV, cuando los almogávares instauran su dominio en esa parte de Grecia, acosados desde varios frentes, piden ayuda al rey de Aragón para defenderse de sus enemigos. PEDRO IV acude en su ayuda y a cambio recibe el título de duque de Atenas y Neopatria. Nunca antes un soberano de la Corona de Aragón había poseído tantos dominios, pero pocas veces habían estado tan vacías las arcas. Los recursos de la Corona están agotados y la crisis se ha cebado de tal modo en la sociedad aragonesa (y también en la catalana y en la valenciana) que las quiebras financieras estallan por todas partes y quiebran las finanzas municipales. El rey Ceremonioso tiene que empeñar su propia corona de oro y joyas preciosas para hacer frente a los gastos más inminentes. Las aventuras de la Gran Companyia son contadas -“Crónica”- por RAMON Muntaner, hijo de Perelada, uno de los más grandes entre los grandes cronistas catalanes y héroe de la defensa de Gallípoli contra el ataque combinado de griegos y genoveses.

La Corona de Aragón pierde los ducados de Atenas y Neopatria que formaban parte de la Corona de Aragón.


En 1388, un año después de la muerte de Pedro el Ceremonioso, la despreocupación por la política mediterránea lleva consigo la pérdida de los ducados de Atenas y Neopatria que durante setenta años (1318 a 1388) han formado parte nominal de la Corona de Aragón. La Gran Compañía había entrado en Atenas como vencedora en 1311, pero es obligada, vencida a su vez, a abandonar la ciudad, tres cuartos de siglo después (1388) por los Acciaiuoli, familia florentina que posee ya el Atica y parte del Peloponeso: la Acrópolis de Atenas cae en sus manos en 1388 y el castillo de Neopatria lo hará en 1390. A la ciudad actual no le dejan nada digno de mención, salvo una reputación más bien siniestra, sin haber imprimido la menor huella en la cultura y en el lenguaje. Por la pérdida de estas posesiones, JUAN I y su última esposa serán muy impopulares.