LUIS I, hijo de Maximiliano I de Baviera y de AUGUSTA de Hessen, es nombrado rey de Baviera (1825-1848).

LUDOVICA, hija de Maximiliano José I de Baviera y Carolina de Baden, princesa de Baviera, se casa, en la fecha, con su primo Maximiliano duque en Baviera. Tendrá siete hijos, uno de ellos será ISABEL, la popular “Sissí”. Por otra parte, SOFIA, hermana de LUDOVICA, casada con Francisco Carlos, hermano del emperador FERNANDO I de Austria, será la madre de FRANCISCO JOSÉ I, futuro emperador.

MAXIMILIANO II Wittelsbach, hijo de LUIS I rey de Baviera, contrae matrimonio con MARÍA de Prusia, cuarta y última hija del príncipe Guillermo de Prusia, hijo de Federico Guillermo II de Prusia y de su esposa, María Ana de Hesse-Homburg. La boda se celebra con todo el lujo y pompa acostumbrado en la corte bávara. Parece una pareja feliz, ambos de una relativa belleza, de un carácter aparentemente equilibrado, ningún motivo, pues, para suscitar inquietudes. Pero detrás de esa armonía se esconden peligrosas composiciones hereditarias de ambas partes. Los abuelos maternos de MAXIMILIANO eran primos hermanos; los padres de MARÍA eran primos, sus abuelas hermanas, los abuelos de su madre también primos. Esa consanguinidad de las familias reales traía nefastas consecuencias a los hijos.

101 cañonazos en el Palacio de las Ninfas en Munich, anuncian, en la fecha, la llegada del Príncipe heredero de la casa de los Wittelsbach, hijo de MAXIMILIANO II y de MARÍA de Prusia. Su abuelo LUIS I, entonces Rey de Baviera, es el primero en regocijarse con la llegada del Príncipe y es él quien lo lleva a la pila bautismal, dándole su propio nombre, ya que, en la fecha, se celebra su cumpleaños y onomástica. Desde los primeros años de su infancia, tanto LUIS como su hermano OTÓN, nacido posteriormente, darán señales inequívocas de timidez patológica, de misantropía, de locura.

MARÍA de Prusia, casi avergonzada de sus hijos, decide retirarlos de la corte de Munich y llevarlos a vivir al castillo de Hohenschwangau, castillo situado en la Región Alta del Cisne, reconstruido por MAXIMILIANO II como residencia veraniega de la familia real. Antigua sede de los poderosos caballeros del cisne y cuya historia se remonta a los siglos XII y XIII, a tiempos muy antiguos, en la noche profunda de las primeras edades del mundo caballeresco. Sus recintos, sus pinturas y paisajes y la imaginación, evocan héroes legendarios, relatos fascinantes…

LUIS -el nieto del rey- transcurre gran parte de su niñez y juventud en el Castillo de Hohenschwangau, en medio de bosques, de montañas, de leyenda; al lado de su madre -María de Prusia-; una mujer sencilla, nada intelectual, que como ella misma decía, nunca había leído un libro. Su mente se pierde siempre más en ese mundo fantástico, se aleja siempre más de la realidad.

En el año 1848, un período políticamente crítico para Baviera, LUIS I a raíz de una aventura amorosa con una bailarina española llamada Lola Montez, abdica a favor de su hijo primogénito de 37 años de edad MAXIMILIANO II. Éste será un rey netamente intelectual, amante del arte y sobre todo de las ciencias. “Si no hubiera nacido en una cuna noble, hubiera preferido ser profesor de universidad”, repetirá. Se rodeará de científicos y literatos que hará venir de todas partes de Alemania, en especial del Norte. Baviera alcanzará un gran prestigio en el campo cultural y científico. Pero descuidará mucho la educación de su hijo a quien dedicará poco tiempo.