Se instituye la Oficina de Emigraciones, en el Instituto Geográfico, y la Sección de Emigraciones, dependiente del Ministerio de Agricultura; su objetivo es conocer el volumen de la emigración española, para lo que se realizan las primeras estadísticas en base a las salidas y entradas de gentes en los puertos españoles. El destino de este potencial migratorio se sitúa en Iberoamérica, sobre todo, Argentina, Cuba y Brasil, y su procedencia es el mundo rural, entre los campesinos españoles se fija la idea de “Hacer las Américas” para conseguir mejoras económicas. En la década de los ochenta se estima que el promedio anual de emigrados se encuentra en torno a 5.700 personas. La región con mayor porcentaje de emigración sobre el total nacional es Galicia con un 36%, seguida de Asturias, Castilla y León y Catalunya con un 9% cada una de ellas, siguen después Cantabria y País Vasco con un 3 y un 2% respectivamente.

Se plantea un problema en relación con la deuda iberoamericana. Venezuela debe una crecida suma a Alemania y Gran Bretaña, y se suscita la cuestión de cómo cobrarla. Recordando el caso de México y de la desdichada aventura de Napoleón III, hace casi cuarenta años, las dos naciones europeas consultan a los Estados Unidos, que se muestran de acuerdo en permitirles recobrar su dinero por la fuerza. Pero cuando Alemania y Gran Bretaña intentan poner en práctica esa iniciativa, la opinión pública norteamericana se opone enérgicamente a una intervención armada europea en el Hemisferio occidental.

Ante la reacción de la opinión pública norteamericana que se opone enérgicamente a una intervención armada europea en el Hemisferio occidental, Roosevelt decide que cuando las naciones de Iberoamérica contraigan deudas que no quieran o no puedan reintegrar, serán los americanos quienes intervengan, y mediante el cobro de aranceles reunirán las cantidades necesarias y las reembolsarán a las naciones acreedoras. Habrá que utilizar, pues, la fuerza, pero la opinión pública estadounidense no pondrá objeciones si esa fuerza la ejercita su país. Por supuesto, las objeciones iberoamericanas al uso de la fuerza, vengan de donde vengan, no contarán para nada. A esto se llamará el “corolario Roosevelt” a la doctrina Monroe, y convertirá a los Estados Unidos en el gendarme del Hemisferio occidental.El presidente norteamericano Theodore ROOSEVELT completa mediante un anexo -“corolario Roosevelt”- la doctrina Monroe (hacia 1823) y declara que los EEUU. son el gendarme de Iberoamérica.

El inicio de la Guerra Fría en Europa en los años 1947-48 prepara el camino hacia el final del boicot formal del Régimen en España. En la sesión del 17 de noviembre de 1947 de la Asamblea General de las Naciones Unidas, una iniciativa soviética, por la que se puede autorizar al Consejo de Seguridad a tomar una acción no especificada contra el Gobierno español, no sale adelante por la falta de acuerdo de dos tercios del Consejo. Entre los que votan en contra de la propuesta están Estados Unidos, Canadá, Australia y un número considerable de países iberoamericanos. Esto deja claro que la política internacional de ostracismo se está debilitando.

El presidente Kennedy define su programa «Alianza para el Progreso» para frenar el avance del comunismo en Hispanoamérica, mediante la abundante ayuda destinada a facilitar el despegue económico de esa zona. Presentado en agosto en Punta del Este (Uruguay), acabó fracasando, tanto por el desplazamiento del interés de EE UU. hacia la guerra de Vietnam como por la negativa de algunos gobiernos a instaurar las reformas pedidas y hacia 1970 podía considerarse extinguido.

Tras la segunda guerra mundial el mundo queda dividido en dos bloques enemigos: el capitalista y el comunista. Las potencias occidentales encabezadas por EEUU. promueven una activa fase de desarrollo y constituyen, quizá como operación propagandística frente al comunismo, el estado de bienestar. Una fuerte inversión pública en gastos sociales (educación, sanidad … ) eleva notablemente el nivel de vida de las clases populares, evitando así que se reproduzcan las revueltas de otros tiempos. En ese contexto, las grandes multinacionales reactivan su objetivo de internacionalización del capital. Para ello, es necesario que se den las condiciones políticas, institucionales, ideológicas y de cualquier otra naturaleza que garanticen la reproducción de ese capital. En complicidad con las clases dominantes de los distintos estados iberoamericanos, buscan asegurarse la gestión de sus intereses. En la década de los sesenta, Chile, Bolivia, Brasil, Uruguay y Argentina ya han articulado sistemas políticos permeables al capital transnacional.

Representantes no oficiales de los países deudores discuten, en la fecha, en la Habana la crisis de la deuda externa iberoamericana. El Gobierno cubano sugiere la rebelión contra el pago.

La pérdida de peso de EEUU. en Asia e Iberoamérica es patente, Ambos procesos son completamente autónomos de los designios de EEUU. y, lo más grave, están tendiendo puentes completamente independientes entre sí; el comercio entre Brasil, Argentina y otros países iberoamericanos con China es considerable. La presencia china en Sudamérica, antes inexistente, ha tenido un enorme impulso en cuatro o cinco años. Venezuela mantiene un verdadero idilio con China, y el nuevo presidente de Bolivia se estrenó con una visita a Pekín. La integración regional en Asia y América Latina es un asunto crucial y cada vez más importante que, visto desde Washington, evoca un mundo desafiante que escapa al control, escribía hace poco el disidente norteamericano Noam Chomsky en un artículo publicado por el diario Khaleej Times de Dubai.

La XXX cumbre del Mercado Común de América del Sur y el Caribe relanza el proyecto de unidad regional, bloquea la iniciativa estadounidense del ALCA, basada en tratados bilaterales y sienta las bases para que Iberoamérica asuma un papel protagonista en un escenario multipolar. Lecturas políticas al margen, los jefes de Estado reunidos en Córdoba han vuelto a reclamar a EE. UU., pero también a la Unión Europea, que reduzca sustancialmente los subsidios agrícolas y abra sus mercados a un verdadero libre comercio, que les permita desarrollarse con fuerza. Americanos del norte y europeos tendrán cada vez más difícil mantener su contumaz sordera.

La visita del presidente de Venezuela, Hugo CHÁVEZ, a Moscú tiene para Rusia más importancia que la mera venta de material militar y armamento. El Kremlin, que está dando forma a un potente imperio energético, no pasa por alto que Venezuela es el quinto productor de petróleo del mundo y el octavo de gas. Tras la entrevista entre CHÁVEZ y el presidente ruso, Vladimir Putin, el jefe de la agencia de exportación de armas de Rusia, Serguei Chemezov, anunció la firma de “varios contratos por 3.000 millones de dólares (2.400 millones de euros), incluyendo 24 aviones Sujoi-30 y 53 helicópteros”. EEUU. pidió esta semana a Rusia que reconsiderara esta venta. Estos contactos son ahora un salvavidas para Chávez. Pero para Rusia también pueden representar una puerta al mercado iberoamericano en el futuro. Putin alabó ayer “las colosales posibilidades potenciales” de las reservas de Venezuela. Un obstáculo para que esta alianza se traduzca inmediatamente en una expansión comercial rusa son las relaciones de Chávez con la Administración de EEUU.. Para ésta, Venezuela no sólo es antidemocrática, sino además un país poco fiable, cuyas armas pueden caer en manos de las guerrillas de izquierda colombianas.