No bien han conseguido los papas hacer castigar a los herejes con ciertas penas corporales, cuando se creen en la necesidad de solicitar otras más severas, tales como los azotes, destierro o deportación. Los maniqueos y donatistas son los únicos en quienes recae pena de muerte a causa de los transtornos que han ocasionado en África y hasta en Roma. Por otra parte, la Iglesia, para eludir la responsabilidad de la ejecución de la ley, no permite que sus manos se manchen directamente de la sangre de los acusados, y así acude al poder seglar para que aplique la sentencia.
DONATO / DONATISTAS
Total de piezas: 15
Los donatistas pierden definitivamente su lucha, cuando hace su aparición AGUSTÍN.
Concilio de Hipona (África del Norte). En este concilio, los donatistas que no sólo se oponen a que los lapsos vuelvan a desempeñar funciones eclesiales, sino que terminan por cuestionar el valor de los sacramentos administrados por sacerdotes a los que consideran indignos- pierden definitivamente su lucha, cuando hace su aparición el genio brillantísimo de AGUSTÍN. Un compendio de su doctrina sobre los sacramentos podemos encontrarlo en aquella expresión: «¿Es acaso Pedro quien bautiza? ¡Es Cristo quien bautiza!. ¿Es acaso Judas quien bautiza? ¡Es Cristo quien bautiza!». A pesar de que los donatistas se hallan divididos, no cesan en sus actos de fanatismo y violencia.
Los obispos de África suplican al papa ANASTASIO I que se relajen las medidas contra los donatistas.
Los obispos de África suplican al papa ANASTASIO I que se relajen las medidas tomadas contra los donatistas, pero el papa recomienda a los obispos que mantengan una actitud de fuerza frente al donatismo, consejo que los obispos africanos ignorarán.
AGUSTÍN se opone al emperador HONORIO cuando éste amenaza a los donatistas con la pena de muerte.
Los católicos reúnen un nuevo sínodo en Cartago y solicitan al emperador HONORIO que los donatistas sean declarados fuera de la ley y castigados conforme a los decretos promulgados por Teodosio el Grande contra los herejes. AGUSTÍN no desea tener que recurrir a la autoridad civil; pero finalmente tiene que ceder en vista de la terrible obstinación de los donatistas y basándose en aquel pasaje evangélico de la parábola del rey con respecto a sus invitados al banquete divino (que simboliza la entrada de los fieles a la Iglesia): «Obliga a la gente a entrar para que se llene mi casa» (Lc 14;23). Pero se opondrá resueltamente al emperador HONORIO cuando éste, mediante un edicto de 405, amenace a los donatistas con la pena de muerte.
Los católicos desean que los donatistas regresen a la Iglesia por el camino de la comprensión.
Por parte de los católicos ha existido siempre un deseo sincero de que los donatistas regresen a la Iglesia por el camino de la comprensión. Con este motivo promueven, este año, una gran reunión o asamblea en Cartago, entre católicos y donatistas. Pero los resultados no son tantos como las esperanzas. Por ello el emperador HONORIO renueva las disposiciones contra los donatistas, condenándolos al destierro y a la confiscación de sus bienes. Sin embargo, el cisma continua por largo tiempo. (La invasión de los vándalos disminuirá en parte el poder de la secta, pero solamente la conquista musulmana conseguirá desterrarlo por completo. Lamentablemente, esta conquista será para la iglesia de África más dolorosa que el donatismo).