Justo un mes antes de proclamarse la II República española aparece el primer número del semanario La conquista del Estado, fundado por Ramiro Ledesma Ramos, que pretende la renovación nacional por la vía del castellanismo, el catolicismo y el estado centralizado y represor de las autonomías. El movimiento acabará fusionándose con las Juntas Castellanas de Actuación Hispánica, de cariz similar, creadas por Onésimo Redondo Ortega para formar las JONS (juntas de Ofensiva Nacional-Sindicalista).

El Gobierno provisional republicano que se encuentra en prisión, es amnistiado.

El lunes, 23 de marzo quedan restablecidas las garantías constitucionales; se suprime la censura y se reconoce la plena libertad de reunión y asociación.

Las elecciones municipales convocadas para el 12 de abril se presentan en toda España como un plebiscito en el cual la población opta entre la monarquía y la república. Las elecciones son un enigma, porque no se han celebrado en siete años, pero se espera un aumento de la participación y la ausencia de una campaña abstencionista por parte de la CNT así lo augura. La trascendencia de estas municipales supera en mucho la de unas locales ordinarias y todo el mundo lo sabe. Y ante el carácter plebiscitario que han adquirido los comicios, Bergamín, Melquíades Álvarez, Sánchez Guerra, Villanueva y Burgos Marzo -piden en un último acto de irresponsabilidad, de fidelidad al Rey, de desorientación, de cortedad de miras, de hastío o de todo a la vez-, la abstención. Los republicanos tienen el camino expedito.

En Catalunya, el resultado electoral que se ha obtenido en las elecciones celebradas en el día de hoy, significa un gran triunfo para los republicanos, especialmente para Esquerra Republicana de Catalunya (ERC). En concreto, en Catalunya los republicanos obtienen 3.341 regidors y los monárquicos 279, teniendo que destacar, sin embargo, que 1.268 regidors escogidos no se decantan claramente por ninguna de las dos opciones. El otro partido catalanista de izquierda -en realidad, de centro-izquierda- era el Partít Catalanista Republicá (PCR), reunificación de las dos alas de Acció Catalana, separadas en 1927. Esta última formación contaba con un diario, “La Publicitat”, y una revista cultural de gran prestigio: “Mirador”. Parecía la fuerza mejor situada, con sus cuadros de intelectuales bien preparados, y el mismo MACIÀ lo veía así. Pero, cuando previamente éste ofrece a Acció Catalana una coalición en Barcelona, contentándose con ocho o diez de los puestos de los veinticinco de la candidatura global, los de Acció Catalana rechazan la propuesta, porque temen que el significado extremista de la cúpula del nuevo partido les puede restar el electorado que esperan quitarle a la Lliga. Es un error que Acció Catalana pagará muy caro.

En Catalunya, a las dos candidaturas nacionalistas republicanas -ERC y PCR- hay que añadir la de los lerrouxistas y el PSOE aliados, es decir, la “Conjunción” que en otros muchos sitios de España se presenta como alternativa única a la coalición monárquica. Tres candidaturas republicanas en Barcelona, por tanto, frente a la de la Lliga, única gubernamental aunque también catalanista. La Lliga ha formado parte, por medio de Ventosa i Calvell, del último Gobierno de la monarquía y este Gobierno de coalición monárquica esperaba ganar por medio de la Lliga en Barcelona, ya que ésta lo había hecho hasta 1923.

La escasa popularidad de la monarquía queda patente en la victoria de las candidaturas republicanas en todas las principales ciudades españolas. En efecto, los datos oficiales definitivos señalarán 29.953 concejales monárquicos frente a 8.855 republicanos, pero en las ciudades se ha votado mayoritariamente por la República. Así, la oposición triunfa en 41 de las 50 capitales de provincia y en otras grandes poblaciones, mientras que la candidatura monárquica sólo lo consigue en nueve: Ávila, Burgos, Cádiz, Girona, Lugo, Palma de Mallorca, Pamplona Soria y Vitoria. Si las elecciones se han convocado como una prueba para sopesar el apoyo a la monarquía y las posibilidades de modificar la ley electoral antes de la convocatoria de Elecciones Generales, los partidarios de la república consideran tales resultados como un plebiscito a favor de su instauración inmediata.

A pesar de las muestras de confianza por parte ALFONSO XIII hacia SANJURJO, después de las elecciones del 12 de abril de 1931 que propician la llegada de la II República, SANJURJO se pone incondicionalmente a las órdenes del Comité Revolucionario republicano, consolidando de esta manera la llegada del nuevo régimen y siendo confirmado en el cargo de Director General de la Guardia Civil. Este cambio en las fidelidades de SANJURJO parece estar motivado por el rencor que le causa el abandono de Primo de Rivera por parte del rey tras la caída de la Dictadura en 1929. Por otra parte, las reformas militares de Manuel Azaña no gustan a SANJURJO, especialmente la reducción de efectivos del ejército y el nombramiento de López Ferrer, un civil, como Alto Comisario en Marruecos, por lo que muestra su desagrado.

En el drámatico Consejo de Ministros celebrado en Palacio, el 14 de abril, el Rey puede comprobar dos cosas: que sus consejeros están derrumbados y que cualquier pretensión de mantener la monarquía sólo puede basarse en una dictadura. Ahora bien, una dictadura sólo es posible contando con la lealtad incondicional del Ejército, y su figura más prestigiosa -SANJURJO- ha ofrecido ya un acatamiento a los padrinos de la República. Con tan escasas garantías, aún dando por supuesto un triunfo, de momento, se corre el riesgo de una irreparable derrota a la larga: sobre todo, si ese triunfo salpica de sangre al Régimen. Analizando fríamente la trayectoria que ha conducido al cambio de régimen, se comprueba que la causa decisiva ha sido el vacío creado por el final de la Dictadura de Primo de RIVERA. Por eso se improvisa un ambiente republicano en sectores que tradicionalmente han vivido muy alejados de la línea republicana. Por ello, también, la República viene de sorpresa.

Por otra parte, ALFONSO XIII no puede abdicar porque, aunque ha mantenido la ficción de que su primogénito Alfonso, príncipe de Asturias, puede sucederle, lo cierto es que este tiene hemofilia y, además, su segundogénito Jaime es sordomudo. Por otra parte, para abdicar el monarca habría tenido que renunciar constitucionalmente a sus derechos a favor de su sucesor ante las Cortes, pero estas están disueltas desde hace siete años. El rey, pues, ni puede continuar reinando ni puede abdicar. El exilio se impone como única salida. ROMANONES aconseja al rey Alfonso XIII que abandone España. Así, se entrevista personalmente con Niceto Alcalá Zamora y el comité revolucionario pactando el traspaso pacífico de poder al Gobierno Provisional de la República sin intervención militar a cambio de garantizar la vida del rey y de su familia. Durante la república mantiene su escaño en las Cortes por Guadalajara, pero su peso político será insignificante, aunque intervendrá con decisión en defensa de la figura del rey ALFONSO XIII en el exilio, y de su propia gestión.